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Jueves, 31 de marzo de 2016

CINE › EL LANZAMIENTO DEL BAFICI FUE PLATAFORMA PARA OTRA PROVOCACION DE DARIO LOPERFIDO

“Estuvimos manejados por una secta”

La conferencia de prensa que anunció una nueva edición del festival de cine incluyó varias referencias políticas por parte del ministro de Cultura porteño. “No soy representante de la cultura, soy representante del Estado”, afirmó el funcionario.

 Por María Daniela Yaccar

Darío Lopérfido provoca. Es su estilo. Ya lo hizo al decir que en este país no hubo 30 mil desaparecidos. E insiste en hacerlo. A pesar de haber sido tildado como ministro negacionista, de que le hacen escraches y de que miles de personas piden su renuncia, él provoca. Ni bien arrancó la conferencia de prensa acerca del Bafici –y sin que nadie preguntara nada–, lanzó una frase polémica, por la que un grupito lo silbó: “Pasamos de estar manejados por una secta a comportarnos como un país normal”. Lo dijo en alusión a la presencia en La Usina del Arte del titular del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), Alejandro Cacetta, para destacar el trabajo conjunto de los gobiernos porteño y nacional en el festival. Aunque menos alevosamente, en otro pasaje de su discurso también apuntó contra el kirchnerismo, al referirse a un “progresismo discursivo” en oposición a uno “auténtico”, del cual sería representante, por la inclusión de villas y barrios “marginados” en la programación del Bafici.

Muchos policías de la Metropolitana, varios de civil, se veían en la puerta de La Usina ayer por la mañana. La entrada principal estaba vallada y el resto de los ingresos, custodiados. Había circulado el rumor de un escrache, que finalmente no ocurrió. Al comenzar la conferencia, el ministro de Cultura porteño sugirió que lo más importante del acto eran las palabras de Javier Porta Fouz, director del Bafici. Posiblemente, con esa observación buscó que la polémica que lo tiene como protagonista no copara el lanzamiento. Pero cuando Página/12 le consultó por el pedido de renuncia, que se manifestó con fuerza en la movilización a Plaza de Mayo el 24 de marzo y sobre el que insistieron los organismos de Derechos Humanos, hubo un aplauso. Entre el público había prensa e invitados. Otro grupo vivaba a Lopérfido. Había murmullos de un lado y del otro.

“Se ve que a usted no le interesa mucho el cine”, chicaneó. “Lo dije varias veces, y lo dijo mucha gente valiosa de este país, como Luis Alberto Romero, Tomás Abraham, Pablo Sirvén. Dije que, por un lado, fui víctima de una operación política. Por otro lado, defiendo a los que piden la renuncia. Tengo un profundísimo sentido republicano”, se definió, con mohínes de superioridad. “De los que pidieron mi renuncia muchos están acá. Otros, programados en el Centro Cultural San Martín. No les mandaron a la AFIP, no les quitaron subsidios, no los echaron. Daría la vida por defender su derecho a expresarse. Esto es lo que cambió en la Argentina, básicamente”, sentenció. En los últimos días publicó en su Facebook dos notas –una escrita por Pablo Sirvén y una entrevista a Graciela Fernández Meijide– en las que aparecía un cuestionamiento sobre el número de desaparecidos. Al mismo tiempo, el Día Nacional de la Memoria posteó un homenaje a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

“¿Cómo se gestiona a partir de la falta de diálogo con una parte amplia del sector cultural?”, consultó esta cronista. El ministro de nuevo provocó. “En los últimos quince días no he hecho otra cosa que estar con gente del sector cultural. No soy representante de la cultura, como en un acto de incultura escribió en el pedido de renuncia alguna gente del espectáculo. Soy representante del Estado”, contrastó. “Es un pensamiento un poco estalinista que los representantes del Estado representan sectores. A algunos de los actores que firmaron el pedido les confirmé que estaban programados”, se defendió. En la conferencia confundió Flores con Floresta, al referirse a la ubicación del Cine Teatro Gran Rivadavia, y tuvo que leer los nombres de las villas y barrios “marginados” a los que llegará el Bafici. “No hablamos del concepto igualitario de sociedad. Lo hacemos”, se jactó.

Tanto Cacetta como Lopérfido resaltaron el hecho de que el Incaa haya incrementado el apoyo económico al festival, que venía afrontando problemas presupuestarios. No dieron precisiones. Además, celebraron que la inauguración fuera en el Gaumont. La última pregunta del encuentro la hizo el periodista Daniel Gaguine: la consulta fue si declaraciones como la de la “secta” no contribuían a ampliar “la grieta”. “No hablo con slogans, no sé qué es la grieta, no tengo la más pálida idea. Creo en el mundo de las ideas y creo que las ideas se expresan. Me considero una persona que opina. Y me parece genial. Nunca llamé a periodistas ‘asesinos’ o le hice un juicio público a Magdalena Ruiz Guiñazú. Creo en la libertad, un concepto que parece abstracto, pero que cuando se aplica a algunos les llama la atención. Que no haya grieta es no entrar en la lógica estúpida del fanatismo que divide a la sociedad binaria. A todos los que firmaron la carta para mi renuncia no les tengo ningún desafecto”, concluyó.

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“Pasamos de estar manejados por una secta a comportarnos como un país normal”, fue la primera intervención.
Imagen: Bernardino Avila
 
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