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Miércoles, 10 de septiembre de 2014

MAñANA EMPIEZA EN DOS SEDES PORTEñAS EL 14° FESTIVAL DE CINE ALEMáN

Nuevos viajes a una vieja cinematografía

La programación, que se desarrollará en el Village Recoleta y en el ArteMultiplex de Belgrano, incluirá una saludable selección de películas producidas por estos días en Alemania, desde ficciones históricas hasta el cine industrial más popular.

 Por Diego Brodersen

Dieciocho largometrajes, catorce cortos, dos sedes. Esos son los números duros del 14° Festival de Cine Alemán que comenzará mañana en su tradicional espacio del Village Recoleta, sumando por primera vez una de las salas del remozado ArteMultiplex del barrio de Belgrano.

Como viene siendo la costumbre desde las primeras ediciones, la programación vuelve a incluir una saludable selección de películas producidas por estos días en la República Federal de Alemania: del cine industrial más popular (la comedia Fack ju Göhte, de Bora Dagtekin, se transformó en el primer film alemán en pasar la barrera de los cinco millones de espectadores) al último largometraje de uno de los más venerados realizadores de la generación del Manifiesto de Oberhausen, Edgar Reitz. De la ficción histórica que ha participado en varios festivales internacionales (las Queridas hermanas de Dominik Graf o la ópera prima de Rick Ostermann, Wolfskinder) a la experimentación narrativa contemporánea de El extraño gatito, de Ramon Zürcher, film que participó en la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata en noviembre pasado. Del retrato de una asaltante de bancos en los años ’60, en clave de thriller sociológico (Banklady, de Christian Alvart), o la historia de una mujer de Alemania Oriental que cruza ilegalmente con su hijo hacia el otro lado de la frontera en West, de Christian Schwochow, al documental urbano puertas afuera de Art War, en el cual el realizador Marco Wilms viaja a Egipto para registrar cómo el arte del graffiti refleja los cambios que están teniendo lugar en ese país árabe. Sin olvidar el último largometraje de la cineasta Doris Dörrie, Todo incluido, o el clásico restaurado del período mudo (ver recuadro), que se ha convertido en condición sine qua non en cada nueva edición de este pequeño pero rendidor festival.

Tal vez la mayor sorpresa de esta decimocuarta entrega sea la inclusión del último opus del veterano Edgar Reitz, Otra Heimat - Crónica de una visión (Die andere Heimat - Chronik einer Sehnsucht), película que muchos cinéfilos echaron en falta en las últimas ediciones de los festivales porteño y marplatense. Suerte de precuela y, a la vez, continuación de la extensa saga iniciada hace treinta años con la Heimat original, Reitz prosigue la crónica del imaginario pueblo de Schabbach, en la región montañosa de Hunsrück, en el este de Alemania, sumando en total más de cincuenta horas de metraje. Pero si en la miniserie seminal de 1984 y sus dos continuaciones –producidas aproximadamente con diez años de diferencia entre ellas–, el relato recorría gran parte del siglo XX, esta “otra Heimat” viaja a mediados del siglo XIX y encuentra a los antepasados de la familia Simon, campesinos y herreros que intentan sobrevivir a condiciones de vida poco sencillas. Una de las sensaciones más poderosas en las entregas anteriores era la de pertenencia (el término heimat podría traducirse superficialmente como “lugar de origen”), pero aquí el deseo de emigrar y comenzar una nueva vida en otro lugar se impone como fuerza motora, como anhelo (la intraducible sehnsucht del título original) de varios personajes. En particular del hijo más joven de la familia Simon, un muchacho que sueña con viajar por el mundo y encontrarse cara a cara con los aborígenes del continente americano.

Reitz consigue en este largometraje de poco menos de cuatro horas de duración –que será exhibido en una única función con intervalo– algo que muy pocos realizadores han logrado en la historia del cine: trasladar al espectador al pasado. No es tanto una cuestión de diseño de arte o de haber disfrutado de un presupuesto exorbitante para la reconstrucción de época, sino de la creación de un clima, de un tono, que permite generar esa sensación de viaje en el tiempo. El resto es minuciosa y cuidada construcción narrativa, pausada en los primeros tramos, velocísima en la segunda mitad, heredera en parte de la novela decimonónica, registro de los deseos más íntimos y de los cambios sociales que se avecinaban en aquel período. Magistral en más de un momento, siempre encantadora –en el doble sentido de hechizar y deleitar–, Otra Heimat recorre paisajes, callejuelas y personajes con una cámara móvil casi etérea, en un blanco y negro que súbitamente (como en la Codicia original de von Stroheim) deja lugar a la explosión de color inesperada.

Presentada a comienzos de este año en el Festival de Berlín, la historia de Queridas hermanas (Die geliebten Schwestern) transcurre unos sesenta años antes del relato de Edgar Reitz, y su punto de partida es la historia real –al menos, en líneas generales– del filósofo, poeta y dramaturgo Friedrich Schiller (1759-1805) y su relación con las hermanas Charlotte y Caroline von Wolzogen, con las cuales mantuvo una profunda y duradera relación amistosa, sentimental y profesional. El film de Dominik Graf –director que ha desarrollado gran parte de su extensa carrera en el medio televisivo– es también novelesco, aunque en un sentido diferente al de Reitz. Sin abandonar nunca la idea de un universo realista, el realizador utiliza recursos que evidencian el artificio de su propia construcción narrativa: voces en off que a veces se solapan, el disruptivo uso del montaje paralelo o las elipsis, golpes de zoom o veloces movimientos de cámara. En su versión integral de 170 minutos, que es la que se verá en Buenos Aires (la película circuló internacionalmente en un corte más breve), Queridas hermanas es un más que digno integrante de ese selecto grupo de films “históricos” recientes que, como los Misterios de Lisboa de Raúl Ruiz (aunque sin llegar a su grado de exquisitez formal) intentan escaparle a la peste del qualité tensando los límites de la experimentación dentro de un formato narrativo clásico.

El extraño gatito (Das merkwürdige Kätzchen), debut como realizador del suizo radicado en Alemania Ramón Zürcher, es una película frágil, cuya excusa argumental parece ligera e incluso mundana. Pero la manera en la cual el realizador pone en escena su investigación sobre lo cotidiano resulta no sólo fresca y atractiva, sino que atraviesa con vehemencia esa superficie que parece ser su material constituyente primordial. La anécdota transcurre en una casa de familia en un barrio de Berlín, a lo largo de unas doce horas. En el hogar dan vueltas familiares, amigos, vecinos y un par de mascotas que incluyen al felino del título. En la vereda opuesta del melodrama familiar donde las tensiones y conflictos latentes estallan en catártico griterío, Zürcher construye las relaciones entre los personajes a partir de entredichos, frases sueltas y miradas, corriéndose del registro naturalista. El extraño gatito es asimismo un film de enorme elegancia visual y una estética sonora personal, un universo con reglas, carácter y estética propios.

* Del jueves 11 al miércoles 17 de septiembre en Village Recoleta y ArteMultiplex Belgrano. Entrada general: $65; abono 6 entradas: $325, abono 10 entradas: $520; película muda: $75. Programación completa en http://www.cinealeman.com.ar

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Otra Heimat - Crónica de una visión, del veterano Edgar Reitz, traslada al espectador al pasado.
 
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