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Sábado, 20 de febrero de 2016

CULTURA › SOBRE INTERNET, LOS LIBROS, ISIS Y EL PERIODISMO

“Hay límites de decencia”

“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los necios” (La Stampa, Italia)

“¿Debo mostrar en televisión cómo el ISIS decapita a alguien? Hay unos límites de decencia, pudor, respeto al público, y decido no mostrarlo. Pero no hay una ley que diga que no se pueda hacer. El problema del periodista es saber individualizar esos límites de la información. El problema de las escuchas telefónicas, por ejemplo: si lees algunas de ellas, en las que se escuchan frases cortadas... A veces publicarlas pone una sombra de sospecha sobre una conversación que podría ser inocente. Con eso no estoy diciendo que esté en contra de las escuchas, pero desde luego un periodista no tendría que llevarlo a la primera página” (ABC, España)

“Hoy en día se puede decir que el grupo Estado Islámico es una nueva forma de nazismo, con sus métodos de exterminio y su voluntad apocalíptica de apoderarse del mundo.” (Il Corriere della Sera, Italia)

“En mis escritos teóricos siempre me he preocupado de la mentira. Preocuparse de la mentira es preocuparse de la verdad, que puede ser entendida gracias a su comparación con la mentira. Si usted pinta una Gioconda falsa, es bastante fácil demostrar que es una mentira; pero ¿cómo se puede demostrar que la del Louvre es la auténtica? Es mucho más difícil. Entender el mecanismo de la mentira algunas veces puede ayudar a entender el mecanismo de la verdad.” (ABC, España)

“Yo escribí mi primera novela tardíamente, cuando salió El nombre de la rosa ya tenía 48 años. Quería editar unos 2000 ejemplares de ese libro en una pequeña editorial muy selecta, pero me llamaron enseguida el gran Giulio Enaudi y el director de Mondadori para ofrecerme un gran contrato y una tirada de 30.000 ejemplares, sin haberlo leído. Me emocioné y con el dinero de ese adelanto me compré una maleta de cuero, muy bonita, que todavía conservo.” (El tiempo, Colombia)

“La crisis de los periódicos no empieza ahora, sino en 1954, con la llegada de la televisión. Antes decían lo que había pasado el día anterior, pero desde ese momento la gente ya lo sabe. El gran humorista y escritor Achille Campanile dijo en los años 60 que el periódico es como una carta que dice: “Seguirá un telegrama”. Lo que pasa es que el telegrama es del día anterior. Y esto es un problema. Los periódicos se parecen cada vez más a los semanarios, lo que, a su vez, pone en peligro a los semanarios. Pero es que un diario no tiene la capacidad de un semanario de hacer las cosas tranquilamente, porque se trabaja al filo de la noche. Hay que tener también en cuenta el esquema publicitario y el aumento de los anuncios: cuando yo era niño, había periódicos de dos páginas, tan sólo, y hoy son de 60. Y hay que llenarlas. Si eres un periódico serio, puedes hacerlo con comentarios y análisis, pero si no, te conviertes en esta máquina de fango que llena páginas y que obliga a leerlas por este mecanismo que los alemanes llaman Schadenfreude, el placer del dolor ajeno.” (El Mundo, España)

“Si sabes que estás leyendo un periódico como El País, La Repubblica, Il Corriere della Sera..., puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con Internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio.” (El País, España)

“El intelectual debe denunciar los vicios de la sociedad; si se desata un incendio en un teatro no puede sentarse en una silla a recitar poesía: tiene que llamar a los bomberos, como haría cualquier otro ciudadano.” (El Mundo, España)

“Mis plegarias en favor de las bibliotecas serán un poco más optimistas. Soy de los que todavía creen que el libro impreso tiene futuro, y que cualquier temor respecto de su desaparición es sólo un ejemplo más del terror milenarista que despiertan los finales de las cosas, entre ellas el mundo.” (Al Ahram, Egipto)

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