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Sábado, 23 de marzo de 2013

PLASTICA › LEON FERRARI TRASLADO SU TALLER AL CENTRO CULTURAL HAROLDO CONTI

El laboratorio de un artista inmenso

Taller Ferrari, que se inaugurará hoy, incluye no sólo obras terminadas, sino objetos que el artista colecciona y utiliza en su labor. “Nos parecía interesante recrear el ambiente que rodea a Ferrari en su creación”, dice el curador Andrés Duprat.

 Por María Daniela Yaccar

El espacio físico, el calendario, el perfil del creador: el hecho artístico más todo lo que lo rodea es significativo. A treinta años de la vuelta de la democracia y en el mes de la memoria, el inmenso León Ferrari expone en el Centro Cultural Haroldo Conti (Avenida del Libertador 851), donde antes funcionaba la ESMA y donde su hijo Ariel, hoy desaparecido, estuvo detenido. También es significativa la coyuntura: en momentos en los que el país vibra por la designación de Bergoglio como sumo pontífice, expone el artista nacional más obsesionado con los abusos y horrores de la Iglesia Católica, que incluso tuvo un choque con el ex cardenal en 2004 a causa de una retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta.

La muestra, organizada por el Conti y la Secretaría de Cultura de la Nación, se inaugura hoy a las 17.30 y se llama Taller Ferrari. A la sala 1 del centro cultural han trasladado el taller que Ferrari tiene en San Cristóbal. Allí no hay solamente obras terminadas, sino también vitrinas llenas de juguetes, santos, plumas, cucarachas de plástico... En fin, objetos que Ferrari colecciona y utiliza en sus trabajos. “Hacía mucho tiempo que con León queríamos hacer una muestra grande”, cuenta a Página/12 Andrés Duprat, el curador. “Su taller le parte la cabeza a cualquiera que lo visite. Nos parecía interesante recrear el ambiente que rodea a Ferrari en su creación, su laboratorio de experimentación”, explica el guionista de Civilización (ver recuadro), una película que retrata la vida del autor de La civilización occidental y cristiana.

Hay cerca de quinientas piezas, algunas de ellas conceptuales y políticas y otras de carácter abstracto. “La muestra está organizada en núcleos de acuerdo con las distintas poéticas que León maneja”, anticipa Duprat. En las vitrinas hay obras pequeñas u objetos que aún no conforman una obra. Por otro lado, hay collages, estampas intervenidas y escrituras. Está Los juicios finales, una obra bien Ferrari, en la que unos pájaros hicieron sus necesidades sobre afiches de pintores universales, como Miguel Angel. En Los infiernos, la iconografía religiosa es ubicada en collages que retratan infiernos terrenales. Por ejemplo, un Cristo de plástico aparece metido dentro de una tostadora. También hay una sección dedicada a la etapa en la que Ferrari estuvo exiliado en Brasil, durante la dictadura. “En ese período hizo una serie muy famosa, Heliografías. Son planos enormes, llenos de piecitas, que parecen hechas por un arquitecto”, describe Duprat. Finalmente, la sala 4 del Conti está empapelada con las ilustraciones que Ferrari hizo para los fascículos del Nunca Más que Página/12 editó con Eudeba en 1995.

Yaya Firpo es artista plástico, además de asistente y colaborador de Ferrari desde los tiempos de aquella célebre exposición en el Recoleta. En esta ocasión, Firpo se hizo cargo del montaje y estará, además, mostrando una selección de obras propias. “Más allá de que es un artista groso, León es una persona genial. Todos los que estamos a su alrededor lo sabemos. De hecho, esta muestra es una iniciativa de él: me quiere dar una mano a mí para que me presente para un público más sofisticado, para que juegue dentro de la primera línea del arte”, desliza Firpo, quien a partir del trabajo con Ferrari se volcó al arte político. La serie que presentará en el Conti se llama Fronteras. Con mapas y banderas y reflexiona en torno del concepto de inmigración. “Juego de manera plástica con el tema de la división política”, sostiene el entrerriano. “La inmigración marca el rumbo de las diferentes poblaciones y da cuenta de la situación que atraviesa cada país. Algunos se abren a la inmigración, mientras que otros se cierran de manera violenta”, reflexiona.

Un artista blasfemo

El episodio ha sido recordado por algunos medios de comunicación en estos días: en 2004, un grupo de católicos fanáticos irrumpió en el Centro Cultural Recoleta, donde Ferrari estaba exponiendo, y destrozó algunas de sus obras. Era una retrospectiva, que incluía el clásico Cristo crucificado sobre un avión de guerra norteamericano (La civilización...). “El Gobierno les hizo un pleito y los condenaron a pagar 10 mil pesos. Los doné a la Comunidad Homosexual Argentina. Imagínese: ¡la plata de esos tipos, ahí!”, le contaba Ferrari en 2010 a Página/12. A sus 92 años, el artista no puede recibir a periodistas a causa de su salud.

Cuando ocurrió la destrucción, el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, tildó a la exposición de Ferrari de “blasfema” y convocó a los creyentes a un día de ayuno y oración. Tres años más tarde, al ganar el León de Oro en la 52 Bienal de Venecia, el artista bromeaba con que tenía que dedicarle ese reconocimiento a Bergoglio. Interpretaba esa importante premiación como resultado del revuelo que su obra había causado en los sectores más reaccionarios de la Argentina.

El día en que Bergoglio se convirtió en Francisco, Ferrari brindó con champagne, según cuenta su nieta Paloma. Toda una ironía, claro: ése, junto con el humor, es uno de los recursos que Ferrari más utiliza en sus obras (y aparentemente en la vida). “Siente que la designación de Bergoglio es parte de su obra”, apunta Paloma. “Brindamos por lo del Papa y porque se inició el juicio por la desaparición de mi tío Ariel, que está dentro de la causa ESMA. Y brindamos, también, porque el avión con el Cristo crucificado está en un centro de arte contemporáneo en Italia, justo ahora que Bergoglio es papa.” Julieta, su otra nieta, cuenta que el 13 de marzo Ferrari no se despegó de la televisión un segundo. “Y su teléfono no paró de sonar. El sabía que la sociedad quería saber qué pensaba él. Hacía meses que no miraba tanta televisión. Y se tomó un whisky”.

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La muestra está organizada en núcleos de acuerdo con las distintas poéticas que maneja Ferrari.
 
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