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Después del contagio masivo, comenzó el reparto de culpas. El brote de enterocolitis que afectó a más de mil personas en la localidad bonaerense de Rojas provocó ayer la primera baja: el intendente Norberto Aloé pasó a disponibilidad al encargado de la planta de suministro de agua de ese municipio, Horacio Castro, y dispuso el sumario de los funcionarios de ese organismo para determinar las responsabilidades en la falta de limpieza y de mantenimiento en la red. Es que diez días antes de desatarse el brote, la planta había disminuido la clorificación diaria del agua, según confirmó el intendente a Página/12. Pero tampoco faltó el “mea culpa”. El jefe comunal asumió la “responsabilidad política” de la contaminación, ya que es el municipio el encargado de mantener “el sistema en condiciones”.
Pese a que el brote fue producido por la falta de mantenimiento en las instalaciones donde se extrae el agua que abastece a unos 26 mil ciudadanos, Aloé aseguró que los análisis del agua, 15 días antes del episodio, habían dado bien. El intendente desmintió que técnicos bonaerenses lo hayan advertido sobre las fallas en el sistema 20 días antes del brote, tal como se informó el último martes. Sin embargo, admitió que “desde hace años, se dice en Rojas que la planta anda mal”.
Hoy, los vecinos de la localidad no pueden tomar el agua de la canilla. Recién ayer el tanque comenzó a ser limpiado, luego de haberse encontrado parásitos y bacterias, aunque tampoco descartan “la existencia de virus”, según deslizó el ministro de Salud bonaerense, Ismael Passaglia. El restablecimiento del servicio de agua potable “es cuestión de días”, aseguró el ministro. Para la limpieza y reacondicionamiento de la planta, el Ministerio de Servicios Públicos bonaerense anunció que brindará “apoyo económico y técnico”.
Las víctimas de este brote fueron afectadas con las bacterias Shigela y Giardalambia. Aunque quedaban menos de 30 personas internadas, ayer ingresaron al hospital unos 260 pacientes con los síntomas de la afección, diarreas y vómitos. Pero según reconoció Passaglia, esta contaminación “pudo haber sido mucho peor, al punto que pudo haber provocado muertes”.
El sistema funciona con ocho bombas que, en un primer estudio, “no mostraron fallas” –según Aloé– y un tanque que estaba sucio. “Se está haciendo un estudio a fondo para determinar donde había problemas”, dijo el intendente. Lo cierto es que “el sistema no tiene mantenimiento desde hace mucho tiempo, quizá, 20 años. Los caños de agua pierden, las llaves y los filtros están en mal estado”, confirmó.
En Rojas, dos camiones del Ejército continuaban ayer utilizando un pozo de una empresa cerealera, ubicada a 4 kilómetros de la ciudad, para abastecer de agua a la población luego de potabilizarla y envasarla en sachets.