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Sábado, 16 de mayo de 2009

Número mil

 Por Leonardo Moledo

El número mil –como todas las potencias de diez, en una cultura signada por el sistema decimal– tiene connotaciones históricas, temporales, escatológicas, que cercan la fantasía: el año mil, el milenio, los movimientos milenaristas. En todo caso, extrañas y conmovedoras, que van mucho más allá de un truco de la numeración. Por eso, haber llegado a la entrega número mil de Futuro tiene resonancias especiales que llevaron a todos los que lo hacemos sábado a sábado a planificar un número en el que cada uno de los colaboradores habituales, históricos, pudieran despacharse a gusto y escribir lo que quisieran sobre la relación que los une a este curioso suplemento.

Quizás esté siendo un tanto convencional, pero no puedo evitar recordar a quienes, como pasantes primero, como redactores después, ayudaron, y muy seriamente, al día a día: Esteban Magnani, Joaquín Mirkin, Martín De Ambrosio, Federico Kukso; otros que escriben en forma sistemática y consecuente: Pablo Capanna, Raúl Alzogaray, y el gran Mariano Ribas desde hace años; algunos de ellos compilaron más tarde libros con las notas publicadas aquí (ver el artículo de Matías Alinovi); otros las introdujeron como partes de libros más generales. También a quienes diagramaron: Alberto Otamendi y Juan Aguirre. Por ahí compilé una lista de todos aquellos que participaron (por lo menos en los doce años que llevo al frente del suplemento), y no cabe duda de que me olvidé de alguien; todos merecen, desde ya, mi agradecimiento.

Pero además, este verdadero equipo comparte una manera de difundir la ciencia: develar la realidad oculta detrás de la engañosa maraña de los hechos, y sin olvidar a los genes, los quarks y las estrellas, ir al encuentro –y describir con su estética profunda– de las leyes fundamentales que permiten funcionar –y modelan, y ponen límites– a este gran mecanismo que nos rodea y cuya comprensión es una de las grandes hazañas de la aventura humana.

Porque la ciencia es eso: mecanismo. Que se desliza, avanza, muele, procesa (y se abstrae de) la superficie brillante de los datos. Y también prueba y error, razonamiento e intuición, deducción y estética, historia y filosofía, arte y pensamiento, inducción y riesgo, razonabilidad y momentos irracionales, cuando la mente gira en el vacío, y un descubrimiento se impone, rotundo, sobre miríadas de caminos que no conducían a ninguna parte.

Hacer difusión de la ciencia es hacer ciencia: porque la ciencia es por naturaleza pública, y sólo se realiza plenamente mediante el control colectivo. O cuando es comunicada y procesada por la cultura y se integra a los conocimientos que conforman la cultura colectiva.

Y por eso, también, si la ciencia es comunicación, palabra, diálogo, quienes participan de Futuro leyéndolo, y en ocasiones mediante cartas o mails, para expresar una opinión o señalar un error, también forman parte del equipo que hoy llega a su número mil. ¿Punto de llegada, de partida, de descanso, de impasse, de transformación? No puede saberse. Naturalmente, no voy a caer en el lugar común de prometer otros mil números. Bueno... ¿y por qué no?

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