SOCIEDAD

Otros dos argentinos, víctimas de la violencia en los Estados Unidos

Dos jóvenes emigrados fueron asesinados en Miami por un vecino a quien le molestaba el ruido provocado por una fiesta de cumpleaños.

Por P. L.

“Morir en Miami”, podría titularse el trágico final de dos argentinos: pero, si en la recordada película Morir en Madrid, los voluntarios extranjeros en la Guerra Civil se inmolaban por sus ideas, en la película de hoy las migraciones desesperadas pueden desembocar en muertes absurdas como la de Ernesto Fondovila y Alberto Ledesma, a quienes un vecino enfurecido mató a balazos porque hacían barullo al celebrar un cumpleaños en una vereda de Miami. Murió también una mujer brasileña, y el agresor está preso. En la Argentina, el canciller Rafael Bielsa se comunicó personalmente con las familias afectadas, que viajarían hoy mismo a Estados Unidos. Los dos hombres asesinados tenían hijas de corta edad.
La fiesta de cumpleaños de Melina de Fondovila se prolongaba en la madrugada de ayer, en su casa de Miami, cuando un vecino apareció para protestar por el ruido. Le contestaron que, bueno, era sábado, y ningún otro se había quejado. El vecino se fue, volvió con un revólver de gran calibre, de esos que son tan fáciles de conseguir en Estados Unidos, y tiroteó indiscriminadamente a los de la reunión, que eran varias familias. Ernesto Fondovila, de 33 años, esposo de Melina, recibió un tiro en la pierna y otro en el corazón, que lo mató en el acto. También cayeron muertos el argentino Alberto Ledesma y una mujer brasileña cuyos datos no se dieron a conocer. Hubo además dos heridos, uno en la mano y otro en la pierna: uno ya fue dado de alta y el otro quedó internado en observación, pero en principio su estado no reviste gravedad.
El agresor está detenido: es estadounidense y fue identificado como Kevin Evers, de 42 años.
“Fue realmente un fusilamiento; había balas por todas partes”, graficó para este diario el cónsul general argentino en Miami, Luis María Ricchieri, quien descartó que el crimen pueda expresar alguna animadversión contra los residentes argentinos en esa ciudad: “Acá, el 60 por ciento de la población es de habla hispana y no se registran fenómenos de rechazo o discriminación. Lo que sí sucede es que hay una gran cantidad de argentinos y de otros latinoamericanos cuyos documentos no son viables o vigentes, pero no puede decirse que haya una persecución en su contra”.
El consulado se hará cargo de los trámites para la repatriación de los cuerpos –previo el requisito legal de la autopsia–. “Tratamos de acompañar lo más posible a los deudos en Miami, que están muy shockeados”, agregó Ricchieri.
Ernesto Fondovila deja una hija de 6 años, argentina, y otra nacida en Miami, que justamente mañana cumplirá un año. La familia proviene de Mar del Plata, donde Ernesto se desempeñaba como mozo en restaurantes hasta que la falta de trabajo lo llevó a emigrar a Miami, hace tres años. “Allí estaban contentos; Ernesto tenía trabajo como mozo gastronómico y nunca habían tenido problemas”, comentó desde Mar del Plata Claudia Sánchez, cuñada de Ernesto.
Los Fondovila, como muchas otras familias que emigraron a Estados Unidos, habían aprovechado el lapso durante el cual no fue necesaria visa para ingresar. Después la situación se endureció y “a fines del año pasado, cuando la madre de Melina quiso viajar a visitarlos, le fue imposible hacerlo”, señaló Claudia.
Mario Fondovila, padre de Ernesto, contó: “Me llamó el canciller (Rafael) Bielsa y me aseguró que ponen a nuestra disposición pasajes para viajar a Miami, y que se van a ocupar de los pasaportes y las visas”. El señor Fondovila estimaba poder viajar esta misma noche, junto con otro de sus hijos. Además, pidió a Página/12 que “por favor publiquen que también sería importante que la compañía aérea le otorgara un pasaje a la abuela materna de los chiquitos, señora Amalia de Méndez”, cuyo viaje no puede cubrir la Cancillería por no tratarse de un familiar directo.
El padre agregó que “Ernesto era el único emigrado de la familia, buscando un porvenir mejor. Allí estaba trabajando, tenía su buen pasar económico, estaba bastante bien, pobrecito”. Fuentes próximas a los Fondovila en Miami suponían que la familia regresaría a la Argentina, ya que Melina no tiene trabajo en Miami, donde se dedicaba a cuidar a sus hijos.
En cuanto a Alberto Ledesma, de 32 años, estaba en la vereda de la casa del desdichado festejo, con su esposa y su hijita Agustina, de ocho meses: según contó Elsa de González, suegra de Alberto, desde su casa de Banfield, “mi hija se tiró para defender a Agustina, y ahí le pegaron los tiros a Alberto”. La mujer comentó que su hija y su yerno habían emigrado “entre otras cosas, por la inseguridad, y a Alberto lo terminan matando en una calle”.

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Alberto Ledesma, su esposa y su hijita Agustina, de ocho meses.
“Se había ido, entre otras cosas, por la inseguridad”, contó la suegra.
 
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