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Viernes, 24 de junio de 2011

TEATRO

El no lugar

¿Es posible abolir un espacio imaginario? Esta pregunta, que la Iglesia respondió borrando al limbo del horizonte de posibilidades, aparece respondida en el escenario en esta obra de Andrea Garrote, que ya va por su tercera temporada.

 Por Sonia Jaroslavsky

Andrea Garrote cuenta que hace unos años, cuando se encontraba escribiendo esta obra, leyó que la Iglesia Católica había abolido el limbo. Este acontecimiento le pareció un chiste inquietante: “¿Cómo puede ser que el creador de un espacio imaginario declare que ese espacio no existe más? Hay un momento en Niños del limbo en donde los personajes discuten si aquello que no es, existe; o lo que no existe, produce efectos. Y esto vuelve a la tesis de que la imaginación, la fantasía, produce efectos sobre la realidad. Niños del limbo se refiere también a personajes concretos de la obra, pero eso no es para contar antes de haberla visto”.

En una época donde son muy pocos los espectáculos que superan las ocho funciones en cartel, Niños del limbo, bajo autoría y dirección de Andrea Garrote, va por su tercera temporada. ¿Cuál será su receta? El hecho de haber creado un espectáculo exquisito, con actuaciones notables. Entre ellas se encuentra la de la misma Andrea Garrote en el papel de Martina (la profe de Letras de Puán), pero además un homogéneo y sólido elenco a cargo de Amanda Busnelli, Guillermo Jacubowicz, Alejandro Pérez, Javier Rodríguez, Mariano Sayavedra y Alejandro Zingman. Cada personaje tiene su visión del mundo, su gracia, su aporte personal del actor que termina sellando una creación, una aparición muy particular. Pero hay más ingredientes, según Andrea: “La obra tiene un relato clásico, mantiene el misterio, la tensión; el espectador quiere saber cómo termina, pero en el medio se desarrollan peripecias más imprevisibles que también generan interés y risas. Luego, la relación entre el mundo ficcional y casi profético del taller literario y el de la realidad de los personajes: creo que es muy enriquecedor el planteo de pensar cómo aquello que imaginamos o que otros imaginan puede modificar hechos concretos. No sé si somos tan conscientes de que las ficciones que consumimos como sociedad nos determinan y de la escasez de relatos de determinada índole”.

Además de su papel de Martina en Niños del limbo, en la misma sala pone el cuerpo en calidad de actriz a tres personajes diferentes en la obra Todo de Rafael Spregelburd: la empleada pública, la coreana y una madre primeriza: “La empleada pública me conecta con un pensamiento más tilingo y gracioso. La coreana del segundo acto, con la desfachatez de irrumpir una escena más filosófica desde un lugar muy extrañado, más enajenado del resto, implica confianza en la presencia, en un relato propio e interno. El tercer acto de Todo se corre hacia la emocionalidad. En Niños del limbo, Martina –la profesora del taller de literatura– es un personaje más estable: ella, de principio a fin, intenta mantener el espacio de trabajo, motivar a los participantes con su propio entusiasmo, aunque se encuentra con dificultades cada vez menos legibles, pero muy lejos de saber qué pasa realmente. Además, para los actores, tiene el desafío de la comedia de situación, los cambios rítmicos que se hacen estando en permanente conexión de equipo”.

En Niños del limbo, el taller literario resulta un laboratorio “poético–personal” donde se manifiestan las clases sociales con curiosos planteos acerca de qué es la ficción y qué es la realidad: “Las categorías científicas o sociológicas, como clase media en este caso, sirven para pensar ciertos aspectos, pero no hay que olvidar que proponen un modo de pensamiento que, aunque sea hegemónico, no es el único. Porque así como se puede denostar a las personas que no quieren embarrarse en los asuntos turbios del ser humano, de las instituciones, del poder y decir que desde ese lugar no aportan nada al bien común, también se puede pensar que aquellos que intentan agrandar esa grieta, esa burbuja, colaboran de una manera más profunda en la resistencia de que toda expresión humana sea fagocitada por el poder, el mercado, etcétera. Digamos que un grupo de personas que se encuentra a través de una actividad creativa y con lazos de amistad, en el sentido socrático del término, puede ser visto como una hipponeada o como una decisión y prácticas muy conscientes ideológicamente”.

Niños del limbo. Sábados a las 23. Beckett Teatro. Guardia Vieja 3556. Reservas: 4867-5185. Entradas: $ 50 ($ 35 jubilados y estudiantes).

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