SOCIEDAD › VOLVER A LOS RECUERDOS DE AQUEL DíA

Archivos de la memoria

- Luis Alberto Quevedo. Sociólogo, especialista en medios de comunicación e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). “No pertenezco a la cofradía de refutadores de leyendas. Para mí el hombre pisó la Luna. Sin embargo, mi historia sobre ese 20 de julio es muy rara. Soy uruguayo y en el ’69 vivíamos con mis viejos y mis cuatro hermanos en Montevideo, en el barrio Parque Rodó. Poco antes de que empezara la transmisión, se cortó la luz. En seguida con mis hermanos salimos a la calle, pero el apagón era general, abarcaba a todo el barrio. ¿Cómo perderse un acontecimiento espacial y social de esa magnitud? Entonces, les pedimos a mis padres que nos dejaran ir a la casa de algún amigo que viviera un poco más lejos, donde no llegara el corte. Pero, como serían cerca de las once de la noche, nos mandaron rápidamente para casa. Terminamos sentados los cuatro frente a una radiecita, bajo la luz de un farol, escuchando cómo un locutor describía el alunizaje de la Apolo XI. Literalmente, nos imaginamos el descenso, porque la transmisión radial copiaba lo que se emitía en la tele. La voz de Armstrong estaba entrecortada, como cuando escuchábamos los partidos de la Libertadores. Igual, sigo creyendo que los norteamericanos llegaron a la Luna.”

- Jorge Asís. Escritor y ex secretario de Cultura de la Nación durante el gobierno menemista. “En 1969 trabajaba como balancero en un depósito de Lanús Oeste. Con los muchachos del depósito seguimos la transmisión de la llegada del hombre a la Luna por un televisorcito blanco y negro. De todas maneras, el tema no me interesa para nada.”

- Marta Minujin. Artista plástica. “No recuerdo si estaba en Buenos Aires o en Nueva York. Pero, el día que llegaron a la Luna, fue el momento en que me enteré que habían paralizado la Tierra. Cambió mi rumbo y el rumbo del arte: lo que se podía hacer con los mass media era una cosa maravillosa. Era un cambio fundamental del siglo XX. Fue una gran obra de arte mundial, aunque después fue una desilusión que no hubiese nadie en la Luna, alguien para intercambiar ideas con respecto al Universo. Vi el descenso de la nave espacial en un televisor blanco y negro y quedé estupefacta. Lo importante es que fue un acontecimiento que vimos todos al mismo tiempo. Al llegar el hombre a la Luna se achicó el Universo, en ese momento todo se globalizó. Después todos los astronautas se volvieron locos. Parece que la innovación científica siempre raya a la gente.”

- Alberto Kornblith. Profesor de Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. “El 20 de julio de 1969 estaba en Sierra de la Ventana, en un campamento de vacaciones de invierno del colegio secundario. Lo raro es que ese invierno nevó. Con algunos de mis compañeros del Colegio Nacional de Buenos Aires hicimos el descenso con nieve hasta las rodillas. Cuando bajamos, fuimos hasta el pueblo de Tornquist, un centro agropecuario que tenía algunos bares. Sentados en un bar, tomando unas cervezas, vimos las imágenes de Armstrong dando saltos en la Luna. Me produjo mucha curiosidad, pero no demasiada admiración. En esa época, no le veía mucho sentido a la conquista del espacio. Además, no había un choque cultural, porque ya se sabía que en la Luna todo era árido. No había sorpresas. Lo que más disfruté, porque verdaderamente era lo más atractivo, fue la posibilidad de reproducir imágenes desde un satélite natural. Eso fue el hito.”

- Angel Bargas. Ex defensor del equipo de Chacarita campeón del Torneo Clausura de 1969. “Cuando la nave descendió me pareció extraordinario. Hoy sería una misión casi imposible, porque por lo que costó todo el viaje, no sé si sirvió para algo. Pero aunque ahora uno lo minimice fue un evento espectacular. Estábamos con (Franco) Frasoldati, (Eliseo) Petroccelli, el doctor (Carlos) Dangelo y (Rodolfo Manuel) Orife, en un bar cerca del club. Vimos toda la transmisión de la llegada en un televisor blanco y negro. La gente estaba emocionada, pero nosotros lo tomamos un poco en broma. Uno se preguntaba si habría chicas en la Luna. Después, nos sorprendimos pensando para qué hacían todo eso los norteamericanos, para buscar petróleo, agua, otras vidas. Ahora, igualmente no importa, porque nosotros tuvimos nuestro extraterrestre: el Diego.”

- Torcuato Di Tella (hijo). Historiador. “El 20 de julio del ’69 estaba en mi casa, en Buenos Aires. Pero no lo vi por televisión. Ni siquiera me acuerdo qué estaba haciendo en ese momento. Porque el tema no me interesaba y sigue sin interesarme. Pienso que se trata de un tema netamente bélico. Lo único que importaba en ese momento era capacitar las armas y ganarle al enemigo. De todas maneras, creo que efectivamente el hombre pisó la Luna, aunque no los haya visto. Porque las teorías conspirativas me parecen ridículas. Igualmente, el descenso de los norteamericanos lo vi alguna otra vez haciendo zapping. Pero nunca le di importancia. Fue parte de la Guerra Fría como también del armamentismo de las grandes potencias. Tampoco me interesó como acontecimiento cultural, se trató de una situación creada por y para la industria armamentista. La idea era probar las armas para la destrucción masiva.”

- Felisa Pinto. Periodista de modas y habitué del Instituto Di Tella en los ’60. “La transmisión de la llegada del hombre a la Luna fue todo un evento. Nos juntamos en Barrio Norte, en la casa del amigo rico, que era el que tenía en ese momento televisor: comimos, tomamos y nos divertimos. Aunque éramos 15 intelectuales, nos tomamos el acontecimiento medio a la chacota: nada de charlas científicas o filosóficas. Fue puro divertimento. Estábamos visualmente encantados, fascinados, por ver eso en la televisión. En realidad, creo que me impresionó más, por ser zurda, el viaje de la perra rusa. Después del descenso del Apolo XI, tuve mi primer televisor. Me parece que esa transmisión televisiva abrió el espacio a la imagen y bajó el precio de los aparatos. Después, toda manifestación cultural se relacionó con la llegada del hombre a la Luna. El diseño de mi única colección de modas fue inspirado en esa temática.”

- Jorge Aliaga. Doctor en Física y decano de la Facultad de Ciencia Naturales y Exactas (UBA). “Cuando el hombre pisó la Luna, yo tenía 10 años. Mi recuerdo, entonces, está un poco sobredimensionado. Me acuerdo que era de noche, porque la transmisión solo la vi con mi mamá: la vieja me sentó frente al enorme televisor blanco y negro con los pies cruzados tipo indio. Muy probablemente, si hubiese sido más temprano, mi hermana hubiese estado despierta. Tampoco estaban mis amigos del barrio con los que a la tarde veíamos Piluso. En la localidad de San Miguel de entonces la dinámica de la vida diaria era bastante pueblerina: calles de barro, partidos de fútbol con los chicos del barrio. Y no era tan común que todos tuviésemos un televisor. Cuando vi que ponían el primer pie en la Luna fue impresionante, pero sobre todo y por cómo lo tomó mi mamá la sensación fue que estaba ocurriendo algo muy importante.”

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