SOCIEDAD › EN ARGENTINA, SOLO UNO DE CADA DIEZ HIPERTENSOS CUMPLE CON EL TRATAMIENTO

El mejor paciente es el cumplidor

Los médicos llaman “adherencia” al mayor o menor cumplimiento de sus indicaciones, un factor decisivo en pacientes hipertensos y diabéticos. Un estudio revela que la adherencia es más baja en hombres, en jóvenes o en tratamientos con muchas dosis diarias. Los especialistas analizan el rol de la familia, los médicos y el sistema de salud.

 Por Pedro Lipcovich

Sólo uno de cada diez hipertensos en la Argentina cumple con el tratamiento indicado. Este dato sirve para introducir la cuestión de la “adherencia”, el mayor o menor cumplimiento de las indicaciones médicas, cuestión decisiva en enfermedades o condiciones como la diabetes, la infección por VIH o la hipertensión misma, que pueden prolongarse durante muchos años sin causar síntomas hasta que, a veces demasiado tarde, se desencadenan. Un reciente estudio internacional reafirma que la adherencia a los tratamientos es más baja en los hombres que en las mujeres, más baja en los jóvenes que en los viejos; que disminuye cuanto más veces por día hay que tomar medicamentos, y cae cuando la familia no apoya a la persona en su tarea de cuidarse. Más profundamente, la cuestión de la adherencia pone en tela de juicio los sistemas de atención médica: una institución que ofrezca al paciente la posibilidad de consultar por teléfono a su médico cuando un medicamento “le cae mal”, ahorrará costos a largo plazo porque, al haber más adherencia a los tratamientos, habrá menos internaciones. En general, examinar cuidadosamente este tema permite rotar la atención, desde el “incumplimiento” del paciente hacia el incumplimiento de los médicos y sus instituciones para generar las mejores condiciones de adherencia.

Según un estudio publicado en la revista Current Hypertension Reports, en Estados Unidos, menos de un tercio de los adultos hipertensos tiene su presión sanguínea adecuadamente controlada. “Sin embargo –comentó Jorge Lerman, jefe de la División Cardiología del Hospital de Clínicas–, Estados Unidos es, en hipertensión, el país donde los pacientes tienen más adherencia a los tratamientos.” El especialista destacó que “en todo el mundo, la adherencia a los tratamientos por hipertensión es baja”, y precisó: “Aun en los países del Primer Mundo, casi la mitad de los hipertensos no saben que lo son; de los que sí saben, sólo la mitad cumple los tratamientos”. En la Argentina, “el grado de adherencia se estima en el 20 o 25 por ciento de los que se conocen hipertensos”, que a su vez son menos de la mitad del total.

En el Journal of Human Hypertension acaba de publicarse un estudio llamado “Identificación de factores psicosociales de no cumplimiento en pacientes hipertensos”. El equipo de investigadores, de la Universidad de Malasia y del Departamento de Epidemiología del Royal College de Irlanda, tomó un total de 240 pacientes hipertensos, de los cuales el 55,8 por ciento no cumplía con la medicación. Los resultados, confirmando estudios anteriores, verificaron que, cuanto más joven es el paciente, menos va a cumplir; que las mujeres son más cumplidoras que los varones (“En general, las mujeres prestan más atención a su salud, consultan más al médico y cumplen más las prescripciones”, observó Lerman), y que, a mayor nivel socioeconómico, mejor cumplimiento de las indicaciones médicas. También inciden la cantidad de pastillas que la persona deba tomar y, en general, la complejidad del tratamiento. Y se destaca la importancia del “apoyo familiar” y de la “buena relación del paciente con el médico y con el sistema de salud”.

Jorge Galperín –titular de medicina familiar en la Universidad Favaloro– destacó como central, para la adherencia a los tratamientos, “la relación médico-paciente” pero vinculó esto con las condiciones bajo las cuales se practica la medicina: “Si a un paciente le recetan un medicamento y, a la tercera pastilla, le empieza a caer mal al estómago, si tiene el teléfono o el mail del médico puede llamarlo para decírselo y, a partir de eso, el médico puede negociar con el paciente, tal vez para que tome el medicamento con las comidas si lo tomaba en ayunas; pero, si para eso tiene que volver a ir a un hospital y sacar número a la madrugada para que lo atienda otro médico, es probable que abandone el tratamiento”.

Por otra parte, comentó Galperín, “y ya que se trata del caso de la hipertensión, hay que recordar que, primero, están las medidas nofarmacológicas como bajar de peso, comer menos sal, hacer actividad física; sólo si no bastan, se recurre a la medicación. Pero recetar una pastilla lleva 20 segundos mientras que hablar con el paciente para que baje de peso o deje de fumar requiere mucho más tiempo”. Para estas medidas no farmacológicas, la cuestión de la adherencia es todavía más difícil que para los fármacos, “y claro que importa el apoyo familiar: si una persona debe comer sin sal y su pareja se fastidia porque eso le da más trabajo, la adherencia es improbable”.

Otra cosa que disminuye el cumplimiento de la indicación, tan difícil cuando se trata de seguir dietas, es “el hecho de que no sean personalizadas: si se le entrega una hoja impresa, lo cual es muy frecuente para las dietas, es menos probable que el paciente lo acepte”, señaló Galperín, y observó que “en general los cambios de estilo de vida deben ser graduales y negociados con el paciente, que debería participar activamente en el plan que deberá cumplir: por ejemplo, en lugar de prescribirle una dieta minuciosa, el médico puede preguntarle cuál es su alimentación habitual y entre los dos hacer los ajustes necesarios”.

“Las facultades de Medicina –observó Galperín– no suelen incluir el tema de la adherencia a los tratamientos en la enseñanza: los alumnos no suelen ver pacientes en continuidad, ya que lo habitual es que roten por servicios y especialidades, lo cual dificulta observar el cumplimiento o no de las indicaciones. Esto es lamentable porque una entrevista médica confusa, con comentarios paradójicos –por ejemplo, “No es grave, pero debe seguir estrictamente estas indicaciones”–, puede conducir al abandono.”

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Casi la mitad de los hipertensos no sabe que lo son; de los que sí saben, sólo la mitad cumple los tratamientos.
 
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