SOCIEDAD › ESCRITURAS, RUBIES Y ORO EN ACTAS NOTARIALES

La caja fuerte del caudillo

En esta ocasión, la detención de Nina Juárez duró cuatro meses y tuvo lugar en su casa. Pero la ex gobernadora conoció la cárcel veintiocho años antes, cuando su marido fugó gracias a los contactos con políticos amigos de la dictadura militar y la protección del segundo jefe del I Cuerpo del Ejército, Carlos Olivera Rovere. Ella, en cambio, quedó detenida en Santiago. La acusaban de malversación de fondos públicos, algo que ahora la Intervención Federal intenta también comprobar. En aquella ocasión, el 15 de abril de 1976, la caja fuerte del caudillo se abrió y en un acta notarial, cuyo contenido publica por primera vez Página/12, quedó registrada la arquitectura legal que ocultó por décadas los bienes del ex gobernador.
En las actas hay títulos de propiedad, escrituras y contradocumentos que aparecieron entre relojes con rubíes incrustados, medallas de oro y lapiceras bañadas en metales preciosos. Escritos a máquina en hojas foliadas se mezclan los nombres de parientes, empresarios conocidos a nivel nacional, funcionarios y hasta el del futuro presidente del Supremo Tribunal de Justicia de la provincia. Las pruebas de la existencia de los testaferros, de la doble vida del poder, son las que al comienzo del golpe del ’76 llevaron a Nina al borde del procesamiento. Al poco tiempo, como sucedió hace una semana, a la mujer de Juárez la Justicia la benefició con la excarcelación. En libertad, aquella vez, escondida en el baúl de un auto y con 20 kilos menos, logró fugarse.
Así la dictadura –escriben Dandan, Heguy y Rodríguez– “se metía en los engranajes desde donde bombeaba la vida y la muerte del país de Carlos Juárez. Los filamentos íntimos del régimen. El corazón. Los secretos estaban guardados en un cofre. En la huida, Juárez los había dejado escondidos en la Residencia de Gobernadores de la Provincia, las fortalezas del principado de la avenida Belgrano Sud donde transcurrían sus mil y una noches a dos cuadras de la SIDE: los sótanos donde moraban sus verdugos. (Luciano Benjamín) Menéndez nunca mencionó públicamente los resultados de las seis carillas de tesoros bajo llaves (...). Las páginas foliadas se mantuvieron resguardadas hasta ahora. El Cachorro entregó sólo dos o tres datos a los medios de comunicación, como propaganda política (...).
“Se deja constancia que la totalidad de los elementos inventariados precedentemente son retirados de conformidad por la señora Mercedes Aragonés de Juárez, quedando en poder del Señor Secretario General de la Gobernación Mayor Eugenio del Valle Toledo, la documentación que fuera encontrada en la citada caja de seguridad y que a continuación se detalla: Título de propiedad de Luis Eduardo Ahumada a favor de Marina Mercedes Aragonés escritura Nro. 735 del 14-03-72 Escribanía Jiménez Ciudad.- 2. Reglamentos de Copropiedad escritura 734 del 14-6-72 Escribanía Jiménez Ciudad.- 3. Un título de Propiedad de Luis Ahumada a favor de Mercedes Marina Aragonés escritura 1197, Escribanía Jiménez.- 4. Una carpeta con la leyenda “Maco o Maquito hoy Colonia del Rosario” (los terrenos de su finca), conteniendo un recibo a favor de Mercedes Aragonés de Juárez por 5000 pesos sin aclaración de quien lo otorga (...)
En la Caja de Seguridad guardaba los secretos de las relaciones que había construido durante los años que había vivido en Buenos Aires, los cimientos con los que se había establecido de nuevo en Santiago y las fórmulas con las que había podido ganarle más tarde al candidato de Héctor Cámpora. “Había sucesiones, una copia de sesión de derechos, la mención del traspaso de acciones entre un tal Enrique Iglesias y Nina Aragonés. Un contrato de propiedad del mes de abril de 1965 entre alguien llamado Ventura Gómez, Mercedes Marina Aragonés y su sobrino Jorge Federico Mikelsen Loth.” Y entre otros papeles, detallan, “fotocopias del plano de propiedad de Colonia del Rosario-Maquito, en la zona residencial del Zanjón, los parques de la doble vida del poder, la parte rica de la ciudad, los barrios de la fiesta, de las paredes altas, amuralladas, de los parques que frenan los polvorosos desiertos de la provincia (...)” El barrio donde muchos años después se asentaban los hijos del poder del caudillo. Donde hacían las fiestas, donde muchos decían que había muerto Leyla Bshier.

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