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El “Irízar” también quedó varado a la espera de que mejore el clima

El rescate del buque alemán en la Antártida se complicó. Por los hielos, el rompehielos argentino debió detener la marcha. El “Magdalena Oldendorff” podría quedar allí todo el invierno.

Los augurios, poco optimistas, se confirmaron: salir está siendo más difícil que entrar. Esa es, al menos, la inmediata conclusión que puede sacarse de las aventuras del rompehielos argentino “Almirante Irízar” en aguas antárticas con las que intenta rescatar al buque alemán “Magdalena Oldendorff”. Ayer, tres días después de iniciadas las maniobras de regreso con el “Oldendorff” a su retaguardia, el rompehielos debió detener la marcha al enfrentar condiciones climáticas más que adversas: térmicas de más de 30 grados bajo cero y una compactación acelerada de los hielos, que ya superan los 2 metros de espesor. En la Armada consideran como una posibilidad “muy remota” que el “Irízar” finalmente deba aguardar hasta el final del invierno –comienzos de noviembre– para retirarse del lugar. Aunque se trata de una alternativa contemplada desde el principio.
“Ahora se viene lo más difícil. Los campos de hielo seguirán creciendo y, además, es más difícil navegar con dos buques en lugar de uno”, advertían el último viernes los comandantes del “Irízar”, Héctor Tavecchia y Raúl Belmuyal, unas horas después de ubicarse a la par de la nave alemana. La euforia de haber cumplido exitosamente con la primera etapa de la misión, abastecer de víveres y combustible a la tripulación varada desde el 11 de junio pasado, no iba más allá del momento. Es que los responsables de la misión Cruz del Sur sabían de los obstáculos con que podían encontrarse y, de hecho, se toparon.
“Las condiciones climatológicas y glaciológicas volvieron a empeorar: aunque los vientos se mantuvieron en 8 nudos, las temperaturas bajaron mucho respecto de los últimos días y se registraron térmicas que en menos de un minuto congelan la piel. Como consecuencia, se encontraron con una rápida compactación de los hielos que obliga a modificar la estrategia de salida a cada momento”, detallaron los voceros de la Armada.
Hasta ayer a la tarde, el convoy conformado por ambos navíos se encontraba detenido y apenas había llegado a recorrer unas pocas millas en dirección Norte, para tener que detenerse en las latitudes 69 grados sur y 2 grados oeste. “El problema no es tanto del ‘Irízar’ como del ‘Oldendorff’. Aunque es una opción que no puede descartarse, hoy por hoy no se piensa en la posibilidad de que el ‘Irízar’ deba pasar el invierno en la zona, ya que por su cuenta podría navegar entre los hielos. Lo que sí está en duda es si el ‘Oldendorff’ podrá seguirle el paso o deberá esperar a que se produzca el deshielo para abandonar el lugar”, aseguró una fuente, quien explicó que las capas de agua congelada que rodean a las embarcaciones “tienen un espesor de más de dos metros” y están compuestas por lo que se denomina “hielo viejo”, cuya compactación muestra mayor resistencia a los embates del rompehielos argentino que los hielos nuevos que éste debió atravesar para llegar al “Oldendorff”.
El parte oficial de la Armada, al que Página/12 tuvo acceso, agregaba además que el campo de hielo viejo conformado en la zona se presenta “casi sin aberturas y con témpanos de diversos tamaños” por lo que “ambos buques mantienen sus posiciones a la espera de una mejora en las condiciones meteorológicas y glaciológicas que les posibilite la exploración de posibles rutas entre los hielos para la navegación en convoyado”.
El “Irízar” cuenta con combustible suficiente para dar la vuelta al mundo, víveres para un año y dos helicópteros, que, en el peor de los escenarios, podrían volar hasta tomar contacto con un tercer buque de apoyo.
Informe: Darío Nudler.

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El salvataje fue interrumpido por las malas condiciones climáticas y la compactación del hielo.
 
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