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El testigo que pidió permiso para ir al baño y se escapó del juicio

Fue en el juicio al chofer del micro trucho que arrolló a una chica de 16 años. Primero declaró el propietario del vehículo y quedó preso. Entonces, el dueño de la empresa optó por escabullirse. El juicio se suspendió hasta hoy.

El juicio se había iniciado sin contratiempos. En la sala del Tribunal Oral 3, de Quilmes, se debatía la responsabilidad sobre la muerte de la adolescente de 16 años, Yamila Morán, arrollada por un micro trucho cuando iba hacia la escuela, el 29 de junio de 2000, en Florencio Varela. En el banquillo de acusados se sentaba el chofer del micro, Pedro Enríquez, acusado de homicidio culposo. Los padres de la joven pidieron que la pena fuera de cumplimiento efectivo. Pero el primer detenido en el caso no fue Enríquez sino uno de sus testigos, Juan Romano, dueño del colectivo, por falso testimonio. Otro testigo de la defensa, Félix Alarcón, dueño de la empresa, viendo cómo venían echadas las suertes, pidió permiso para ir al baño. Y nunca más apareció. Los jueces lo declararon prófugo y solicitaron su captura.
El 29 de junio de 2000, Yamila tomó un micro trucho, de la empresa Target, asociada con Fatma, que la llevaba hacia el colegio Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de Florencio Varela, donde cursaba primer año. Alrededor de las 7 de la mañana, descendió en la parada de avenida San Martín, entre San Juan y Aristóbulo del Valle, de esa localidad. Al parecer, su mochila quedó enganchada en la puerta delantera del vehículo, lo que le hizo perder el equilibrio. El chofer, Pedro Enríquez, reanudó la marcha, y la chica fue arrastrada unos metros y murió arrollada por el micro. Ayer, los jueces del Tribunal Oral 3, Alicia Anache, Martín Arias Duval y Armando Topalian, dieron inicio al debate en el que se acusa al conductor Enríquez de homicidio culposo, un delito con pena excarcelable, aunque los padres de la víctima solicitaron que cumpla con condena efectiva, es decir, que vaya preso.
El juicio comenzó con los testigos de la acusación. Se sucedieron entonces las declaraciones de un empleado público, de apellido Taziano, quien sostuvo que el micro avanzaba a gran velocidad, dijo que vio un bulto que arrastraba el vehículo y que recién comprendió que se trataba de una persona cuando pasó por donde él se encontraba “a gran velocidad”. Coincidieron con él Marcela Romero, vendedora, que aguardaba que se abrieran las puertas de la librería donde trabajaba, y el comerciante Luciano Andino, quien aseguró haber sido quien solicitó la ambulancia, minutos antes de las 7 del día 29 de junio. También declaró la madre de Yamila, Mariana Ayala de Morán. Siguieron las declaraciones de los peritos policiales Víctor Ruiz Díaz, Gustavo Gutiérrez y Vanina Saavedra, y de los ingenieros Estanislao Boisiuc y Alfredo Zanello.
Tras un cuarto intermedio, los jueces iniciaron la rueda de testimonios de la defensa de Enríquez. Fue entonces que se sucedieron dos imprevistos que terminaron en un cuarto intermedio hasta hoy. Primero, la acusación pidió que se procesara por falso testimonio a Héctor Peralta, playero de Target, y a Miguel Angel Galván, mecánico de Fatma. Los jueces decidieron postergar la respuesta hasta el día de la sentencia. Llegó el turno de Juan Romano, dueño del Mercedes-Benz que conducía el acusado. Su declaración no parece haber conformado al tribunal, ya que Romano, concluido su papel, en lugar de regresar a su casa, terminó esposado y detenido por falso testimonio. Acto seguido, los jueces llamaron al siguiente testigo de Enríquez, quien iba descubriendo que con semejante defensa su futuro se complicaba: “Que pase al estrado Félix Alarcón”, dueño de Target, llamó el secretario del tribunal. Pero Alarcón, viendo cómo venía la mano (aunque es imposible que se hubiera enterado de lo que ocurría en la sala sin que algún funcionario de guardia lo pusiera sobreaviso), minutos antes, había solicitado ir al baño. Y cuando lo fueron a buscar, Alarcón no estaba en retrete ni mingitorio ni lavabo alguno de la correspondiente jurisdicción judicial. Los jueces lo consideraron prófugo y lo citaron a declarar hoy. Si es que sus necesidades fisiológicas se lo permiten.

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El chofer, Pedro Enríquez, está acusado de homicidio culposo, un delito con pena excarcelable.
 
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