SOCIEDAD › DURANTE EL JUICIO POR TORTURAS A LUCIANO ARRUGA, UNA MUJER POLICIA SE AUTOINCRIMINO

Piedra libre para una poli bonaerense

La testigo de la defensa Mónica Chapero, ayudante de guardia el día en que fue torturado Luciano Arruga en el destacamento de Lomas del Mirador, declaró que custodió al adolescente en la misma cocina y a la hora en que se cometieron las torturas.

En una nueva audiencia por la detención y torturas a Luciano Arruga, en la que está imputado el policía Julio Torales, del destacamento de Lomas del Mirador, declaró una mujer policía. La mujer es colega del acusado y concurrió como testigo de la defensa. Pero ayer, su testimonio sirvió, además, para situarla en el mismo lugar, y al mismo tiempo, en que Luciano era golpeado, escupido, pateado y amenazado de que sería violado en una celda. Todo eso ocurrió dentro de la cocina del destacamento de Lomas del Mirador, entre las dos de la tarde y las ocho de la noche del 22 de septiembre de 2008. Mónica Chapero, de ella se trata, trabajó como ayudante de guardia ese día. En su testimonio dijo que “fue un día normal, como siempre”. Y ella misma se situó hasta las cinco de la tarde en la cocina, custodiando a Arruga. Su testimonio fue considerado autoincriminatorio por la acusación y pidió al tribunal la nulidad de su declaración. Los jueces Diana Volpicina, Gustavo Navarrine y Liliana Logroño responderán durante la lectura del veredicto. Anular el testimonio implica que la consideran con probable responsabilidad.

“(Arruga) Estuvo en la cocina, lo tenía enfrente mío, estábamos nosotros solamente y conversamos. Fue un día normal como siempre que hay una persona demorada”, dijo Mónica Chapero, que ese día trabajó como ayudante de guardia y el imputado Torales era el oficial de servicio. La mujer relató ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de La Matanza que cerca del mediodía “bajó el móvil con un chico”, a quien requisaron y llevaron al Cuerpo Médico Forense. Según la mujer policía, quien actualmente desempeña sus tareas en la seccional de Altos de Laferrere, al adolescente “lo dejaron en la cocina”, donde estuvo con él hasta las 17, cuando se realizó el relevo del personal. “La hermana (Vanesa Orieta) gritaba, pero nada fuera de lo normal”, aseguró Chapero.

Tras finalizar su testimonio, el fiscal José Luis Longobardi, los abogados Maximiliano Medina y María Dinard, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), y Juan Manuel Combi, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) La Matanza, pidieron la “nulidad” de su declaración, ya que según Longobardi, “en caso de que haya una condena, la testigo se ubicó en tiempo, espacio y lugar”, por lo que consideró que se “autoincriminó”. El planteo de la acusación será respondido por los jueces durante la lectura del veredicto.

La importancia de esta declaración reside en que los datos que se fueron desprendiendo de lo hablado por Luciano con sus familiares y amigos, fueron tres los policías que de uno u otro modo participaron en las torturas, pero sólo uno de ellos fue reconocido por Luciano. Al situarse en el lugar, si los jueces consideran que existieron las torturas, Chapero dijo presente.

En tanto, también declaró Miguel Angel Olmos, ex subteniente que trabajaba en el destacamento de Lomas del Mirador y que aprehendió a Luciano.

El ex policía había sido condenado junto a su compañero, llamado Miguel Sorayre, a dos años y medio de prisión en suspenso por el delito de “encubrimiento de omisión de denuncia” en el marco de la aprehensión de Luciano. De acuerdo con su relato, el hombre estaba apostado con su entonces camarada en el barrio Santos Vega a bordo de un patrullero cuando “llamaron del novecientos once por un delito en un colegio”. “Fuimos al lugar y tres o cuatro chicos nos dijeron que les habían robado los celulares. Nos describieron a la persona y por la vestimenta damos con ella”, recordó.

El ex subteniente dijo que “lo aprehendimos sin testigos porque en la villa la gente se viene encima del patrullero”, lo que fue un reconocimiento tácito de una detención con fines propios. Y agregó que, tras “palparlo de armas”, encontraron entre sus ropas los objetos que habían sido sustraídos a los alumnos. Según el testimonio, llevaron al detenido al destacamento y lo dejaron en la cocina a cargo de Chapero y se retiraron al puesto policial.

Por último, también declaró Yoel Colla, quien en la mañana del 22 de septiembre de 2008 concurrió a la clase de gimnasia en el colegio Pablo VI de Lomas del Mirador y estaba junto con otros amigos.

“Estábamos en la puerta del colegio cuando vino alguien que nos dijo ‘denme todo lo que tienen’ y nos sacó los celulares”, indicó, sin decir que se trataba de Luciano Arruga.

El joven avisó en el colegio lo que había sucedido hasta que a la tarde, en el transcurso de las clases, le avisaron que habían recuperado sus pertenencias, por lo que fueron al destacamento acompañados por sus padres y les “devolvieron las cosas”.

El TOC 3 pasó a un cuarto intermedio para mañana a las 12 cuando las partes desarrollarán sus respectivos alegatos en la calle Juan Florio 2765, de San Justo.

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El imputado, Julio Torales (izquierda), acusado de torturas, puede llegar a tener compañía en el banquillo.
Imagen: Daniel Dabove
 
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