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Jueves, 13 de diciembre de 2007

MUSICA › ENTREVISTA A LA CANTANTE MARIA GRAÑA

Noche de despedida

Con más de treinta años de trayectoria, la intérprete señala que no se siente ni respetada ni valorizada “por la gente que maneja los hilos del género” y anuncia: “Me despido del tango”.

 Por Cristian Vitale

“Hoy vas a entrar en mi pasado, / y hoy nuevas sendas tomaremos, / ¡qué grande ha sido nuestro amor, / y sin embargo, ay...! / mirá lo que quedó...” Simple mutación: se cambia al hombre por el tango y es como si Cobián y Cadícamo hubiesen escrito la letra de “Los Mareados” para ella: después de 37 años –interrumpidos– de trayectoria, la cantante María Graña define el recital de hoy, fría, desorbitada, con bronca, como su despedida definitiva del tango. Así está ella... rara y encendida: a poco de presentar el flamante Cualquiera de estas noches, la cantante hace pública la decisión ante Página/12: “Me despido del tango”. Atrás quedan, entonces, las recorridas por el globo junto al Sexteto Mayor, su participación en la Orquesta de Osvaldo Pugliese, las presentaciones en Armenonville y Broadway “resucitando” a Piazzolla junto a Horacio Ferrer o los fogonazos en los momentos más aciagos del género en Caño 14, Michelangelo y El Viejo Almacén. “Yo le fui fiel al tango durante muchos años y de pronto siento que la gente que maneja los hilos del género no fue tan consecuente conmigo, por eso decidí tomar otros rumbos.”

–¿Hay más razones?

–Redundan: la falta de respeto, de apoyo y consecuencia para con lo que hacen los artistas que, durante muchísimos años, mantuvieron como un estandarte la música popular argentina. No me siento respetada ni valorizada. Yo le puse al pecho al tango en su época más complicada, que fue la del setenta... le dediqué gran parte de mi vida a la profesión, pero no me siento reconocida.

Graña se presenta esta noche en La Trastienda, acompañada por Leopoldo Federico en bandoneón, Luis Salinas y Alberto Pagliano en guitarras, más un plus de artistas que tuvieron que ver con su nutrida carrera. A diferencia de Rara, como encendida –estrictamente, su último disco de tango editado hace tres años–, las canciones de su nuevo disco marcan un claro punto de inflexión: hay Piazzolla, pero también Armando Manzanero; hay cierto tango, pero mucho más bolero y canción melódica. “Generalmente se valora a un artista cuando ya no está y quizás se valore lo que yo di, cuando no esté. Lamentablemente es así. Y ojo que no estoy enojada... soy realista. Una cosa es enojarse y otra es ver la realidad. Necesito un cambio y por eso este disco excede al tango”, sostiene, visiblemente compungida.

–¿Es de las que cree que hay un componente sexista que limita a la mujer dentro del tango?

–Yo creo que es un momento para reflexionar sobre algo: si durante muchos años, la mujer fue la negada del tango, porque todo el mundo dice que el tango es masculino, entonces bueno... será momento de darles la razón a los hombres: que lo canten ellos.

–¿Cómo proyecta su futuro?

–No sé. Yo fui una referente muy importante dentro del tango, creo que dejé una enseñanza... las cantantes antes no estudiaban y yo me cansé de aconsejarlas para que lo hicieran. Me cansé de hablar de la responsabilidad y el amor que hay que tenerle a la música. Mi amor hacia la música no va a morir nunca: nací artista y me voy a morir artista, pero eso no significa que voy a regalar mi arte. No es que desprecie el trabajo de una persona que trabaja en una fábrica, pero yo no soy empleada de una fábrica: soy una artista. Los únicos que consideran al artista como un ser privilegiado son los japoneses. En ninguna parte del mundo me he sentido como en Japón... no sólo me hicieron sentir como si estuviese en casa sino que cada lugar donde iba era un templo, un lugar perfectamente higienizado, con un camarín como realmente tiene que ser: con un catering, una persona que te atiende y está al servicio del arte. Eso es elevar a la persona.

–Más allá de esta situación personal, ¿qué opinión le merece el estado del género?

–Todos sabemos que detrás de esta movida de “tango nuevo” está el gran negocio de los empresarios, que cobran 70 dólares por persona, y no les pagan lo que corresponde a músicos, cantantes y bailarines... no voy a contestar más sobre algo que ya se sabe.

–¿Y en términos estéticos?

–Hay que decirle a toda la gente que se dedica al tango, que escuche más a Piazzolla.

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Graña se presenta hoy en La Trastienda.
 
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