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Miércoles, 14 de diciembre de 2011

MUSICA › MAñANA SE REALIZARá LA JAULA ABIERTA PARA EL ECUNHI

“Entre todos vamos cumpliendo el sueño de las Madres”

En el espacio cultural que funciona en la ex ESMA se reeditará, por única vez, la juntada de los jueves en San Telmo. Junto a Rita Cortese, Lidia Borda, Carolina Peleritti y Teresa Parodi se reunirán numerosos músicos, en una jornada de alto vuelo artístico y solidario.

 Por Karina Micheletto

Como una peña de las de antes. O, mejor, como el living de casa en un día de fiesta, entre amigos. Como un particular café-concert, agrega esta cronista. Así definen Rita Cortese, Lidia Borda, Carolina Peleritti y Teresa Parodi, las anfitrionas de La jaula abierta, a ese espacio de música compartida que crearon casi como un juego y que terminó prolongándose durante un año en un fenómeno de público, sólo alimentado por el boca a boca. Ahora, a modo de cierre del año, estas mujeres cantoras hacen una invitación especialísima para mañana: La jaula abierta para el ECuNHi, allí en el espacio cultural que las Madres de Plaza de Mayo crearon en la ex ESMA (ver aparte). Será, además de un encuentro marcado por la calidad de estas intérpretes, la manifestación de un cálido apoyo solidario de las artistas a las Madres, y también de quienes las acompañarán como invitados, otra lista de jerarquía: Fernando Noy con su intervención poética; Virginia Innocenti, Esteban Morgado, Hernán Lucero, la coplera Laura Peralta, Victoria Morán, Casiana Torres, Hernán Cucuza Castiello y Moscato Luna, además de Pablo Fraguela en piano y Ariel Argañaraz en guitarra.

La jaula abierta nació el año pasado a partir de una de esas juntadas que se dan en forma casual y a partir de esas cosas que a veces se dicen en forma casual, pero otras, como ésta, se toman en serio: “Qué bueno es juntarse, ¿por qué no nos juntamos más seguido?”, según recuerda Rita Cortese en la entrevista con Página/12. “Bueno, yo tengo el lugar”, dice que dijo Cortese a sus amigas. “Como siempre, yo tenía el lugar antes de que el dueño se enterara –se ríe ahora–, pero por suerte el Rivas, uno de los lugares más lindos de Buenos Aires, nos cobijó.” Y así, jueves tras jueves, el encuentro se fue multiplicando en el boliche de San Telmo, convocando a más y más amigos y colmando siempre la capacidad de unas sesenta personas, sin difusión formal de por medio. Con las agendas cargadas de cada una de las participantes (no sólo por la música, también por los proyectos de teatro y cine), el ciclo se discontinuó este año, pero fueron muchos los que siguieron preguntando: ¿cuándo vuelve la jaula? Finalmente vuelve a abrirse, por única vez, para el ECuNHi, a total beneficio del Espacio Cultural Nuestros Hijos.

“Con La jaula fuimos felices, fue impresionante lo que pasó, con la cantidad de gente que se acercó como público, pero también por los que fueron pasando por el escenario, muchísimos”, repasa Cortese, y Borda arrima una lista incompleta: “Estaba Dolores Solá, que fue parte del núcleo convocante, pero esta vez no puede estar, se fue a cantar a China –aclara–. Pero además, noche a noche se fue sumando gente maravillosa. Ha estado el Chango Farías Gómez, con el Mono Izarrualde y toda su banda. Víctor Heredia, Jaime Torres, Susana Rinaldi, Julia Zenko, Claudia Puyó, Cristina Banegas, la Negra Vernaci y muchos más. En lo personal fue especial cuando vino mi hermano Luis. El vive en Munich y quedó tan contento que cuando llegó allá armó una especie de Jaula abierta alemana”.

–¿Qué significa La jaula abierta para cada una?

Rita Cortese: –Fue un espacio genial, de gran disfrute. Todas las noches terminábamos y decíamos: ésta fue la mejor de todas. Y así a lo largo de siete meses. Estoy segura de que en el ECuNHi va a volver a pasar.

Teresa Parodi: –Empezamos como un juego, porque unas y otras siempre nos cruzábamos en distintos escenarios, como invitadas, por esas cosas de compartir miradas comunes en la música. Empezó como un juego y nos terminó superando, porque fue sorprendente la respuesta de la gente, y también la de los compañeros que venían a compartir el escenario, siempre se iban renovando.

