SOCIEDAD › POLéMICA POR UN PROYECTO PARA QUE EL SUBTE TENGA VAGONES EXCLUSIVOS PARA MUJERES

Evitar los acosos y los abusos con segregación

La diputada de la Ciudad Graciela Ocaña propuso que las mujeres tengan un sitio exclusivo en los horarios pico, como ocurre en algunas otras ciudades del mundo. Pero hubo un amplio rechazo en las redes sociales y referentes del feminismo.

 Por Mariana Carbajal

El proyecto de la diputada porteña Graciela Ocaña para que las formaciones de la red de subterráneos de la ciudad de Buenos Aires cuenten con vagones exclusivos para mujeres, como política para evitar el acoso y el abuso a pasajeras, generó fuerte polémica en redes sociales. El rechazo fue amplio y generalizado de parte de mujeres y también, de varones. Referentes del feminismo lo cuestionaron por pretender aislar a las mujeres con una medida segregacionista, en lugar de apuntar al fondo del problema, la cultura patriarcal, y promover la prevención del acoso callejero con campañas específicas y lugares para denunciarlo.

“Sería mucho más conducente emitir en la televisión cerrada, que los pasajeros observan mientras esperan el subte, mensajes audiovisuales que hagan a la igualdad y a la no violencia”, señaló María Elena Naddeo, directora de Niñez, Adolescencia y Familia de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. “Si una mujer no viaja en el vagón exclusivo ¿significaría que está dispuesta a ser toqueteada y acosada? Parece reforzar el principio machista de que si las mujeres no quieren que las violen, son ellas las que deben dar signos de no estar dispuestas”, objetó Diana Maffía, coordinadora del Observatorio de Género en la Justicia. El año pasado se lanzó una campaña de difusión en los trenes que apuntaba a la prevención del acoso y el abuso bajo la consigna “Para la mano”. Por ahora está frenada, aunque se espera que continúe, con un convenio que se firmaría en los próximos días (ver aparte). Un proyecto dirigido a la prevención y sanción del acoso callejero se presentó en 2015 pero no tuvo tratamiento en el Congreso.

“Son unos genios. ¿Las molestan? Las aparatamos. ¿Fiesta electrónica con drogas y muertes? No más fiestas electrónicas. ¿Quilombo en el fútbol? No más hinchas visitantes. Y así”, fue uno de los comentarios en Facebook. “Y es que es más fácil que ponerse a laburar posta para enseñarle a los tipos que no tienen que violar, acosar, etc. Es vergonzoso esto que propuso esta mina. Mañana sigue que no podamos ponernos más un short o pollera para “evitar” que nos violen o maten. De una boludez extrema es esto”, decía una joven. “Tamo’todo’loco!!!!! Falta q Ocaña diga algo onda “el ghetto las hará libres”...”, opinaba un varón. “Es seguir legitimando el machismo”, decía una chica. “Se deja la puerta abierta a que digan... “si te tocaron, es porque no quisiste viajar en el vagón exclusivo” o sea, no te quejes, pq te lo buscaste”, escribió otra mujer. “Qué vicio que tiene la sociedad con buscar “tapar” las consecuencias y nunca ocuparse de las causas!!”, posteó otra joven. “Esto es un bozal a un perro que muerde; lo retiene pero no lo hace menos violento”, dijo otro varón.

El proyecto de la diputada del bloque Confianza Pública propone que funcionen los vagones exclusivos femeninos de lunes a viernes de 7 a 10 y de 17 a 19. Una propuesta con el mismo espíritu la había presentado en 2010 el diputado del PRO Gerardo Ingaramo, (quien falleció en 2011), con la idea de empezar con los vagones exclusivos para mujeres en la línea H y luego extenderlas al resto de la red. Nunca llegó a debatirse. En realidad, ambas iniciativas copian medidas similares que ya existen en países como Japón, Brasil, India, Filipinas, y México. En Malasia e Israel se han implementado por razones religiosas.

Las críticas se multiplicaron también entre voces del feminismo. Consultada por Página/12, Diana Maffía, coordinadora del Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad, dijo que la propuesta “pone la solución en la segregación de las mujeres, y eso coarta la libertad de ellas y es estigmatizante para todos los varones”. Además, agregó, “las mujeres deben estar seguras en todos los lugares, y obviamente si el transporte es público es responsabilidad del Estado asegurar que no serán molestadas allí como cualquier otra persona que viaje”. Y señaló que la iniciativa “parece presumir que todos los varones son acosadores”. En síntesis, apuntó, “no me parece una solución. Hay que educar a los varones para que no dispongan como propiedad del cuerpo de las mujeres, y hay que asegurarles a las mujeres una vida libre de violencia en todas partes tomándose en serio sus denuncias”.

También objetó el proyecto María Elena Naddeo, directora de Niñez, Adolescencia y Género de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad e integrante de la APDH. “La propuesta de Graciela Ocaña copia modelos de países superpoblados y grados de violencia extrema con índices muy superiores a los nuestros, como México. En Argentina y en la Ciudad de Buenos Aires en particular no podemos permitir este tipo de medidas. Separar a las mujeres en vagones especiales constituye una claudicación, una aceptación pasiva de que el Estado no tiene políticas para actuar frente a las situaciones de violencia”, consideró Naddeo. En diálogo con este diario, Naddeo señaló que “el gobierno de la Ciudad tiene mucho para hacer en materia de prevención de la violencia de género, en realidad poco se ha hecho en los últimos años”. “Hay que insistir en ampliar y desarrollar los modelos educativos que incluyan la cultura no sexista, en fortalecer dispositivos eficaces para la persecución real de agresores sexuales y violentos en general. Y en los subtes en particular, ampliar los recorridos, continuar con el plan estratégico que se ha retrasado inexcusablemente, generar mayores espacios de ventilación y aire acondicionado sólo existentes en algunos vagones y en escasas estaciones”, indicó la ex legisladora porteña.

La antropóloga feminista Mónica Tarducci se preguntó por qué no luchar para que todas las ciudades sean seguras para las mujeres. El proyecto de Ocaña, dijo a este diario, le recordó a una manifestación que tuvo lugar una noche, en Roma a fines de 1976 donde las feministas tomaron las calles al grito de “riprendiamoci la notte, riprendiamoci la vita” (retomemos la calle, retomemos la vida). Me parece que hay que tender a eso”, en lugar de, anunciar “proyectos marketineros que parecen fortalecer una visión de que las mujeres, para estar seguras, tienen que aislarse”.

Durante su gestión al frente del Ministerio de Salud, como parte del gabinete del gobierno de Cristina Fernández, Ocaña no mostró mucha preocupación por los derechos de las mujeres: se opuso a garantizar el aborto no punible, incluso a niñas que habían sido violadas. En el último tiempo, denunció sobreprecios en el Plan Qunita que buscaba entregar a 150.000 madres de recién nacidos una cuna y un set de porta bebé, cambiador, ropa, bolso materno, chupete, sonajero y libros para estimular el desarrollo temprano. La idea era hacer una caja similar a un emblema de la política nórdica con el baby box de Finlandia. El gran problema es que ahora, por críticas de corrupción y seguridad, se desarmaron las cunitas, pero no se las reemplazaron por otras con mejor diseño o precios. La entrega gratuita de cunas se cerró el 14 de abril del 2016 por una resolución del Ministerio de Salud. Y miles de mujeres de sectores más vulnerables se quedaron sin ese apoyo fundamental a la hora de la llegada de un bebé a la familia.

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El proyecto propone que los vagones exclusivos funcionen de lunes a viernes de 7 a 10 y de 17 a 19.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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