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Viernes, 27 de noviembre de 2009

TEATRO › EN EL SUR DEL CONURBANO ARRANCA EL PRIMER FESTIVAL DE ARTES ESCENICAS BUENOS AIRES GRAN

Teatristas en un lugar de resistencia

Sin competencia ni jurado, el encuentro de doce compañías fue pensado como una ruptura del “paradigma del centralismo cultural” que implica la cercanía con la Capital. Hasta el 6 de diciembre habrá obras a precios populares, gratis o a la gorra.

Se definen como la cultura de la resistencia, ésa que nace detrás de los telones del barrio. La que emerge con fuerza, pero subsiste amenazada por el temor de que los aplausos se desvanezcan. No obstante, se sostiene. O la sostienen. Antes del Primer Festival de Artes Escénicas Buenos Aires Gran, Página/12 reunió a los investigadores y artistas teatrales del sur del conurbano que lo organizaron. Buscan fomentar un acercamiento con el público de la zona, propenso a emigrar a la ciudad en busca de un buen espectáculo. “Creen que lo que se produce del Riachuelo para acá es inferior”, coinciden directores de los diferentes espacios. El encuentro de las doce compañías, pensado como una ruptura del “paradigma del centralismo cultural” en un rectángulo porteño, comienza hoy y finaliza el 6 de diciembre, con obras para toda la familia a precios populares, gratis y a la gorra.

Sin competencia ni jurado, con la finalidad de demostrar a los huidizos que es errada la connotación negativa del término periferia: allí también se produce mucho, variado y a pulmón. El libro Estéticas de la periferia, de Patricia Devesa y Gabriel Fernández Chapo, miembros del Centro de Documentación del Teatro del Conurbano Sur (Doc/Sur), les gustó tanto a los artistas que decidieron presentarlo con sus obras y entregar algunos ejemplares. Así nació el festival, según Chapo, “un intento de generar un corredor. Revalorizar el teatro de zona sur”. Justo en ¿casual? coincidencia con la Fiesta del Teatro de la Ciudad de Buenos Aires. Por eso, aunque la charla cruza varios ejes, el debate siempre retorna a esto de estar ni muy muy lejos ni tan tan cerca de Buenos Aires.

“No podemos sostener una temporada ni con una capacidad para cincuenta personas. Mucha gente presupone que lo que hacemos no es bueno.” La hipótesis de Mariana Ortiz Losada, directora del Espacio Disparate, de Lanús, prende de inmediato en el resto. Es que la Capital es el “espacio de la legitimación” y, como corolario, el predilecto del público, entienden ellos. Para Claudia Eichenberg, del Teatro de las Nobles Bestias, de Lomas de Zamora, la ubicación geográfica determina el valor simbólico de las manifestaciones artísticas: “Si trabajáramos en el teatro de un pueblo, nos conocería todo el mundo”. Y aunque lo suyo son los títeres, Fernando Suárez, de Bigote de Monigote (Lomas de Zamora), imita la cara de disgusto de los dueños de los teatros porteños cuando “confiesa” sus orígenes.

La subsistencia del teatro independiente en la provincia es complicada porque, de 120 espacios, la mitad no cuenta con ningún tipo de apoyo financiero, según datos del Instituto Nacional del Teatro (INT). En el conurbano sur decoran el paisaje un buen número de cubículos o grandes edificios de colores, entre 30 y 50 salas, estiman en Doc/Sur, y trabajan más de cien compañías. El único apoyo que reciben es nacional, a través de los fondos que envía el INT para grupos, funcionamiento de salas y realización de espectáculos, ayuda que resulta insuficiente sobre todo para quienes alquilan sus espacios a costos cada vez más altos. En este escenario cobra vital importancia la puesta en funcionamiento –en 2010–- de la Ley Provincial del Teatro Independiente. Sancionada a mediados de septiembre pasado, la norma destina un fondo especial de 3,5 millones de pesos provenientes de la Lotería de la Provincia de Buenos Aires para “promover y proteger” la otra cara de la actividad cultural. Principalmente, se planteó como la posibilidad de que los grupos puedan comprar sus espacios o pagar la totalidad del alquiler y vean favorecida su difusión, el gran karma del teatro independiente bonaerense. “Es algo nunca visto”, subraya Alfredo Badalamenti, también de Nobles Bestias. “Tenemos que aprovecharlo y somos responsables de que se reglamente como corresponde.”

Lo llamativo, da a entender Badalamenti, es la intervención del Estado en el asunto. “La cultura no garpa, nadie invierte en los barrios”, coincide Mario di Nicola, investigador de Doc/Sur. En Lomas de Zamora, tal vez el distrito de mayor producción teatral en la zona, lo paradójico es que “la comuna contrata a artistas famosos y les paga miles de pesos”, protesta Nelson Valente, del BTE. La inexistencia de apoyo local es una constante: sin ir más lejos, el festival es autogestionado, con un pequeño aporte de la Municipalidad de Lanús para los traslados.

Resulta inevitable no trazar un paralelismo con lo que pasa en Buenos Aires, donde todo es más oscuro por los sucesivos desalojos en los centros culturales, que impactan con “mucho dolor” en los teatristas sureños. Sucede que ven un reflejo: “Acá estamos acostumbrados a la falta de políticas”, enfatiza Valente.

Después de las críticas, llega el momento de las sugerencias: para los artistas, el Estado debería promover la conformación de elencos estables para ofrecer espectáculos gratuitos y la creación de establecimientos con especializaciones, para evitar emigraciones de alumnos a la Capital. “En la dificultad para conseguir público, le echo la culpa a todo: a Tinelli, a Blockbuster y al sistema. Pero también me pregunto qué es lo que hago para que mi producción y la realidad no se crucen”, cuestiona Valente y abre el bloque autocrítico. “Estamos muy para dentro. Quizá por eso no llegamos al público”, sostiene Ana Escobar, de Al Borde (Almirante Brown). “Y tenemos actitudes similares a las que criticamos. No vemos los trabajos de nuestros compañeros”, añade Badalamenti.

Pero, aunque la producción aislada resulte en “más de una estética de la periferia”, la ubicación geográfica con todo lo que representa actúa como escenografía compartida: “Estamos en un lugar de resistencia”, concluye Losada. “En una sala chica, en un barrio. Fuera del prestigio, los festivales, la prensa, los premios y los jurados. Laburamos en otro lugar, y eso es lo que define nuestra identidad.”

Informe: María Daniela Yaccar.

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Aunque se quejan de la falta de apoyo, los teatristas del sur del conurbano también se autocritican.
Imagen: Daniel Dabove
 
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