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Jueves, 4 de abril de 2013

MUSICA › MARCELO DELGADO, EMILIO GARCíA WEHBI Y SU óPERA LUZAZUL

Sobre esa espera nada dulce

El dúo presenta desde hoy en el Centro de Experimentación del Teatro Colón su cuarta obra conjunta, sobre Tres mujeres, de Sylvia Plath. “El subtítulo de ese texto era casi una indicación de interpretación musical: ‘Poema para tres voces’”, señalan.

“Lo atractivo es que nos seguimos buscando”, resume el compositor Marcelo Delgado. Y se refiere a su sociedad con el dramaturgo y director de escena Emilio García Wehbi, con quien realizó varias de las obras más logradas dentro de un campo que el mismo autor define como “esa mezcla entre lo escénico y lo musical, donde a veces es lo sonoro lo que marca el ritmo y a veces lo que sucede en la escena”. Un campo que, a falta de otra palabra mejor, o tal vez por propia decisión de sus artífices, que buscan de esta manera dialogar con una determinada tradición, se sigue llamando ópera.

Hoy se estrenará, en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC), Luzazul, la cuarta ópera en la que trabajan juntos. La primera, Sin voces, marcó un punto de inflexión no sólo en el género sino en la historia de esa misma sala, donde fue estrenada. Fue ni más ni menos que la primera obra en utilizar los espacios laterales al cuadrado central que, todavía en ese entonces, se usaban como depósito. La siguiente, Ana O, redobló la apuesta y, ya con todas las galerías y salas de alrededor habilitadas, y con el CETC convertido en un gigantesco banco de pruebas, no dejó espacio sin explotar. Tanto allí como en la siguiente El matadero, que sobre el texto de Echeverría intervenido presentaron en el Centro Cultural Rojas de la UBA, era notable la integración entre la escritura musical, el texto y las acciones dramáticas. “Hace un tiempo ya que para mí la idea del compositor que escribe música absoluta está lejos”, dice Delgado a Página/12. “No es que no haga más música pura, desde ya, pero me interesa decir algo musical que esté filtrado por el mecanismo escénico, sean los actores, o proyecciones, todo eso que se ve y que forma parte del vasto mundo del teatro.”

Luzazul está basada en el texto Tres mujeres, de la poeta Sylvia Plath. “Descubrí el libro en la facultad, en Puan, cuando salía de dar clase. Y me llamó la atención el subtítulo, que era casi una indicación de interpretación musical: ‘Poema para tres voces’”, cuenta Delgado. “Y la obra fue reescrita pensando en Romina Tejerina –agrega García Wehbi–; no hay alusiones directas ni referencias, pero se trata del ser mujer en un lugar pobre.” Las tres mujeres del título de Plath son mujeres embarazadas y en la obra atraviesan tres posibilidades diferentes frente a la posibilidad de tener el hijo e, incluso en el caso de quien decide tenerlo, no es sin una crítica. “Tratamos de salir de la perspectiva falocéntrica”, dice García Wehbi. “Ponemos en cuestión la dulce espera”, comenta Delgado. “Una espera con vómitos, con molestias, teniendo que hacer espacio en su propio cuerpo para el de otro. Y que desemboca en un dolor casi insoportable.”

García Wehbi confiesa que, en este caso, decidió “no acatar mi propia tradición de puestas muy barrocas, muy recargadas. Casi no hay acción escénica. La escenografía se constituye con proyecciones de las propias caras de los personajes y hay apenas un objeto concreto en el escenario, una cocina doméstica, con unas sillas, que funciona como referencia al lugar donde se suicidó Plath”. El compositor dice que, “en rigor, la falta de acción tiene que ver con algo que decidimos y es que no hay diálogos. No hay una relación de causalidad ni de linealidad en lo que sucede. Todo está soterrado y apelamos, más que a un entendimiento racional, a algo que vaya sucediendo con el propio flujo de la obra. Por otra parte, la estructura es muy tradicional, tres actos con sus cuadros internos, uno para cada una de las mujeres, aunque eso no significa que en ellos no aparezca alguna de las otras, incluso en un papel protagónico, cada uno con su preludio. Y algún momento que refiere a otras tradiciones, por ejemplo la del solo de los grupos de rock en los setenta. Hay un solo de flauta que funciona exactamente así, con la banda haciendo el sostén, en un segundo plano”.

“Hace trece años que trabajamos juntos por primera vez”, comenta García Wehbi. “Y lo que sostiene el interés de hacerlo es el tratar de entender la lógica intrínseca que rige estos cruces entre distintos lenguajes, a veces tan forzados. Lo más atrayente es justamente esa hibridez; esa relación tensa entre disciplinas que pueden dominarse o no. Lo interesante es que esa dominación es decidida, eventualmente. No tiene que ver con nuestra dinámica de trabajo. Al contrario, siempre pensamos en qué vamos a ceder, uno o el otro, por el bien de la obra.” Escrita para una cantante y dos actrices (“el desafío es que también canten pero no como cantantes sino como mujeres que están cantando”, explica Delgado), Luzazul subirá a escena, además de esta noche a las 20.30, mañana y el sábado en el mismo horario y, también, jueves, viernes y sábado de la semana próxima. Protagonizada por María Inés Aldaburu, Maricel Alvarez y Graciela Oddone, junto a un ensamble también femenino conformado por Patricia García en flautas, Griselda Giannini en clarinetes, Elena Buchbinder en violín y viola, Gabriela González Czerednikow en arpa y Daniela Cervetto en percusión, la obra cuenta con la participación de Santiago Brunati en video, coreografía y dirección de movimiento de Diana Szeinblum, vestuario de Belén Parra, iluminación de Alejandro Le Roux, fotografía escénica de Sebastián Arpesella y escenografía y asistencia de dirección de Julieta Potenze.

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El embarazo es “una espera con vómitos, con molestias, que desemboca en un dolor casi insoportable”.
 
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