SOCIEDAD › MADRID EXPULSA A UNA CHICA AUNQUE SU FAMILIA ES ESPAÑOLA

Si es argentina, la respuesta es no

Myrian es argentina y tiene una historia peculiar. Abandonada por su madre biológica, fue criada por la segunda mujer de su padre, española al igual que su medio hermano. Instalados en España, intentaron gestionar los papeles, sin éxito. En noviembre a Myrian le llegó la orden de expulsión. Desde entonces, vive escondida.

 Por Alejandra Dandan

La voz de alerta corre entre el pueblo de emigrados argentinos trasladados a España. Ellos comenzaron a difundir el caso de Myrian Débora Armesto, una argentina de 28 años que fue expulsada por el gobierno de España y ahora vive escondida en Villagarcía de Arosa, un pueblo de Pontevedra. La orden de deportación llegó el 22 de noviembre. Lleva la firma de Alejandro Millán, de la Subdelegación de Gobierno de Pontevedra y los argumentos parecen insólitos: la familia de Myrian es española y a ella la echan: “Me ataron de pies y manos –dice–: es como estar presa ¿me entendés?”. Si la policía la descubre, deberá pasar un mes en prisión y no podrá volver a pisar la Comunidad Europea en los próximos diez años. Su caso se está convirtiendo en una de las nuevas denuncias lanzadas en los foros de argentinos emigrantes. Estos sitios de Internet se hicieron poderosos como base de datos entre los que buscan irse y sirvieron como canales de difusión cuando España decidió expulsar a dos argentinos.
Myrian Armesto llegó a Pontevedra en abril del año pasado. Con ella viajó Sebastián Armesto, su medio hermano español. Los dos son hijos de Horacio Armesto, pero tuvieron una madre distinta. Y aquí la historia se complica: dos medios hermanos, un padre común y madres distintas: una española, la otra no.
Cuando tenía dos años, la madre natural de Myrian abandonó a su marido y a sus tres hijos. Desde aquel momento ella no supo más nada. De vez en cuando recibía alguna noticia de Paraguay, adonde se terminó trasladando. En tanto, su padre decidió volver a casarse. Esta vez eligió como compañera a una argentina con ciudadanía española: Zulema Ozón, madre del medio hermano de Myrian y la mujer que la crió desde entonces. Aunque su padre más tarde también dejó este matrimonio, Myrian quiso seguir viviendo con Zulema. Con ella está ahora en Pontevedra y a través de sus papeles Myrian tramitó los propios.
Para demostrar que están juntas desde entonces, es decir desde el `85 cuando Zulema asumió la tutoría, la familia presentó pruebas en la Delegación de Extranjería de Valencia. Zulema reunió documentos, la partida de nacimiento y hasta logró rescatar los boletines del colegio primario y del secundario de Myrian.
Mientras la causa avanzaba, las mujeres escucharon distintas propuestas en España. Algunos abogados opinaban que Myrian no lograría ni siquiera la extensión de la visa simplemente por el endurecimiento de las leyes de extranjería. En tanto, le pedían por ejemplo que buscara a su madre sanguínea para poder ser adoptada por Zulema. “Pero para la adopción me tengo que meter en un juicio, buscarla y además capaz que no quiere firmar y si yo quiero seguir acá hay leyes que la amparan como madre”, cuenta Myrian, quien se resiste a creer que, después de todo, esto pone en riesgo hasta la relación con Zulema, la única mujer que reconoce como madre: “¡Hace 26 años que vivo con ella, ¿qué se creen? Esto no es moco de pavo!”.
Pasó el resto del tiempo averiguando opciones, preguntando, abriendo expedientes, leyes y pidió consejos en todas las sedes administrativas. Ninguna dio resultado. Incorporó a su pedido una alternativa para que extendieran la visa. Algunos amigos de Pontevedra le hicieron un contrato de trabajo para facilitarlo, pero esa extensión también fue rechazada en el mismo documento que cayó en su poder el 22 de noviembre. Invocando el artículo 49 decreto 864/2001 del 20 de julio, el subdelegado advierte que “no se dan ninguno de los supuestos establecidos por la ley”. Por esa razón formula el punto 4 de la resolución: “Advertirle de la obligación que tiene de abandonar el país, una vez agotado el plazo legal de su estancia en España, a cuyos efectos concede un plazo de 15 días a partir del día siguiente de su notificación”. Eso todavía no ocurrió. Myrian se escondió, apoyada por una camada de gente de su edad que se mantiene en plena actividad desde el sitio inmigrantesargentinos.com. Zulema fue la primera que entró en contacto con los foros virtuales. Lo hizo cuando sintió que ya no había marcha atrás: tras la orden de expulsión de Myrian, su hijo Sebastián decidió irse de España. No tenía problemas con los papeles: desde hace 20 años, el día que nació, Zulema lo hizo ciudadano español como eran sus abuelos. Aun así, Sebastián se volvió a Glew, un barrio de la zona sur del Gran Buenos Aires, desde donde sigue su licenciatura en Historia. No quiso quedarse en España, “porque ahí no quieren a mi hermana”, explicó.
En pocos meses tal vez toda la familia estará de vuelta. Eso sucederá si no se revierte la situación de Myrian. Ella por ahora sigue escondida pensando cómo le dirá ahora a su otro hermano de ocho años: “Mirá –piensa en voz alta–: yo me tengo que ir porque no soy tu hermana. ¡Vinimos todos juntos y ahora tenemos que hacer un desparramo!”.

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Si la policía la descubre, Myrian pasará un mes en prisión.
 
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