SOCIEDAD

El lago Chad desaparece

La cuarta reserva más grande de agua dulce de Africa, el lago Chad, fronterizo de cuatro países –Chad, Níger, Nigeria y Camerún–, se seca a toda prisa. Vio reducirse el 90 por ciento de su superficie en sólo 50 años y arrastra a sus poblaciones al éxodo ante la mirada indiferente de Occidente. Níger ya no tiene acceso a él porque la retirada de las aguas lo ha alejado de sus fronteras. La escasez de lluvias produce verdaderos refugiados climáticos, que cambian de la pesca a la agricultura en los fondos del lago o se hacen pastores de escuálidos rebaños y sufren los límites de la supervivencia cotidiana. Hace 50 años, el agua tenía una profundidad media de seis metros; hoy no supera el metro y medio. Pescadores anclados a la tierra. “La vida es muy dura aquí, no me debo desanimar. Es Dios quien ha creado el lago y no hay que desanimarse nunca frente a una creación de Dios”, dice Moussa Gao, pescador nigeriano. Pero para el chadiense Samuel Ngargoto, de 35 años, “Dios tendría que hacer un milagro, porque vivir sobre el lago es demasiado sufrimiento”.

Son 22 millones de personas las que viven en la cuenca del lago; unas 300.000 extraen su sustento directamente de sus orillas. La CLBT (un organismo creado por los cuatro estados ribereños más la República Centroafricana y Sudán, encargado del desarrollo de la cuenca del Chad) trabaja desde hace años en un ambicioso proyecto: excavar un canal de 300 kilómetros a partir del río Ubangui, en la República Centroafricana, para alimentar un afluente del Charl (el río que a su vez aporta el 90 por ciento de las aguas del lago y que desde los años sesenta sólo vuelca en él la mitad). Por otro lado, la Sociedad de Desarrollo del Lago, creada por el gobierno de Chad tras la primera gran sequía de 1972, distribuyó desde la primavera de 2005 media hectárea de terreno por cada familia desplazada a cambio de una parte de su cosecha. Una estrategia que no aplaude Dara Laobeul, del Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Chad: “A largo plazo, esto mata la pesca, pues disminuye la superficie acuática; estas tierras dependen del regadío. Habría que dar prioridad a los proyectos de desarrollo de las aguas”.

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