SOCIEDAD

El clásico de primavera, mojado por la llovizna

Aunque el clima no ayudó, miles de estudiantes festejaron su día en los diversos parques, principalmente en Palermo. Hubo música, picnic y reparto de preservativos. Y ningún incidente.

 Por Horacio Cecchi

Que primaveras eran las de antes es dicho de viejo. Por eso, mejor decir que las de ahora son otra cosa, cuestión que es sociológica, generacional y quizás hasta meteorológicamente correcta: en comparación con primaveras de años anteriores, la que se inició ayer lo hizo bajo un manto de humedades y llovizna no suficientes para aguar la fiesta de miles de jóvenes, pero sí para diezmar presencias. Igual hubo picnics y picaditos bajo la garúa. Los vendedores ambulantes supieron hacer su día; jóvenes del gobierno porteño repartieron plásticos (para residuos), jóvenes del Ministerio de Salud repartieron plásticos (de uso personal) con cursillo tecno-didáctico incluido y jóvenes evangélicos repartieron sermones de fe musical en Jesucristo. En el Rosedal, un clásico de primavera, hubo abundancia de uniformes: médicos, repartidoras de profilácticos, organizadores evangelistas y, especialmente, policías que paseaban en moto o patrullero no se sabe si custodiando descontroles de birra y faso o relojeando jovencitas de pelos rojos y pupos piercing.
Durante la mañana ya lo había advertido con suerte diversa el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra. Por un lado, cuando dijo “hagamos fuerza para que no llueva”; por el otro, cuando informó sobre el operativo preventivo que “especialmente buscará impedir la venta ilegal de bebidas alcohólicas”. Llover, lo que se dice llover, no llovió; la garúa y el cielo color de plomo redujeron en parte la afluencia de jóvenes a Palermo, pero por el lado positivo, el operativo preventivo alcanzó para evitar que no lloviera alcohol, como había ocurrido en otras primaveras cuando el tetra calentado al sol hizo estragos entre las multitudes.
Al mediodía, un centenar de promotoras del Ministerio de Salud avanzó sobre los bosques de Palermo, también con el objetivo de un operativo preventivo. En una mano llevaban banderas en las que se leía: “Frente al sida cuidémonos todos”. En la otra, profilácticos. Distribuyeron 60 mil (de estos últimos), previo taller didáctico de colocación protectiva, que concentró quizá más miradas que el propio escenario destinado al festival musical. El propio ministro Ginés González García se hizo presente en la repartija instructiva y anunció que durante la semana se entregarán 300 mil profilácticos. Proporcionalmente, los talleres concentraron mayor atención que la música: allí donde se abría la clase de inmediato se concentraba un centenar de curiosos, apretujados con la excusa de escuchar mejor, con sonrisas apenas contenidas cuando el látex empezaba a estirarse en los dedos del maestro/a y que se desataban al punto de la admiración comparativa cuando el látex llegaba a cubrir desde la punta de los dedos hasta el codo del instructor/a.
También la ex diputada socialista María José Lubertino se hizo presente para promover la educación sexual en las escuelas públicas. Lubertino y un grupo de colaboradoras taparon la boca de las estatuas con carteles que decían: “De esto sí se habla. Educación sexual en todas las escuelas”.
En el Rosedal, como todas las primaveras, la música fue el telón de fondo. El escenario se montó en la esquina de Sarmiento y Figueroa Alcorta, frente al Planetario. La convocatoria se hizo bajo el lema “Primavera sin violencia”, fue organizada por grupos de la Iglesia Evangélica Bautista y auspiciada por la Secretaría de Cultos porteña y la Dirección Nacional de la Juventud. Por el escenario pasaron Alterantiva, Puerto Seguro, Año Cero, Templo, Mike & Desafiados, Todos para Uno, Big Sound, Jake y La Gospel. Alrededor del escenario se fue concentrando, con el pasar de las horas, una multitud de jóvenes dispuestos a cumplir el trato de pasar el rato sin tomar un tetra. Para ayudar en la materia, el circuito del Rosedal fue recorrido en forma permanente por inspectores municipales que controlaron la prohibición de venta de alcohol, además de las clásicas comisiones policiales que detectaron un par de pungas inmediatamente detenidos y un helicóptero que sobrevoló la zona por si acaso. Hubo festejo también en la Costanera Sur, y en todas las plazas porteñas, especialmente en los parques Sarmiento, Regatas y Roca.

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En Palermo hubo clases para enseñar a usar un preservativo.
 
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