SOCIEDAD

Insultos y furia en la comisaría de Llavallol por el rehén muerto

El cortejo que llevaba a Claudio Barbarelli, el rehén muerto presuntamente baleado por la policía, se detuvo frente a la 4ª de Lomas. Familiares y amigos casi copan la comisaría. El subjefe de la Departamental intentó calmarlos. Luego se supo que es un ex represor.

El cortejo fúnebre con los restos de Claudio Barbarelli –el rehén asesinado el jueves bajo una balacera entre la policía y sus captores– se detuvo a la altura de Euskal Echea al 200, en Llavallol, justo enfrente de la comisaría donde trabajaban los policías acusados de su muerte por la familia. Llorando, Cristina Sandoval –viuda de Barbarelli– se bajó del auto y entró a la seccional: “¡Hijos de puta! ¡Qué hicieron!”, gritó. Junto a ella, los familiares, amigos y vecinos de Barbarelli increparon furiosos a los policías y golpearon cuanto objeto encontraron en el camino. “Se quedaron tan tranquilitos. ¡Cómo se nota que se mandaron una cagada!”, manifestó ayer la propia Cristina a Página 12. Ayer, con la autopsia al cuerpo de Barbarelli ya realizada, aún faltaban las pericias balísticas y planimétricas que determinarán el origen de los disparos.
La fila de autos abarcaba unas tres cuadras. El cortejo del “Tano” era acompañado por al menos cien personas. Su muerte dolió y mucho en Llavallol. “No era el entierro de una abuela. Era un pibe laburador que murió como un perro”, comentó su amigo Juan Carlos. Claudio Barbarelli trabajaba como repartidor de galletitas para Juan Carlos y otros fabricantes de la zona. Anteayer, murió dentro de su propio auto luego de que dos policías de la seccional 4º de Lomas de Zamora dispararan cerca de 40 tiros contra el vehículo en el que había sido secuestrado por dos hombres. Su cuerpo tenía 8 orificios de bala, uno mortal en la cabeza.
Casi a las 2 de la tarde, luego de realizado el velatorio a cajón semicerrado, el cortejo arrancó hacia el cementerio de Lomas, con la idea de pasar por Euskal Echea para realizar un breve repudio. Pero al llegar al lugar, lo breve se transformó en prolongado y la seccional se pobló de gritos de rechazo e insultos cuyo tono sólo podía subir ante la inmutabilidad de los agentes. Cristina Sandoval y las hermanas de Barbarelli, Elena y Franca, zamarrearon hasta donde les permitieron a los policías presentes mientras que su gente clamaba por justicia para Claudio y golpeaban los mostradores y las ventanas de la seccional. “¡Asesinos! ¡Ponen su vida delante de la de la gente!”, se les escuchó exclamar.
Pero eso no fue todo, y a la vuelta del entierro, algunos regresaron a la seccional con la idea de obtener respuestas para una muerte imposible. En la puerta los atendió Mario Mijin, subjefe de la Jefatura Departamental de Lomas de Zamora. El personaje, relacionado con la represión militar en los años de la dictadura (ver recuadro), salió decidido a apaciguar los ánimos.
–¿Usted no tiene familia acaso?, ¿sabe lo que es que a una le maten como a un perro a su esposo? ¡Son unos animales, unos asesinos!– lo increpó Elena Barbarelli.
–Señora, la entiendo. Nosotros también somos seres humanos. Si (los policías) son responsables, entonces van a pagar como deben por el hecho cometido –contestó Mijin con aires de comprensivo.
Los miembros de la Bonaerense involucrados en el caso, identificados como el subinspector Eduardo Córdoba y el cabo primero Roberto Macúa, fueron puestos en disponibilidad preventiva por orden del ministro de Seguridad de la provincia, Luis Genoud. No obstante, Córdoba y Macúa no fueron detenidos ya que formalmente la Justicia aún no les imputó ningún delito. El caso fue caratulado por el juez Eduardo Horacio Tubío como “robo calificado por el empleo de armas con homicidio resultante, abuso de arma calificado, atentado a la autoridad calificado, tenencia ilegal de arma de guerra y portación de arma ilegal de uso civil”. La carátula recayó solamente sobre los asaltantes detenidos, quienes fueron identificados como Víctor Emilio Medina, de 21 años, y Lucas Rodríguez, de 20. Medina y Rodríguez recibieron ayer el alta y fueron trasladados a una comisaría de la zona.
Informe: Darío Nudler

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Claudio Barbarelli, en una foto del álbum familiar. Tenía 35 años, era casado, con dos hijos.
 
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