Neil Young

Warner

El mensaje que Neil Young le envía a su madre al principio de este disco es tan extraño como la grabación en sí: la venerable Rassy Young lleva años muerta y el álbum fue hecho en un Voice-O-Graph, una cabina de 1947 en la que se cortaban acetatos. El artefacto es propiedad de Jack White, que de paso metió alguna mano. El resultado no es precisamente de alta fidelidad, pero ésa era la idea, que encuentra alguna lógica en el hecho de que Young recupera alegremente canciones que lo llevan “a casa”, desde “Changes” (Phil Ochs) hasta “My Hometown” (Bruce Springsteen). R. C.

Kasabian

Columbia / Sony Music

Desde el arranque con “Shiva” (“Ahora que nada es lo mismo”) hasta el cierre con “S.P.S.” (“Es tiempo de volver a casa”), Sergio Pizzorno aferra las riendas del quinto disco de este combo inglés de rock con ganas de modernidad. Y lo hace con la mirada fija en el tiempo, como queda claro desde el título. Pasado y futuro se (con)funden también en la música y así es que detrás de la distorsión setentista aparecen las programaciones. Lo bueno es que hay “tiempo de calidad”. Lo malo es que a veces el tiempo se estira sin sentido y la cosa se pone repetitiva más que progresiva. L. P.

Idem

Popart

Después de Puente Celeste y La Bomba de Tiempo, tras un par de discos solistas con mucha experimentación, Vázquez se lanza a la aventura de la canción. El resultado no puede ser más alentador: con ayuda de amigos y el poderoso ambiente de la Bratislava Symphony Orchestra, o solo con la guitarra o piano, entrega un verdadero collar de perlas musicales, sea en la sencillez de “Si no viste”, la intensidad de “Cuerpo de la luz”, las sutilezas de “Tu boca colorada” y la monumental “Los antiguos marineros”, con un coro de niños, padres y abuelos que deja la piel erizada. E. F.