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Lunes, 5 de mayo de 2008

TEATRO › DOS MENOS, CON DIRECCIóN DE OSCAR MARTíNEZ, EN EL PASEO LA PLAZA

Fantasías para antihéroes

José “Pepe” Sacristán y Héctor Alterio se lucen en la pieza teatral de Samuel Benchetrit, encarnando a dos enfermos terminales. La obra conjuga humor y sentimentalismo, matizados por una blanda ironía.

 Por Hilda Cabrera

Horas delicadas atraviesan Pedro y Julio en sus no tan dulces sueños de morfina. No es una angina ni son cálculos renales lo que vacía la vida de uno y otro, sino el cáncer que los dejará piel y huesos. El médico fue claro en el diagnóstico y en el recuento de los días que les quedan: entre 7 y 15. Tendidos en las camas de terapia intensiva, en un ambiente exorcizado por el “Nocturno N 20”, de Frédéric Chopin –nunca tan asociado a la catástrofe como después de la película El pianista, de Roman Polanski–, Pedro y Julio velan los restos de una fantasía que perderán para siempre. Imaginan que escapan de esa postración para ir en busca de recuerdos deshilachados por enojos y errores, pero aun así amados. Quien rescata a estos dos buenos muchachos de poco más de 70 años es el francés Samuel Benchetrit, autor de esta Dos menos, que se estrenó en París y contó entre sus protagonistas al celebrado Jean-Louis Trintignant.

Benchetrit, que nació en 1973, escribió tres novelas y dirigió dos películas, y en ésta intenta demostrar que la imaginación basta cuando se quiere convertir a dos desahuciados, sin familia ni amigos que los asistan, en unos señores pintorescos dispuestos a abandonar su cama de hospital, así, en pijama, como los locos y los antihéroes. La estrategia, aunque conocida, resulta simpática, y acaso sea ese comienzo el primer atractivo de este carrusel mental al que se suben los agonizantes Pedro y Julio, compuestos aquí por los prestigiosos José Sacristán y Héctor Alterio. Ellos ponen alas a un tema que, con otras intensidades, ha sido tratado en la escena argentina, en piezas teatrales y obras de danza-teatro.

Tal vez por aquello de querer descubrir en la agonía del otro ese vago temblor que –se cree– nace de la unión de pensamiento y voz es que surgen obras como ésta de Benchetrit. Queda claro, sin embargo, que la apuesta no apunta a un ignoto más allá ni a una reflexión de tipo metafísico, sino, sencillamente, a un terrenal adiós que conjuga humor y sentimentalismo, matizado, eso sí, por una blanda ironía. Se agradecen entonces el retruécano que no mezquina agudezas verbales, los chistes y las sorpresas, aun las más inocentes. Elementos que tornan amigables a estos personajes nada lineales y se descubren tan soñadores como apáticos y tan pusilánimes como decididos. Es así que cuando domina la melancolía son estos mismos señores los que confiesan que los salva “cambiar de ambiente”.

Es probable que la pretensión sea hacer creer que el humor es un buen refugio. Un asunto para discutir. Lo primordial, en todo caso, es la invitación a alejar tristezas, ¿y quién puede resistirse a ese ofrecimiento? En la medida en que el espectador comparta estos códigos podrá disfrutar del espectáculo, de las singulares actuaciones de Sacristán y Alterio, de una puesta cuidada y de ritmo variado (vacilante en algunos cuadros) y de las vivaces y al mismo tiempo sobrias interpretaciones de Diana Lamas y Claudio Da Passano, los dos a cargo de personajes bien diferenciados. Esto se debe a que Pedro y Julio no sólo memoran al médico que los informó sin anestesia. En sus respectivos viajes mentales (tal vez el de uno) descubren a una joven mujer abandonada por su compañero y a punto de parir; a un bailarín y una bailarina, en una discoteca; un aprendiz de suicida que no se ahogó porque las pesas que ató a sus tobillos se desprendieron; y un actor y una actriz que en un teatro se convierten en testigos y parte de entrañables búsquedas.

El sueño del amor, la relación con los hijos, el abandono y la soledad constituyen elementos básicos en esta puesta de Oscar Martínez, que desde Ella en mi cabeza y Días contados (obras de las que es autor) viene destacándose en la dirección. Se prevé además que este montaje será presentado en España luego de cumplir su temporada en la Sala Pablo Neruda. La inclusión de un fragmento de Tío Vania en el viaje de los agonizantes señala una vez más la importancia de los clásicos al momento de hallar inspiración. Aquel reclamo de sosiego, tan necesario al final del camino, lo ofrece aquí la joven Sonia (o Sofía Alexandrovna): “¡Tu vida –le dice al tío Vania– no conoció la alegría..., pero espera, espera! ¡Descansaremos!”

8-DOS MENOS (Moins 2)

De Samuel Benchetrit

Elenco: José “Pepe” Sacristán, Héctor Alterio, Diana Lamas y Claudio Da Passano.

Escenografía: Alberto Negrín.

Iluminación: Jorge Pastorino.

Vestuario: Sofía Di Nunzio.

Sonido: Virginia Martínez Lastra y Ernesto Cárdenas.

Asistente de dirección: Virginia Martínez Lastra.

Dirección: Oscar Martínez. Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino.

Lugar: Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza, Av. Corrientes 1660.

Funciones: miércoles 20.45; viernes 21.30; sábado 20 y 22, y domingo: 20.30.

Reservas: 6320-5346

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Sacristán y Alterio, desahuciados que se permiten soñar.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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