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Viernes, 21 de marzo de 2008

EL MEGáFONO

María carpintera

 Por Gimena Fuertes

Mas de 30 familias del barrio Villa Saboya en la ciudad de Mateu, partido de Escobar, que habían sido desalojadas a mediados de enero, resisten hoy con guardias y festivales para que no desalojen también la cooperativa de trabajo autogestionado de carpintería, panadería y costurería Manos Obreras. María Teresa Tonge era una desocupada más, hoy se muestra orgullosa de su oficio de lijadora, y resiste el desalojo.

El terreno abandonado desde hacía más de 40 años fue recuperado por los vecinos en 1999, y en enero de 2004 la Unión de Trabajadores Piqueteros (UTP) instaló una panadería, taller textil y una carpintería que generó una treintena de puestos de trabajo con aportes previsionales, obra social y seguro de riesgos. A fines de octubre pasado las 30 familias construyeron allí sus viviendas. Pero a mediados de enero más de 500 efectivos de la policía e Infantería las desalojó y desde entonces la policía hace guardia en la entrada de cada una de las casillas. La orden de desalojo fue emitida por Luciano Marino, titular del Juzgado de Garantías Nº 3 de Escobar, con la intervención de la fiscal Irene Molinari. Según los vecinos, también se hicieron presentes funcionarios del Ministerio de Seguridad Provincial, que argumentaban estar allí para “garantizar que el desalojo no sea violento”. Ninguno de los funcionarios presentes en el lugar ofreció una solución para las más de 30 familias que quedaron sin tierra ni techo.

Hoy los vecinos temen por el desalojo de la cooperativa en la que trabajan que funciona en el mismo predio. María Teresa trabajaba elaborando pan casero para alimentar a sus ocho hijos y desde hace cinco años, cuando se incorporó a la carpintería, puede contar con un ingreso fijo. “Una vez que los compañeros agujerean las maderas yo voy y las corto y después ya van a la lija donde yo las lijo. Y bueno, ese sería mi oficio, de lijadora”, cuenta. “La cooperativa, o sea la carpintería, costura, panadería, se consiguió a fuerza de todas esas marchas y resistencias, y gracias a eso yo tengo un trabajo, y estoy muy orgullosa. A mi marido Santiago, que consiguió trabajo en el ferrocarril, le dijo que “por más que conseguiste laburo, ni vayas a soñar que yo voy a dejar el movimiento”.

La Cooperativa Manos Obreras además sostiene una huerta, un merendero, apoyo escolar, actividades culturales y una comisión de género. Hoy, el predio que ocupan desde 1999 los compañeros que trabajan allí, está en peligro de desalojo; por lo que están luchando y piden solidaridad.

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