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Comisario con legajo oscuro

“Debajo de este uniforme somos seres humanos”, decía el comisario tratando de establecer cierta empatía con la mujer rubia que le gritaba. La señora era la hermana del rehén que murió el jueves acribillado a balazos por la policía. El comisario es el segundo jefe de la departamental de Lomas de Zamora, Mario Mijin. Cristina Gioglio miró la escena por televisión. Había conocido a Mijin hace veinticinco años, cuando estaba detenida ilegalmente en el centro clandestino de detención platense “Arana”. Allí, el hombre era uno de los tres oficiales a cargo de la guardia de los prisioneros. En 2000, Mijin fue llamado a declarar en el Juicio por la Verdad que lleva adelante la Cámara Federal de La Plata. El policía reconoció haber estado en “Arana”. Pero sólo admitió haber llegado hasta la puerta. “Hacía guardias en la parte externa”, aseguró. Sobre los desaparecidos que estaban alojados allí, el actual segundo jefe de la departamental de Lomas afirmó: “Sabía que había detenidos, pero a disposición del Poder Ejecutivo”. Y negó cualquier relación con torturas, secuestros, asesinatos y desapariciones. A Gioglio, con quien tuvo trato directo dentro del campo de concentración, le cuesta reconocer la humanidad de Mijin.

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