Miércoles, 10 de septiembre de 2014 | Hoy
GLORIA GAYNOR, UNA CLáSICA LLENAPISTAS, EN EL LUNA PARK
Dice que nunca se cansará de cantar “I Will Survive”, “una fuente de inspiración que genera poder”. La cantante analiza la escena de los ’70 y el rescate de la música disco.
Por Yumber Vera Rojas
A ocho años de su última actuación en la Argentina, Gloria Gaynor regresa al país para presentar esta noche en el Luna Park, y el sábado en Córdoba, sus clásicos, así como su flamante repertorio evangélico. Una religión con la que comulga desde 1982, cuando ingresó y se tornó en una “cristiana renacida”. “Será un show inspirador, y muy positivo para la gente”, advierte la cantante por teléfono, desde su Nueva Jersey natal. “Repasaré todos los éxitos que mis fans esperan.” No obstante, hace algunas décadas, el icono estadounidense de la música disco y del soul renegaba de esas canciones que no sólo le dan de comer sino que quedaron incrustadas en el imaginario colectivo global. Al punto de que, amén de “Stayin’ Alive” de los Bee Gees, de “YMCA”, de Village People, y de “Hot Stuff”, de Donna Summer, los temas de la exponente de 65 años son inamovibles al momento del derrape de casamientos, cumpleaños, despedidas de soltero y encuentros deportivos, al igual que en la programación de la radio y la televisión. Pero también cumplen una función simbólica para afroestadounidenses y gays.
–¿Le fastidia cantar una y otra vez “I Will Survive”?
–No me canso de cantar ese tema, porque sé que mis fans lo disfrutan mucho. El secreto de que haya perdurado en el tiempo, y de que se transformara en una canción inmortal, es que todos en la vida pasamos por dificultades que creemos que no podremos superar y, en ese sentido, se tornó en una fuente de inspiración que genera un montón de poder. Siempre hay que recordar que, a pesar de los obstáculos que se nos presenten, uno se sobrepondrá y seguirá adelante.
–El año pasado lanzó un libro que ostenta el título de ese himno. ¿De qué trata?
–Son cuarenta historias de personas fortalecidas por ella, supervivientes de todas las clases. Y es que, desde que apareció la canción, mucha gente me contó sobre cosas por las que pasó, y la manera en que salieron adelante gracias a la inspiración que les generó el tema. Así que decidí reunir esos relatos en un libro y que estén disponibles para cualquier persona.
–Además de la realización de ese libro, fundó un centro para padres adolescentes en Newark, su ciudad de origen. Pero, ¿por qué quiso estudiar Psicología, título que obtuvo en 2012, antes de abrirlo?
–La razón por la que estudié Psicología fue porque sentí que necesitaba estar capacitada para poder vincularme directamente con esta causa. Una vez que me gradué abrí este lugar en el que, al tiempo que sigo llevando adelante varios seminarios por todo el país, organizo cursos y charlas de orientación acerca de cómo ser progenitores, y de la relación que éstos deben tener con sus chicos, vivan o no con ellos, porque soy consciente de lo que eso puede generar en una criatura debido a que crecí sin padre.
Mientras prepara un disco de corta duración constituido por canciones cristianas, Gaynor, aparte de tributar a su colega y amiga Donna Summer, quien falleció en 2012, aprovechará su show en el palacio porteño del boxeo, pautado para las 21, para celebrar las cuatro décadas de su primer gran hit en las carteleras radiales, “Never Can Say Goodbye” (compuesta por Clifton Davies), popularizado tres años antes a través de la versión de los Jackson 5. Aunque tras la estupenda repercusión de su cover se convirtió, en 1975, en el título del álbum debut de la artista que el pasado 7 de septiembre alcanzó los 65 años. “Lo difícil de ese tema fue que tenía muy presente la interpretación de Michael Jackson, por lo que fue un gran desafío superar esa versión”, recuerda Gaynor, cuyo último disco de estudio se llama I Wish you Love, de 2002, el primero en 18 años. “Pero, por suerte, al entrar en la sala de grabación logré, con la ayuda de mi productor de aquel entonces, darle un matiz muy personal. Lo que significó un enorme alivio para mí.”
–Su versión de “Never Can Say Goodbye”, que fue una de las primeras canciones del género en subir hasta lo más alto de los rankings musicales, apareció justo durante el auge de la música disco. ¿A qué se debió su impacto?
–En esa época muchos creímos que la música disco iba a generar un alivio en la sociedad, pues un montón de gente se encontraba en la búsqueda de un espacio de libertad que le ayudara a olvidarse de todas las dificultades que atravesaba.
–A pesar de que hoy está tamizada por el revisionismo kitsch y la nostalgia vintage, la música disco, además de ser catalogada como hedonista, en los ’70 fue despreciada por su estética pluralista y por izar la última bandera integracionista de los estilos manufacturados en su país. ¿No le parece antipático que en esta época se la trate con semejante banalización?
–No lo veo de esa forma. Si hay una vuelta de la música disco en la actualidad es porque la gente no está contenta con lo que está sucediendo en el mundo, por lo que, de la misma forma que pasó cuando apareció, los alivia un poco de todos esos problemas con los que tienen que lidiar diariamente.
Si bien la música disco, tras la cacería de brujas que padeció a fines de los ’70, consiguió sobrevivir en las trincheras de la noche a través de sus mutaciones en el house y otros géneros del dance, e incluso en las constantes reencarnaciones del pop y del rock, en los 2000 la veta más clubera de la cultura indie se volcó a la revisión y el rescate de la corteza más experimental, sediciosa y hasta purista del género. Lo que se tradujo en la reivindicación de estilos como el italo disco y del disco punk, e incluso de pioneros del calibre de Nile Rodgers, fundador de Chic, y Giorgio Moroder (por cortesía de uno de los principales protagonistas de esta cruzada, los franceses Daft Punk, quienes los recuperaron para su celebrado álbum Random Acces Memory, en 2013). Aunque también desde Nueva York el productor y cantante James Murphy, líder de la agrupación LCD Soundystem, a través de su sello discográfico, DFA Records, ayudó a definir las directrices de una nueva concepción del estilo a la que se le estampó el rótulo de “nü disco”.
–¿Está al corriente del trabajo de recuperación de la música disco que llevaron adelante artistas como Daft Punk y LCD Soundystem?
–Está bueno que las recientes generaciones de artistas y productores desarrollen nuevas propuestas, con diferentes perspectivas y para distintos tipos de público.
–Considerando que curiosamente ni el hip hop ni el R&B, géneros de raigambre afroestadounidense, al igual que la música disco, participaron en este proceso, ¿qué opinión le merecen las propuestas de exponentes como Beyoncé o Jay Z?
–Algunos de estos artistas dicen y hacen cosas que sólo los representan a sí mismos, por lo que están bastante lejos de asumir una responsabilidad social. Pero también están los exponentes que sí se comprometen y tienen un punto de contacto con lo que le pasa a la gente.
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