SOCIEDAD › LE CAMBIARON LA IDENTIDAD, LEE, ESTUDIA Y RECIBE A SUS PADRES DE VISITA

Los días de Junior en un instituto

Detenido por la masacre de Carmen de Patagones, Junior está con otra identidad en un instituto de máxima seguridad.

 Por Raúl Kollmann

Seis meses después de la tragedia de Carmen de Patagones, Junior, el joven que mató a tres de sus compañeros de colegio, permanece recluido, con otra identidad, en un instituto de menores de máxima seguridad de las inmediaciones de La Plata. El régimen es cerrado, lo que significa que no sale del instituto por ningún motivo, y según revelaron fuentes judiciales, se le asignará un tutor para que dé en forma libre las materias del secundario. Los otros 29 menores alojados en el instituto cometieron delitos graves, el más leve, asalto a mano armada, y los que estudian están en el nivel primario. Junior es introvertido, juega sólo al ajedrez, lee mucho, casi no habla con nadie y es de los pocos –menos de cinco– que reciben la visita de sus padres.
Aunque los familiares de los chicos muertos y heridos han reclamado una y otra vez que Junior sea alojado prácticamente en una cárcel, la jueza se mantuvo firme y resolvió que el adolescente fuera trasladado desde la unidad de la Prefectura en Bahía Blanca a un instituto de menores de máxima seguridad. Inicialmente la magistrada pensó en un psiquiátrico, pero luego se inclinó por un establecimiento platense, cuyo nombre no se revela justamente para que nadie hostigue al adolescente. Allí, teóricamente, Junior está alojado con otra identidad, de manera que ni siquiera los otros internos sepan quién es. Esa es la forma en que lo intenta preservar. Sin embargo, en este tipo de institutos tarde o temprano las cosas trascienden y la visita semanal de los padres terminó de confirmar el rumor que ya tenían los otros jóvenes recluidos.
La cuestión del estudio se convirtió en un problema de complicada resolución. Los otros adolescentes alojados en el instituto y prácticamente todos los menores de todo el país que están en esa situación provienen de hogares de enormes problemas y casi no se registran casos de internos que hayan terminado la escuela primaria. En el lugar en el que está Junior ninguno tiene nivel secundario, él es el único.
Como es obvio, a Junior no lo podían llevar todos los días a un colegio secundario, no sólo por lo engorroso del traslado sino fundamentalmente porque después de lo ocurrido en Carmen de Patagones la jueza consideró más que un riesgo que el joven volviera a un colegio donde pudiera tener el mismo ataque que tuvo en el sur. Por ello, se está buscando implementar el sistema de tutor, es decir que un profesor concurrirá al instituto para ayudar a Junior en sus estudios y éste dará las materias en forma libre.
El Ministerio de Desarrollo Social, que está a cargo de Juan Pablo Cafiero, y que tiene bajo su órbita los institutos de menores, debe cumplir con lo establecido por la magistrada. Eso significó, por ejemplo, alojar a Junior en un instituto de máxima seguridad. También, el joven debe recibir asistencia psicológica. Según trascendió de fuentes judiciales, en ese aspecto las cosas tampoco son sencillas: los psicólogos que tratan a Junior afirman que no le encuentran ninguna anormalidad. Por supuesto que en la escuela hace seis meses sufrió un brote, pero ahora lo perciben como un adolescente normal, aunque sumamente introvertido. Pasa las horas sin dialogar con el resto de los menores que están allí alojados, juega sólo al ajedrez durante horas y lee también durante horas, algo inhabitual entre los internos.
Según estadísticas penitenciarias, lo usual es que apenas el ocho por ciento de los presos reciba visitas de sus familiares en la cárcel. En el caso de los menores el promedio es parecido. En general, se trata de grupos familiares en gravísima crisis, con episodios delictivos, de alcoholismo o violencia. En muchos casos, alguno de los progenitores o ambos están preso. Y cuando esto no sucede, también está el dramático factor de que muchas familias ni siquiera tienen el dinero del boleto de colectivo o tren para ir a visitar al adolescente internado en el instituto. Eso hace que muy pocos chicos reciban visitas y Junior es al único que los padres van a ver todas las semanas.
Junior tenía 15 años en el momento en el que disparó contra sus compañeros, por lo que de ninguna manera puede ser condenado. Está bajo la tutela de la jueza de menores Alicia Ramallo y seguirá así hasta que cumpla la mayoría de edad. Aun en ese momento, no podrá haber condena penal, por cuanto un adolescente de 15 años es inimputable. El joven puede ser psiquiátricamente considerado peligroso y los peritos psicólogos podrían sostener que no es descartable que repita un brote. Sin embargo, con el correr de los años, es difícil que ese diagnóstico se mantenga. Lo habitual es que a un joven de sus características lo terminen dejando en libertad. Lo que está claro es que en ningún caso está previsto que vaya a una cárcel.

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En la masacre de Carmen de Patagones resultaron muertos tres chicos y otros cinco, heridos.
 
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