Lidia Borda: –Del mismo modo, si alguna estaba de viaje por gira, por ejemplo, eso no significaba ningún problema, La jaula funcionaba sola. Y era un espacio integrador del arriba y el abajo, tenía un límite bastante difuso del escenario, las que no cantábamos podíamos quedarnos entre el público, volver a subir si venía al caso, era como si fuera un living. Era un espacio de absoluta libertad y por eso se cumplió a rajatabla, sin esfuerzos, aun cuando no era un lugar donde ganábamos dinero, era puro placer. Y además era un lugar donde cada una hacía lo que tenía ganas también con el repertorio, no fue consciente, pero eso terminó aportando a los repertorios de cada una, nos animamos a probar cosas que después funcionaron. Era un permiso que nos dábamos, una libertad que uno mismo se recorta a veces, con la responsabilidad del concierto propio. En definitiva, con La jaula aprendimos que la libertad hay que habitarla.

Carolina Peleritti: –Para mí fue una posibilidad enorme. Surgió todo de las ganas, con el espíritu del encuentro: cada una llegaba a cantar un tema, nos íbamos subiendo, se prendió la chispa de ese espíritu de cruce, de compartir la música. Y además en mi caso me permitió hacer amigas: a Rita la conocía sólo un poco, a Lidia nada, por ejemplo. Algo se armó ahí, algo importante. Por eso nos volvemos a juntar, lo sentimos necesario. Y además porque son muchos los que nos siguen preguntando cuándo vuelve La jaula...

–En su caso está empezando una carrera en la música, es más “nueva” que los demás. ¿Lo tomó como un aprendizaje?

C. P.: –Claro, y en las mejores condiciones. Cuando uno tiene que salir a cantar tiene que sostener un montón de cosas para presentarse, es una gran exposición. La jaula me permitió estar rodeada y abrazada por mujeres cantoras, fue todo un privilegio. Ahora estoy trabajando con Argañaraz, buscando un repertorio ya más elegido y más propio, es una manera de profundizar aquello que empecé a buscar.

–Así que La jaula superó las expectativas con que la abrieron. ¿A qué creen que se debió el fenómeno de público convocado?

L. B.: –Usted habla de fenómeno, pero tiene una lógica: era una necesidad, algo que estaba flotando en el aire, es así como ocurre con estas cosas del arte. Son necesidades colectivas, en este caso era una necesidad de retomar la juntada, ese espíritu de peña que venía faltando, por eso me parece lógico, porque si tantos de nosotros teníamos necesidad de juntarnos a cantar y tocar, era seguro que otros tantos muchos tenían necesidad de juntarse a escuchar. Hay que prestar atención a estos espacios de manifestaciones colectivas, suelen mostrarnos que algo está pasando. Acá se vio que la participación es una necesidad que no sólo aparece en los espacios sociales y políticos, de militancia, sino que se traslada a todos los ámbitos, también el cultural. Es un momento de reconstrucción de las redes sociales, también desde lo más chiquito, cotidiano, la cosa barrial, de orden doméstico, el favor del vecino, esas cosas que vivíamos de chicos y que es necesario recuperar. Si no, es muy difícil vivir aislado, entre rejas... Hay que abrir esas rejas, que no aseguran nada, por el contrario, te atrapan. Por eso decimos que la jaula está abierta.

R. C.: –Es lo que dice Charly García: “Yo sólo tengo esta pobre antena”. Los artistas sólo somos los mediadores, en realidad está en el éter. Hay algo que evidentemente aparece en el inconsciente colectivo, la gente necesita esto que se dio en La jaula, un lugar accesible, de felicidad, de arte compartido, de escuchar y de decir, y también de diversidad, porque por La jaula pasaron artistas de todos los géneros. La gente necesita el arte; el arte te abuena, te calma, te hace feliz.

T. P.: –Cuando pasó el tiempo y pudimos reflexionar, nos dimos cuenta de que evidentemente, cuando sentimos esa necesidad perentoria de juntarnos, estábamos representando alguna necesidad colectiva. A lo mejor, de alguna manera, estábamos siendo emergentes de algo que nos estaba pasando a los argentinos, que es lo que dice Lidia. A la cultura la hacemos entre todos, y nosotras, que nos toca esta parte, somos las que salimos de la jaula a plantear el encuentro, el intercambio y la invitación abierta.

