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Martes, 10 de septiembre de 2013

CINE EN TV > EUROPA EUROPA EMITIRá HOY BOOGIE, DE RADU MUNTEAN

Malestares largamente rumiados

El director es uno de los más notables del Nuevo Cine Rumano, el gran fenómeno cinematográfico de la última década. En el film, un empresario de vacaciones con su familia se reencuentra con viejos amigotes, y en uno y otro grupo llegan los pases de facturas.

 Por Horacio Bernades

Aunque parecería estar disminuyendo su empuje (la vida útil de todo movimiento estético contemporáneo no suele durar más de diez años), si hubiera que elegir el fenómeno cinematográfico más destacado de la última década, éste sería sin duda el llamado Nuevo Cine Rumano (con la Nueva Comedia Estadounidense y el documental de creación como únicos posibles competidores). Si hubiera que elegir, a su vez, a los máximos representantes de esa cinematografía, difícilmente serían otros que Cristi Puiu (el de La noche del señor Lazarescu, 2005), Cristi Mungiu (el de 4 meses, 3 semanas, 2 días, 2007), Corneliu Porumboiu (el de Policía adjetivo, 2009) y Radu Muntean (el de Aquel martes después de Navidad, 2010). De este último, la televisión de cable local emitirá hoy su película previa, Boogie, que entre 2008 y 2009 recorrió festivales internacionales de modo remarcable, incluyendo Cannes y Mar del Plata, donde participó de la competencia oficial. Con el título de Vacaciones de verano, el canal Europa Europa emitirá Boogie hoy a las 20 y el lunes 16 a las 21.50.

“Pusimos mucho cuidado en respetar los puntos de vista de los personajes principales. Nos interesaba tomar en consideración todos los matices de la situación, qué le pasa a cada uno en relación con los otros y consigo mismo. Nos propusimos evitar toda clase de juicio moral, por más que ellos se equivoquen o le causen dolor al otro.” Todo lo que Radu Muntean dijo en relación con Aquel martes... podría aplicarse a Boogie, su película previa. Con la diferencia de que en ésta, la figura del triángulo es algo más populosa: la encarnan el protagonista, su familia y sus dos amigos de juventud, con los que se reencuentra durante unas vacaciones junto al Mar Negro. Nacido en 1971 en Bucarest, cuando Muntean dirigió su primer largo ya era el director de cine publicitario más reputado de su país. Sigue siéndolo (se estiman en medio millar los spots que filmó en tres lustros, un diez por ciento de los cuales recibieron premios), aunque desde hace rato es todo un nombre del circuito de festivales.

En su primera película, Furia (2002), Muntean trasladaba a Bucarest los códigos del cine negro, combinando liviandad de comedia con un denso aire fatalista y presentando a quien sería uno de los rostros icónicos del cine de su país: Dragos Bucur, que reaparece en todos sus films posteriores. En Hîrtia va fi albastrâ/The Paper Will Be Blue (2006), Bucur deserta del ejército y se pasa a las filas de la revolución, en los últimos tiempos de la dictadura de Ceausescu. La película compitió en Locarno, pavimentando el acceso de Muntean a festivales de primera línea. En Boogie, el actor favorito del realizador (en Aquel martes... aparece en una escena, como amigo del protagonista) hace de padre treintañero, de vacaciones en un balneario junto a su esposa embarazada (Anamaria Marinca, la rubia de 4 meses, 3 semanas, 2 días) y su hijo de 7 años (que en la realidad es el hijo del realizador).

En un movimiento que puede reencontrarse en Aquel martes..., la película va corroyendo, de modo larvado pero continuo, la apariencia de idílica postal familiar. La semilla de la corrosión asoma ya en la primera escena. A orillas del Mar Negro, Bogdan (Bucur) ayuda a su hijo a hacer castillos de arena, entre risas y juegos. De pronto el chico hace una rabieta, sin motivos aparentes, y Bogdan prefiere dejarlo, rumiando alguna protesta. Se sienta junto a su esposa Smaranda y charlan un rato de bueyes perdidos, pero Smaranda parece ocultar alguna insatisfacción. Bogdan le pregunta, ella dice que no pasa nada, y en la escena siguiente él se encuentra con un amigo a quien no ve hace tiempo (Mimi Branescu, protagonista de Aquel martes...). Arreglan para cenar esa noche junto al tercer miembro del grupo de amigos, a quien apodan El Sueco. A Smaranda no se la ve del todo cómoda y efectivamente le hará saber a su marido (Boogie es como lo llaman los amigos) que sus “amigotes” no le simpatizan. This means war, diría Bugs Bunny.

El desarrollo posterior, con una larga noche de putas y alcohol entre los tres amigos, llevó a más de un crítico a ver en Boogie el equivalente rumano de Maridos, la obra maestra de John Cassavetes. No andaban errados, si se hacen las trasposiciones del caso. Mientras que en la película de Cassavetes el alcohol propulsaba el deseo del trío protagónico de olvidar por una noche la rutina de sus vidas, el cine rumano ha habituado a los espectadores a los conflictos sordos, el malestar largamente rumiado. Eso es lo que aflora no sólo entre Bogdan y su esposa, sino también al interior del grupo de amigos. Las sonrisas y los abrazos del comienzo van cediendo lugar al resentimiento de los otros dos con Boogie. Empresario y dueño de un auto de alta gama, él siempre fue el privilegiado del grupo, mientras que El Sueco (que está por casarse con una mujer a la que desprecia) y Penescu (que está por quedarse sin empleo) atraviesan situaciones marcadas por la insatisfacción e inestabilidad. Y pasarán facturas.

Muntean coescribió Boogie junto a Alexander Baciu y Razvan Radulescu, como había hecho en The Paper Will Be Blue y volvería a hacer en Aquel martes... “Desarrollamos la sinopsis durante meses”, explica. “Luego dividimos el guión en tres partes y cada uno trabaja sobre la que le toca. Un tiempo más tarde nos juntamos y pulimos personajes, escenas y diálogos. Los ensayos con los actores nos imponen algunos ajustes más. Una vez que nos parece que el guión está terminado, la idea es que los actores se atengan a él.” La oscura sombra de Ceausescu, que no deja de proyectarse sobre el cine rumano –tanto como seguramente sobre el presente político de ese país–, hace su aparición aquí, por más que la película transcurra en un ambiente que parecería muy lejano. Sucede que en ese balneario pasaba las vacaciones el dictador y, en un momento, los tres amigos pasarán frente a su imponente residencia de verano.

Boogie se atiene también al más pronunciado rasgo de estilo del Nuevo Cine Rumano, la larga duración de cada escena y la reducción de los cortes al mínimo indispensable (largos planos-secuencia con cámara en mano eran también la firma de Cassavetes, lo cual acentúa semejanzas). “Bien usada, la cámara en mano ayuda al espectador a meterse en la realidad de la pantalla y ofrece una mayor libertad al director”, señala Muntean. “Supe desde el inicio que iba a rodar Boogie con cámara en mano y largos planos secuencia, porque quería narrar la historia como si fuese un documental.” Fines claros, autoconciencia estética, films que parecen vivos: Nuevo Cine Rumano.

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Boogie va corroyendo, de modo larvado pero continuo, la apariencia de idílica postal familiar.
 
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