Viernes, 12 de septiembre de 2008 | Hoy
VIOLENCIAS
El rastro de Fernanda Aguirre se perdió una mañana de 2004, cuando la niña tenía 13. Desde entonces aparecieron unas cuantas notas que se le atribuyen en distintas provincias y nada más. Su madre, acompañada por el actual secretario de Justicia de Entre Ríos, insiste en que a la niña hay que buscarla con vida.
La figura de María Inés Cabrol parece empequeñecerse, fundida en esa postal de majestuosidad que exhibe el Congreso nacional. Es la primera vez que llega a Buenos Aires para reclamar en una movilización contra la trata de personas por la aparición con vida de su hija, Fernanda Aguirre, secuestrada el 25 de julio de 2004 en Entre Ríos. Aceptó la convocatoria de La Casa del Encuentro, una organización de mujeres que el 3 de cada mes rodea al Congreso para exigir Justicia por las desaparecidas en democracia porque, sólo por momentos, piensa que Dios atiende en Buenos Aires. “Todo método de lucha vale si puede acercarme a Fernanda.”
–Sigo teniendo el apoyo del Gobierno, pero no hay una respuesta de dónde pueda estar mi hija. Hace ya tres años y tres meses que no tengo nada.
–Sí. Dos se encontraron en las termas de Santiago del Estero, una en Morón, en el conurbano, y la última en Salta.
–La primera apareció en una botella, en diciembre de 2004. Decía que dos tipos que no conocía la tenían secuestrada y abusaban de ella. La segunda nota, que se encontró en enero de 2005, en Morón, decía “Auxilio. Fernanda Aguirre.” Debajo había escrito “Portugal”. Fue lo único que alcanzó a escribir en una madera chiquita. La última fue hallada ese mismo año en el baño de un bar de Salta. Puso fecha y hasta el día en que iban a estar en una conexión con el Plaza Hotel de esa provincia, y decía que los que la tenían eran prostituyentes.
–Hasta el momento no tuve contacto con ellos.
–Si hay un dato, se chequea. Recorrí casi toda la Argentina y estuve en Brasil, Bolivia y Paraguay llevando afiches con la foto de mi hija.
–Hasta el momento, no. No tenemos nada.
–Mirta Chávez, la esposa de uno de los secuestradores –el suicidado en la cárcel, Miguel Lencina–, fue condenada a diecisiete años de prisión. Y otro de los imputados, Raúl Monzón, quedó libre porque no se hallaron suficientes pruebas en su contra.
–Nunca dijo nada. Se le pidió colaboración e incluso le dije que si nos ayudaba a saber qué pasó con mi hija, estaba dispuesta a pedir que la excarcelaran. Pero nunca habló.
–Sí. Los vecinos de Monzón dicen que la nena estuvo en su casa. Pero las pruebas no son suficientes para detenerlo. Y los vecinos tampoco se animan a declarar en la causa precisamente porque quedó libre y sigue viviendo allí. La gente tiene miedo.
–Decía que tenía un kiosquito, pero manejaba chicas en prostitución. Y también su mujer está en el circuito de la prostitución.
–Se apeló, pero la Justicia considera que las pruebas no son suficientes. Y lo dejaron ahí, nomás.
–Sí, y cada vez más gente se va sumando a lo largo de este camino para luchar por las mujeres desaparecidas, pero por el momento no hay nadie con nombre y apellido que esté investigando a fondo cuál es su paradero, quiénes las tienen.
Walter Carballo estuvo junto a la familia Aguirre desde el día que secuestraron a Fernanda. El actual secretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de Entre Ríos sostiene que a la niña “debe buscársela con vida” y que el fenómeno de la trata y tráfico de personas es un tema urgente de la agenda política nacional. "Todos los secretarios de derechos humanos de las provincias realizamos un encuentro hace un mes en Salta, para trabajar el tema específico de la trata de personas. La idea principal es instalar esta problemática en la agenda política y tratar de coordinar diferentes resortes de los Estados provincial y nacional."
–En estos años se fue advirtiendo, a partir del accionar de algunos jueces, que había cordones de trata de personas, sobre todo en la costa del Uruguay.
–Ninguna provincia permanece ajena a este tipo de redes, por eso es importante el trabajo integrado. Encontramos chicas de países vecinos que tuvimos que repatriar o víctimas de prostíbulos entrerrianos que son de otras provincias. Debemos coordinar entre las gobernaciones, para encargarnos de asistirlas y contenerlas.
–Hubo datos importantes que revelaron situaciones de otras chicas que estaban en condiciones de explotación sexual. Pero en todo esto estamos en pañales. Todavía hay que trabajar intensamente para rescatar a esas chicas y para darles la posibilidad de que vuelvan a vivir una vida digna. Con mayor o menor impunidad, redes existen en todos lados, nadie está exento. En la Argentina, muchos prostíbulos ejercen a cara descubierta y no hay control preciso.
–En la provincia se está trabajando mucho el tema del testigo con identidad reservada. Que la persona esté resguardada y protegida durante todo el proceso para que se anime a aportar datos, y que su testimonio permita condenar a los que lucran con la vida y la integridad física de las personas
–La posibilidad de trabajar en conjunto. Armar una gran red nacional y si puede ser internacional, mejor. El delito no tiene fronteras y de hecho hay chicas a las que sacan del país para llevarlas a España, Brasil, Paraguay u otros países limítrofes. Aquí se mez cla droga con delitos contra la propiedad y cuestiones de explotación sexual. Es un círculo cerrado.
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