–¿Y por qué quisieron “abrir la jaula para el ECuNHi”?

R. C.: –En este momento lo que nos une es el deseo de apoyar a las Madres. Ha sido un año muy difícil para ellas y por supuesto también para el ECuNHi. Y por lo tanto para todos, porque yo creo que sin Madres de Plaza de Mayo, sin la lucha primigenia de los derechos humanos, no estaríamos viviendo la democracia que estamos viviendo hoy. Pensamos también que el lugar se prestaba para intervenir, así como en el Rivas se iba dando un hilo natural muy particular, nos imaginamos que este espacio era propicio también para eso.

C. P.: –Teresa Parodi es la directora del ECuNHi y a través de ella conocimos a mucha gente que trabaja allí, a Chiqui Ledesma por ejemplo, que también ha compartido La jaula, una artista extraordinaria. Y si éste es un momento particular para este espacio, si hace falta apoyarlo para que pueda seguir adelante, me parece hermoso poder contribuir a eso.

L. B.: –No hubo mucho que pensar, cuando hablamos de las Madres hablamos de palabras mayores. Y además, simplemente, porque hay que estar en el momento en que el otro te necesita. La jaula tiene también que ver con eso, encerraba un gran espíritu de solidaridad artística, siempre con absoluto respeto por el trabajo del otro. Teresa no participaba al principio de La jaula; un día vino de invitada y dijo: yo acá me quiero quedar. La recibimos con asombro y felicidad, y cada vez que estuvo en Buenos Aires un jueves, allí la tuvimos, como una más.

T. P.: –La jaula abierta ha sido una de las experiencias más ricas y emocionantes que tuve en el último tiempo, no sólo por lo que pasó con la gente, también con nosotras mismas, cómo nos integramos y aprendimos unas de otras. La decisión de estas compañeras de venir a cantar para el ECuNHi me parece hermosa, y claro, acorde con su manera de ser, de pensar y de vivir la música. Bueno, a la jaula en realidad ya la abrieron hace mucho tiempo ya las Madres, nosotras seguimos construyendo desde el amor que nos dan ellas.

–Si tuvieran que contarle a alguien que no conoce el ECuNHi qué es lo que pasa allí, con qué se va a encontrar, ¿cómo lo invitarían?

R. C.: –Le diría que es importante conocerlo, primero, porque es parte de nuestra historia, de una historia oscura, pero también es la historia de la lucha de los organismos de derechos humanos. Fue importantísimo que el Gobierno les cediera este espacio y las Madres fueron las primeras que lo habitaron. Es muy fuerte habitarlo como artistas, pero también como público.

L. B.: –Es un espacio absolutamente conmovedor, es muy fuerte estar ahí, obviamente, no es cualquier espacio, en el ECuNHi todo lo que cantás, lo que proponés, se resignifica. Las Madres apostaron a que un espacio de sufrimiento, dolor, tristeza, de desaparición, tortura y muerte se convierta en un espacio de libertad y cultura. No es una apuesta menor.

C. P.: –Yo he ido al ECuNHi como público (ésta es mi primera vez allí para cantar) y puedo decir que es realmente un espacio abierto, de puertas abiertas. También con La jaula abierta queremos que las puertas estén abiertas para que la gente pueda acompañar este espectáculo, pasar por ahí, conocerlo, compartir, ver lo que está sucediendo... Creo que es la mejor invitación.

T. P.: –Estoy de acuerdo. Y también invitaría a que vengan a compartir con nosotros la vida que las Madres pusieron en esas paredes donde hubo tanta muerte. Con el arte como herramienta, ellas cambiaron los colores y los sonidos siniestros que habitaban este lugar tan emblemático para el país. Y lo más maravilloso es que es también una contracción colectiva: las Madres nos invitan a que todos nosotros, todos los días, sigamos poniendo nuevos sonidos y nuevos colores. Esto tiene que ver con esta lucha de las Madres por sentir que los hijos están ahí, están vivos en cada cosa que hacemos y en cada persona que viene a este espacio. No es sólo una mera forma de decir: yo lo vivo a diario, lo veo en la gente cuando recorre el lugar, cuando participa, siento que no salen igual que cuando entraron, algo les sucede. Creo que ése era el sueño de las Madres, y siento que lo estamos cumpliendo entre todos.

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Cortese, Peleritti, Parodi y Borda, las anfitrionas, con Fernando Noy, uno de los invitados.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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