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Sábado, 22 de noviembre de 2014

TEATRO › SILVANA AMARO Y LA EXPERIENCIA DE FAMILIA BONSAI

“Saben explorar en sí mismos”

En la obra que se ve en Teatro del Pasillo, la directora trabaja con un elenco que va de los 15 a los 18 años, con un abordaje de la actuación siempre particular. “Trabajamos desde un lugar placentero, pero no por eso deja de ser una actividad profesional”, dice.

 Por Paula Sabatés

En Familia Bonsái, obra de Cynthia Edul que dirige Silvana Amaro, la primera palabra del título se debe a que lo que se ve en escena es una historia de vínculos entre madres, hijos, yernos y primos. La segunda, en cambio, responde al status de esos sujetos: y es que en la puesta que se presenta los sábados a las 19 en el Teatro del Pasillo, los actores que interpretan a los personajes son chicos de entre 15 y 18 años. La obra ya se había hecho en 2007 con otro elenco juvenil que también dirigía Amaro, que es pedagoga teatral de niños y adolescentes desde hace más de dos décadas y que cuenta a Página/12 que trata de trabajar “desde un lugar que sea placentero, pero que no por eso deje de ser una actividad profesional”.

La obra está situada a principios de siglo y muestra un día en la vida de dos hermanas que fueron abandonadas por sus maridos y que, por cuestiones económicas, se ven obligadas a convivir junto con sus hijos en una casa que está a punto de ser rematada. Ambas se llaman Isabel, al igual que sus hijas mayores. Las menores, en cambio, se llaman María, como la tercera de las hermanas, que se escapó a Europa con el marido de una de ellas, que lo ignora. Un paraguas mágico que hace las veces de Cupido, una partida de backgammon en la que se juega bastante más que el honor y amores prohibidos: todo sirve para tapar las miserias. Pero, mientras tanto, la amenaza policial acecha esa casona de la que nadie sale y a la que nadie entra. Y eso no se puede evitar.

Los actores de la obra son los jóvenes Camila Gasman, Luna Zaballa, Florencia Treguer, Emilia Tamburri, Virginia Mozzon, Lucrecia Goldberg, Tom CL, Juan Bracco y Micaela Andolina, quienes emocionan con su entrega y dedicación. “Son chicos que estudian teatro desde que tienen nueve años. Algunos ya trabajan en cine y televisión y saben que ése será su futuro. Otros no están tan seguros, pero aman la actuación. Todos van a la escuela y tienen otras obligaciones, pero están muy comprometidos con este proyecto, y eso se nota en el escenario”, asegura Amaro, quien dirige la escuela para actores Estudio 84.

–Ya hizo esta obra con otro elenco de chicos en el mismo teatro. ¿Por qué la repite con este grupo?

–Porque esta obra de Cynthia me parece buena para trabajar con adolescentes. Ella conoce mucho el código de ellos y maneja muy bien el humor. Además me parecía que esta obra iba muy bien particularmente con este grupo y con el humor que tienen entre ellos. Esta es la historia de una familia y estos chicos tienen mucho vínculo entre ellos, porque se conocen desde que tienen ocho y nueve años, entonces me servía. Y no bien la propuse, ya empezaron a proponer un juego muy interesante.

–¿Qué particularidades le encuentra a esta puesta con respecto a la anterior?

–Como el tipo de trabajo que yo hago en la escuela tiene que ver con el juego, con sacar todo lo que les permita a los chicos divertirse, los dos elencos fueron trabajando algo bastante parecido. Sin embargo, todo lo que tiene que ver con lo musical y las coreografías es muy propio de este elenco, y el grupo anterior no lo tenía. Surgió de una propuesta de ellos, ya que todos hacen música y algunos estudian danza y canto. Nos dimos cuenta de que siempre que jugaban terminaban cantando o bailando, así que llamamos a una coreógrafa y llegamos a algo de ese lenguaje que tenía coherencia con la historia. Respetamos los juegos textuales de la obra anterior, pero mucho de esta obra tiene que ver con esa propuesta. También hubo colaboración de los chicos en lo dramatúrgico. Si bien usamos el texto original de Cynthia, hay parlamentos que son de ellos.

–¿Cómo es trabajar con chicos?

–Es alucinante. Yo tengo nenes desde los tres hasta los dieciocho o diecinueve años. La línea de trabajo siempre es la misma en líneas generales, pero cada edad tiene sus particularidades. Lo que cambian son los intereses que ellos tienen o los conflictos o temas que traen. De todos modos, para todas las edades yo trato de dejar que sean ellos los que hacen las propuestas, que exploren dentro de sí mismos. A partir de lo que a ellos les surge, vamos descubriendo como grupo qué cosas nos interesan contar y de qué manera. Eso siempre se da desde un juego abierto a todo lo que surja, claro. Después obviamente hay una metodología de actuación mediante la cual voy enseñando a trabajar la estructura dramática. Pero ahí hay diferencias también. Un niño, para trabajar un personaje o una situación, encara desde un lugar totalmente diferente al de un adolescente. El niño cree que es el personaje. En cambio, el adolescente sabe que está construyendo y que se puede distanciar de eso. Puede aprender desde conceptos, el niño todavía no. Por otro lado, los adolescentes son muy fanáticos de la improvisación, pero a la vez van entendiendo que el texto es a veces muy necesario.

–¿Cómo se llevan los chicos con la profesionalización, con el hecho de hacer temporada con un espectáculo?

–Ellos están tan entusiasmados que ya están planificando el año que viene. Quieren seguir con la obra, quieren ir a festivales (risas). Yo trato de trabajarlo desde un lugar que sea placentero, porque son chicos, porque todavía van a la escuela. De todos modos trato que no por eso deje de ser una actividad profesional, que lo tomen como un compromiso. Que se respeten entre ellos, que lean el texto antes de cada función, que se cuiden la voz y el cuerpo, que piensen en función de eso. Y realmente este elenco me sorprendió, porque termina una función y a la semana siguiente aparecen con un mapa que se hicieron marcando cosas que aparecieron en la función pasada y que los hicieron reflexionar. No es que termina la obra, se van a su casa y listo, sino que siguen trabajando y me plantean cosas. Eso es parte del proceso del actor, pero me llama la atención que les pase a esta edad, porque es mucho más propio del adulto.

* Familia Bonsái se ve los sábados a las 19 en el Teatro del Pasillo, Colombres 35.

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“Son chicos muy comprometidos con este proyecto, y eso se nota en el escenario”, dice Amaro.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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