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Viernes, 6 de noviembre de 2009

ENTREVISTA A AYELET BARGUR

En la línea del fuego

“Hago películas porque quiero contar la historia de la gente, del mundo que nos rodea. Me defino como una directora que trabaja con temas sociales acerca de cómo lidiar con el día a día en Israel: los ataques terroristas, los niños abandonados, las ciudades en desarrollo”, explica a Las12 Ayelet Bargur, la realizadora que, con apenas 40 años, ya colecciona un respetable número de trabajos cinematográficos y, en esta edición del festival, compartirá dos de sus más aclamados films: el drama televisivo Como si nada hubiera ocurrido (“As if nothing happend”), ganador de la Mención Honorable del Jurado, en el Festival de Jerusalén, y el documental La casa de la Calle August (The House on August Street).

En Como si nada hubiera ocurrido te basás en tu propia historia personal para relatar la reacción agónica de una familia israelí tras un atentado que podría haberles costado la vida a su hijo y hermano, el teniente Ziv Gonan. ¿Hay una crítica social hacia la forma en que se suele evadir la realidad o, en este caso, el contexto violento hasta que uno mismo se ve afectado por él?

–Cuando hice el film en 2000, los acuerdos de Oslo estaban todavía vigentes y creía o, al menos, esperaba que la película no tuviera relevancia en los años por venir. Lamentablemente todavía tiene vigencia y sigue siendo un portarretrato de la realidad israelí. El miedo a los ataques terroristas ha influenciado mucho en la calidad de vida de la gente y la única manera de lidiar con eso es llevar una vida normal, cerrándose en una burbuja como si nada estuviera ocurriendo. El efecto de una sociedad que vive constantemente asustada es devastador. Personalmente creo que hay que llegar a un acuerdo con los palestinos para que ambas partes puedan vivir en paz.

Has mencionado que estar en la armada hace que uno se replantee los límites propios, la lealtad y el concepto de “héroe”. En ese sentido, ¿qué pensás acerca del servicio militar obligatorio en Israel?

–Serví dos años a la armada israelí y mis recuerdos son buenos. Mientras el país tenga que enfrentar amenazas, no hay otra posibilidad. Con todo, también creo que si alguien quiere abandonar el servicio, debería poder hacerlo. El verdadero problema en nuestra sociedad es la educación. Los chicos crecen aprendiendo que morir por tu país es heroico y todos quieren convertirse en héroes, cuando –en realidad– llevar una vida con sentido y tener la voluntad de cambiar las cosas, de hacer del mundo un lugar mejor, puede ser más heroico que servir a la armada.

Con La casa de la Calle August tomaste la decisión de contar otro relato de tu familia, esta vez sobre tu tía abuela Beate Berger, directora de un orfanato judío en Berlín (el Ahawah Children’s Home) que logró trasladar a más de cien niños a Palestina durante el Holocausto y salvarlos de una muerte segura. ¿Cómo te ponés en contacto con esta historia?

–Beate fue la heroína de mi infancia. La “conocí” por primera vez a los 12, cuando mi abuelo me contó sobre las raíces de nuestra familia. Luego, a los 20, cuando paseaba por Berlín reconocí su foto en una placa sobre el edificio de August Street, el Ahawah. Entonces comencé a investigar sobre su vida y a ponerme en contacto con los entonces niños que la conocieron en el orfanato. El proceso terminó convirtiéndose en el libro Ahawah HeiBt Liebe (2006) y, luego, en este film premiado por el Festival Internacional de Cine de Haifa en 2007. Beate tuvo compasión como Janusz Korczak y coraje como Oscar Schindler pero, sobre todo, una visión y comprensión de la realidad como casi nadie en la Berlín de 1933. En ese sentido, el film es una historia sobre la memoria, la esperanza y el amor, temas presentes en casi todas mis películas. Como realizadora, me parece importante hacer documentales sobre estos temas. Como pariente, quería preservar el recuerdo de mi tía abuela. Como israelí, creo que es importante dar luz al vínculo existente entre Israel y Alemania y fortalecer esta conexión. Y, como mujer, me gusta contar historias de mujeres fuertes.

¿Cómo es la vida –hoy en día– de una mujer en Israel?

–En su mayoría, la vida de las mujeres en el país es buena. Tenemos temas de género que están siendo discutidos en el Parlamento y muchas organizaciones que promueven tópicos femeninos. La violencia contra la mujer se ha instalado en la opinión pública porque, en los últimos años, ha habido casos de esposas asesinados en manos de sus maridos. También se han instalado temas como la violación o el sexo no deseado en lugares de trabajo, dado el juicio contra nuestro ex presidente, acusado de usar su poder para obligar a sus empleadas a tener sexo con él. Quiero decir: hay problemas como en cualquier país occidental pero estamos en democracia y la voz de la mujer puede ser escuchada. Incluso en el cine, hay un gran número de documentalistas mujeres con mirada de género en sus trabajos.

¿Cuál será tu próximo proyecto?

–Estoy trabajando en dos films: Borderline, una película de mujeres, contada por mujeres, sobre la amistad entre dos guerreras, Irit (una soldado israelí) y Najua (una luchadora por la libertad palestina); y Saving Mika, sobre dos niños y su relación en plena segunda guerra del Líbano, donde instalo la pregunta: ¿Hasta dónde irías para salvar a un amigo?

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