SOCIEDAD › MAR DEL PLATA TAMBIéN PUEDE SER UN HORNO, PERO LOS TURISTAS TIENEN DóNDE BUSCAR ALIVIO

Como en Buenos Aires, pero con mar

Ayer fue el primer día pleno de playa para un enero que hasta ahora había retaceado el buen tiempo. Mientras algunos adultos se inventan nuevas rutinas, los más jóvenes aprovechan la playa al máximo, aun si no hay sol.

 Por Carlos Rodríguez

Desde Mar del Plata

El día en que Mar del Plata se convirtió en un horno, como si fuera Buenos Aires. La definición corría ayer por una ciudad agobiada por una temperatura que alcanzó los 38 grados, con una sensación térmica que trepó hasta los 40. Algunas radios, la televisión y el boca en boca llegaron a cantar los 46 de térmica, lo que motivó que fuentes del Servicio Meteorológico Nacional salieran a desmentir la desmesura. Desde temprano, en procesión, locales y visitantes rumbearon para las playas, colmadas por primera vez en lo que va del año. “Es un regalo de Reyes, aunque el calor no se soporta cuando caminás sobre la arena y lo único que remedia la situación es tirarse al agua”, decían Nahuel, Jacinto y Mauricio, tres chicos peruanos, oriundos de Lima, que por primera vez se encuentran en la Argentina. “Nos dijeron que acá estaba rico, fresquito junto al mar, pero el calor es tan pesado como en Lima.” Desde La Perla hasta el sur, pasando por Playa Grande, Mogotes y todos los balnearios intermedios, junto con unos pocos extranjeros, una multitud de porteños celebraba acá el calor asfixiante que lloraba en Buenos Aires.

Todos quisieron aprovechar el día de sol a pleno, porque por la tardecita se nubló y la amenaza de lluvia abría interrogantes sobre qué ocurrirá hoy con el tiempo, que en lo que va del año no ha tenido buena voluntad con los veraneantes. En principio, se dice que hoy habrá descenso de la temperatura, con una máxima de 25 grados. “Recién hoy se notó la presencia masiva de personas en las playas, porque enero estaba en deuda, si lo comparamos con lo que fueron algunos días de diciembre, que se ha empezado a definir como un mes importante para el turismo en Mar del Plata”, afirma Jorge González, el dueños de La Caseta, feliz por el lleno total. “Esta es una ciudad que vive para y del turismo, de manera que nos alegra el buen tiempo.”

González, un arquitecto que viene de una familia que siempre tuvo balneario, explicó que “en estos meses de verano, son muchos los que encuentran trabajo que después escasea en el invierno”. En Mar del Plata, a esos trabajadores de temporada les llaman “chiringueros”, que sería una deformación del español “siringuero”, que define a los que extraen el caucho. Lo cierto es que muchos jóvenes de Mar del Plata trabajan a destajo “los cuatro meses de verano, para después poder tener algunos pesos y seguir los estudios durante el invierno”, le dijo a Página/12 José Luis, un estudiante de Derecho que forma parte del plantel de uno de los balnearios más importantes de la costa marplatense.

“Nosotros trabajamos de corrido, de domingo a domingo, sin francos, desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche; lo único que puede salvarnos es que llueva, porque esos días, aunque igual tenemos que venir a trabajar, nos podemos ir más temprano, a las dos o tres de la tarde, pero lo bueno es que podemos reunir dinero para no tener que pedirles nada a nuestros padres”, resaltó José Luis. La clase media marplatense también hace negocio en los veranos, alquilando la casa en la que viven el resto del año. “Muchos tienen una segunda casa, más modesta, en la que se instalan los cuatro meses para poder alquilar la suya, con todos los muebles, y de esa manera hacer unos pesos. En el invierno la desocupación crece y es necesario buscar alternativas”, sostuvo González.

En Punta Mogotes, Playa Grande y los balnearios del sur, los más concurridos de la ciudad, los presentes se dividen, casi mitad y mitad, entre lugareños y turistas que llegan, en su gran mayoría, de Buenos Aires y del conurbano bonaerense. Las playas más importantes, en los últimos diez años, se han ido adaptando a los requerimientos de sus clientes de buen poder adquisitivo, que “cada vez más están más cerca de la peluquería y el spa que del sol, la arena y la playa”, confesó el propietario de otro balneario top.

El verano, a diferencia de antaño, en algunos lugares de la playa marplatense suele mantener la rutina del resto del año, en lugar de reunir a la familia para el disfrute colectivo. En muchos balnearios, las maestras jardineras se encargan de entretener a los niños y andan todos disfrazados de payasos, mientras muchos padres y madres descansan del yugo laborar y de sus hijos. Los padres se hunden en el hidromasaje e incluso muchos que nunca corren ni en un incendio, se dedican a practicar ejercicios que los dejan de cama. “Ahora se te dio por hacer bicicleta fija; mirá que después no quiero que te andés quejando y que a la noche te quedes dormido a las nueve sin haber salido a caminar”, le reprocha una mujer a su dolorido esposo, que después del trajín está más para el arpa que para la guitarra.

Las carpas, por día, se pagan a razón de 400 o 500 pesos, con algunos descuentos si el alquiler es por toda la semana, por mes o por todo el verano. Muchas personas mayores se quedan “guardadas” todo el tiempo y en algunos casos, ni se tiran a tomar sol porque “después no puedo ni ponerme la camisa”, se justificó Valentín, un vecino de Palermo que está más blanco que la luna.

Los que sí disfrutan son los más jóvenes y los niños que ya no necesitan que los cuide la niñera. “Nosotros nos quedamos hasta la noche aunque llueva y haga frío; siempre tenemos ganas de meternos en el mar, de quedarnos a la noche a bailar en la playa, en los balnearios donde pasan música electrónica, sobre todo los viernes y los sábados”, afirman Alan, Josefina, Valentina, Victoria y Nicolás, cinco amigos que llegaron el 31 de diciembre, desde Buenos Aires, y que han adquirido “una hermosa tonalidad africana”, según comentó y demostró una de las chicas. Para ellos no importan tanto las alzas y bajas del buen tiempo porque “siempre se puede, si se quiere”, concluyó Alan, “el filósofo de Villa del Parque”.

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Todos quisieron aprovechar el día de sol a pleno, porque por la tardecita se nubló y la amenaza de lluvia abría interrogantes.
Imagen: Pablo Piovano
 
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