SOCIEDAD

Una sobreviviente del sistema

Alika Kinan se define como sobreviviente del sistema prostibulario. Su abuela, su madre y sus tías, estuvieron en situación de prostitución. Hoy tiene 40 años y seis hijos: la mayor –que lleva su nombre–, de 15; el más pequeñito nació este año. Esta mujer, que fue a un “buen colegio alemán”, en Córdoba, que habla varios idiomas, se reparte entre el cuidado de sus hijos, el trabajo en la Universidad como administrativa y las tareas de su fundación, desde donde brindan asistencia y contención a “cualquiera que esté en el sistema prostibulario y quiera salir”, a partir de la articulación “con psicólogos, abogados y funcionarios dispuestos a brindar ayuda”, dijo Alika en una entrevista realizada meses atrás con este diario. En esa oportunidad contó que esperaba el juicio con “muchos sentimientos encontrados”. “Siento dolor, ganas de terminar todo, de que pase rápido, de que se haga Justicia, realmente Justicia, de que se tome conciencia y que sirva para muchas otras mujeres que han pasado por la misma situación”.

–¿Cómo llega a la prostitución? –le preguntó este diario en esa entrevista.

–Yo no entré en prostitución o al menos no supe lo que me estaba pasando hasta incluso pasado mucho tiempo. Siempre lo negué, me lo negué. A los 16 años mis padres se separaron, mi papá se fue de casa y quede con mi mamá y mi hermana. Con ellas nos fuimos a un pueblo de Córdoba, Cruz del Eje, donde no teníamos nada, ni para comer. Con mi mamá empezamos haciendo pan casero para vender. No duró mucho eso y ella se fue. Quedé sola a cargo de mi hermana, de 10 años. Tiempo después no pude sostener más la situación y me fui a Córdoba capital, donde una chica que estaba en una situación parecida a la mía me recomienda ir a un lugar donde se hacían masajes y supuestamente de vez en cuando se hacían despedidas de soltero o algo así. Yo todavía era menor de edad y estaba en una situación de extrema pobreza. Una de las chicas que estaba ahí conmigo, que viajaba periódicamente al sur me cuenta de un “boliche” que se estaba por inaugurar en Tierra del Fuego y que necesitaban chicas. Al poco tiempo ya me habían mandado los pasajes y no había mucho que pensar y fui.

Llegó a Ushuaia en 1996. La despersonalización comenzó a poco de pisar suelo fueguino, donde sus explotadores la rebautizaron como Carla y después la llevaron al casino para enseñarle cómo debía moverse. De paso la mostraban a posibles “clientes”. “A las que se portan mal las pasan de un boliche a otro, donde las condiciones empeoran. Es cuestión de vida o muerte”, contó.

Alika fue liberada el 9 de octubre de 2012, en un allanamiento al cabaret El Sheik. El primer legajo como alternadora para “trabajar” allí es de 1996. Hoy, con mucho acompañamiento psicológico, se rearmó como mujer y, al frente de su organización no gubernamental Sapa Kippa, milita por los derechos de las mujeres vulneradas y por el abolicionismo, ya que considera que la prostitución no es ningún trabajo.

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