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Domingo, 20 de marzo de 2011

CULTURA › SE INAUGURO LA MUESTRA HOMENAJE AL PENSAMIENTO Y AL COMPROMISO NACIONAL

Un corpus de identidad y conciencia

La exposición, ideada por Enrique Albistur, con el asesoramiento de Norberto Galasso, Pacho O’Donnell y Jorge Coscia, podrá verse hasta el 10 de abril en el Palais de Glace. Entre videos y documentos, también hay lugar para jugar a “péguele al gorila”.

 Por Cristian Vitale

Leopoldo Marechal contó que la génesis de su destino de poeta maldito fue el 17 de octubre de 1945, cuando vivía en un departamento chiquito de la calle Rivadavia y no dudó en bajar, unirse a la muchedumbre que marchaba en dirección a Plaza de Mayo –cantando aquello de “Yo te daré, te daré, patria hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P...”– y sacar las primeras conclusiones de la hora. “Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud (...) vi, reconocí y amé los miles de rostros que la integraban. No había rencor en ellos”, dijo. Fue un gesto de amor, una osadía que lo extirpó del panteón de intelectuales que hasta ese momento ocupaba, un riesgo que asumió a favor de la primera gran estocada, real y concreta, del proyecto nacional y popular. A favor de los cabezas negras, del encuentro tan ansiado entre un pueblo y su propia historia. Fue el extraordinario vate de Villa Crespo, también, quien después descubrió el nudo del idilio entre masas y dirigentes. Entre las gentes de la plebe y quienes antes, durante o después, desde diversas trincheras, miradas o tiempos, trocarían prestigios personales, trabajos seguros, comodidades y hasta vidas por una causa, la del ser de la patria, con sus gentes: John William Cooke, Fermín Chávez, Rodolfo Puiggrós, José María Rosa, Evita, Juan Domingo Perón, Juan José Hernández Arregui, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Ramón Carrillo, Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Cátulo Castillo, Julio Troxler y Rodolfo Walsh, entre muchos.

Ese mosaico de nombres tal vez signifique un híbrido bajo la lupa chiquitita de los puntillosos y atildados analistas sociopolíticos, de izquierda a derecha. Lo mismo les parecerá a quienes no ven el bosque entre los árboles, a quienes recortan y desconocen que el hacer político, lejos del desencanto weberiano, no es gestión, bicisendas, publicidad, caritas lindas, seguridad privada, movimiento inextricable de estructuras ajenas a la acción del hombre o frialdad tecnócrata. Es demasiado más que eso. Es amor, afecto e identificación. Es identidad. Es subjetividad y cercanía de almas. Es conciencia. Procede, por tomar un ejemplo criollo, de lo que Homero Manzi llamaba una inclinación profunda y altruista del espíritu. O del fino tacto de Marechal cuando dice que un pueblo, al saberse conocido y amado, se rinde a las empresas que lo solicitan... “Y el amor al pueblo se logra cuando se lo conoce.”

De eso se trata la muestra Homenaje al pensamiento y al compromiso nacional que se lleva a cabo hasta el 10 de abril en el Palais de Glace (Posadas 1725): de un recorrido concatenado de frases-luego-hechos que une el imperativo Marechal, escozor corporal mediante –porque así sienten los que pueden sentirlo– con la máxima de Eva Perón (“Las audiencias a los pobres son mis descansos en la mitad de muchas jornadas agobiantes”), o sus diatriba contra el capitalismo “sin patria y sin bandera”. Y de allí a las fotos de unos jóvenes Néstor y Cristina Kirchner cuando fueron detenidos en Río Gallegos en enero del ’76; la firme voluntad de Perón para decretar la gratuidad de la enseñanza universitaria en 1949 (“Deseo anunciar que desde hoy quedan suprimidos los actuales aranceles universitarios en forma tal que la enseñanza sea absolutamente gratuita y al alcance de todos los jóvenes argentinos que anhelan instruirse para el bien del país”); el Scalabrini futurólogo de los ‘40 (“El periodismo está supeditado a esas enormes potencias económico-financieras”), la pasión de Cooke o el revisionismo letal de Rosa (“Es una verdad indudable que nosotros no sabremos qué es nuestra patria mientras se mantenga la tergiversación del pasado argentino”).

Frases, reminiscencias, hechos que conforman, al cabo, el corpus simbólico en que el actual gobierno legitima su accionar. La punta del iceberg que esta muestra –ideada por Enrique Albistur y asesorada por Norberto Galasso, Pacho O’Donnell y Jorge Coscia– hace visible a través de otros signos que forman parte de un mismo pasado: los cobardes asesinatos de Walsh, Ortega Peña, Troxler y el padre Mugica representados en comics breves y contundentes; y una réplica en gigante del decreto ley 4161 que prohibía, bajo pena de arresto y firmado por Alsogaray, Aramburu, Rojas y Krause, la mención de la palabra Perón, Evita o Tercera Posición, en marzo de 1956. También hay documentales sobre cada quien; pasajes clave de Sucesos Argentinos; la lista de libros censurados y/o quemados por la dictadura de 1976 que encabezan Perón con 20 y Lenin con 12; charlas; proyección de films y algunos juegos interactivos para distender tensiones (péguele al gorila, con unas pelotas de plástico que suman puntos cada vez que se acierta al blanco); televisores que proyectan la imagen de cada visitante para viajar al pasado y llegar a los bombardeos de junio del ’55 en Plaza de Mayo; o unirse en 3D al último abrazo de Néstor y Cristina.

Este homenaje es mucho más que un híbrido de nombres y posturas diferentes.

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