SOCIEDAD › POLICIA COMPROMETIDO EN EL CRIMEN DE UN CHICO

“No dispare que no hice nada”

“No dispare más que yo no hice nada”, le rogó Leandro Bazán, un chico de 13 años, desde el suelo, al policía que le había efectuado el disparo que resultó mortal. La frase la dio a conocer un testigo en la primera jornada del juicio oral por el caso ocurrido en 2001, cuando el joven fue asesinado por un suboficial de la Bonaerense que se resistió a un asalto, en la localidad de Gerli. El policía está acusado de homicidio culposo (por error o accidente), pero la familia quiere que sea condenado por homicidio simple con dolo eventual.

El testigo, un vecino que vive a 20 metros de donde ocurrió el hecho, complicó así la situación del ex suboficial de la Policía Bonaerense Daniel Moronio, de 33 años, que comenzó a ser juzgado ayer por el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de Lomas de Zamora.

“Hoy (por ayer) comenzó el juicio. El hecho ocurrió prácticamente a la salida de la casa del testigo que vivía a dos casas del policía. El contó que escuchó alrededor de cuatro tiros y vio por debajo de la puerta a dos personas corriendo. Luego dejó de escuchar tiros, entreabrió la puerta y vio al policía arrodillado apuntando hacia el auto y mi hijo tirado. Según el testigo, en ese momento mi hijo le pidió que no dispare más. Ya había recibido el tiro en el pecho”, relató a Página/12, dolorido, el papá de Leandro, Julio Bazán.

Leandro, de 13 años, fue asesinado el 28 de noviembre de 2001 por la tarde, cuando se dirigía a una casa de computación para realizar un trabajo para la escuela. El hecho ocurrió en la localidad de Gerli, partido de Avellaneda, donde Moronio fue asaltado en la puerta de su casa por dos delincuentes que le quisieron robar su automóvil Renault Clío.

El suboficial, quien en ese momento estaba franco de servicio y vestido de civil, extrajo su arma y comenzó a disparar contra los asaltantes. El chico pasaba por el lugar y recibió un balazo en el pecho con orificio de salida, que le causó la muerte, según reveló la autopsia. El testigo explicó ante los jueces que al momento del hecho él se encontraba en el garaje de su casa cuando escuchó cuatro disparos, observó por debajo del portón que dos personas pasaban corriendo y cuando se asomó a la calle vio a Leandro tendido y al policía arrodillado en la vereda, momento en que escuchó las palabras del chico baleado.

El juicio pasó a cuarto intermedio hasta el jueves 1 de junio. “El listado es de 15 testigos, por lo que estimo que será rápido”, explicó el papá. “El relato del primer testigo fue muy prolongado ya que hizo un gráfico de la posición del policía y de mi hijo. Aportó un montón de datos”, señaló el papá.

En el debate, también son juzgados por tentativa de robo los dos presuntos delincuentes acusados de intentar robarle el auto al policía, de apellidos Aguirre y Barroso. Los tres imputados llegaron al juicio en libertad, Moronio porque si bien al principio estuvo preso por homicidio simple, luego fue favorecido con un cambio de carátula a homicidio culposo, y los supuestos ladrones fueron excarcelados porque pasaron más de tres años en prisión preventiva.

La clave del juicio es determinar si se trató de un caso de “gatillo fácil” en el que el policía disparó injustificadamente cuando no corría riesgo su vida, o si lo hizo en legítima defensa.

“Nuestro abogado propondrá el cambio de carátula y que sea dolo eventual para que nos lleve a una condena que no ha cumplido. Sólo estuvo 10 días preso, pasaron 4 años de proceso y él sigue haciendo su vida”, sentenció el papá de Leandro. El homicidio simple con dolo eventual tiene una condena de 8 a 25 años, mientras que el homicidio culposo posee una pena máxima de seis años y es excarcelable.

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