Inocultable hincha de Racing, cuyo fanatismo intenta subrayar en cuanto papel le permita demostrarlo sobre el escenario, el acercamiento de Francella al club de sus amores en El joven Frankenstein es a través del banderín celeste y blanco que cuelga en un costado de su camarín. Sin embargo, la Academia, dice, está presente permanentemente en su cabeza. “Cada vez el fanatismo es peor: me estoy enfermando, en cualquier momento me da un patapúfete”, confiesa, a raíz del delicado momento futbolístico que está pasando Racing desde hace un par de años, penando por no descender. Para evitar el sufrimiento, el actor cortó por lo sano: espera hasta que terminan los partidos de Racing para preguntar o informarse por Internet cómo salió su equipo. “Lo que estoy haciendo últimamente es tratar de no ver los partidos: me hago el dolobu, me voy a caminar, hago como que estoy concentrado en cualquier otra cosa”, enumera sobre su nueva estrategia. Pero señala que el hacer como si Racing no estuviera jugando es una tarea complicada para alguien tan identificado con el club. “No me es fácil no saber cómo va Racing porque me lo hacen saber, desde mi hijo en casa que me lo dice con su cara hasta la gente en la calle”, comenta, quien dice bancar a Ricardo Caruso Lombardi, el técnico que por el momento sacó al club de la Promoción. Así y todo, reconoce que de todos modos está por rever la nueva táctica. “No tiene sentido, no me puedo engañar: ¡Con Racing sufrís de cualquier manera como un condenado!”, se lamenta.