Lunes, 16 de septiembre de 2013 | Hoy
FúTBOL › EL BOCA DE BIANCHI FUE MUY SUPERIOR, BAJO LA LLUVIA DE LA BOMBONERA, AL RACING DE ISCHIA
Las diferencias futbolísticas fueron mucho más notorias que el exiguo resultado final. Otra vez con Gago en la cancha, como contra Vélez, Boca se adueñó del partido y sólo la ineficacia de sus delanteros impidió mayores cifras.
Por Ariel Greco
El resultado quedó corto. Muy corto. Las diferencias futbolísticas que hubo en la lluviosa tarde de la Bombonera fueron mucho más notorias que el exiguo 2-0 con el que Boca venció a Racing. En el desarrollo fue goleada, pero la ineficacia del ataque boquense acortó las distancias. Para Racing, la mejor noticia fue el resultado, mucho más decoroso que la actuación del equipo.
¿Cuál es el verdadero Boca? ¿El que jugó muy bien en el triunfo ante Vélez? ¿El que deambuló en Bahía Blanca y se trajo una goleada ante Olimpo? ¿O el que bailó ayer a Racing? Hay dos coincidencias entre las buenos rendimientos, que faltaron en la actuación decepcionante de la semana. La primera, obvia, la cancha. De a poco, Boca empieza a hacerse respetar en su terreno, como lo hacía en épocas no tan lejanas. Y la otra, determinante, pasa por la presencia –y ausencia– de Fernando Gago.
No es casual que las dos mejores producciones de Boca en el semestre hayan coincidido con el volante central en la cancha. Como si se tratara de un faro, con los dos brazos levantados, Gago se hizo dueño del partido. Tocó y fue a buscar la descarga. Se mostró siempre como una opción de pase para sus compañeros. Y con esa manera de jugar, generó el contagio. Su fútbol fue prepotente, porque obligó a sus compañeros devolverle la pelota. Y eso se tradujo en combinaciones ofensivas, triangulaciones, jugadas de riesgo... No necesitó colocar un pase gol para influir en el resultado. Lo hizo a partir de todo lo que se provocó a su alrededor.
Al amparo del fútbol de Gago, el resto fue creciendo. Méndez arrancó con timidez, pero terminó siendo el volante por el que pidió Riquelme al considerarlo el mejor jugador del fútbol argentino. Erbes, desde el lateral, se sumaba a la mitad de la cancha y se convertía en una rueda de auxilio para todos. Por izquierda, el tándem Sánchez Miño-Martínez desequilibraba por capacidad individual e inteligencia colectiva. Y hasta el pibe Zárate se sumaba con acierto. Por eso, Boca mostró muchas variantes, generó numerosas ocasiones de gol y, por momentos, se lució para el regocijo de sus hinchas.
Esa mayor fluidez y su mejor manera de hilvanar los ataques no sólo sirvieron en el aspecto ofensivo: a Boca, atacar bien le sirvió para defender mejor. Por eso, Orion casi no pasó sobresaltos, más allá de un cabezazo de Migliónico que pasó muy cerca, y un desborde de De Paul que terminó con un centro bajo que controló el arquero. Salvo por esas ocasiones, la defensa se mostró firme y sólida, pese a los cambios obligados por las lesiones de Insúa y el Cata Díaz.
Claro que a esta altura del análisis hace falta hacer una salvedad: Racing. Todo lo bueno que generó Boca no se puede contar sin remarcar lo pobre que fue lo de la Academia. Desde lo colectivo, no tuvo respuestas. Desde lo individual, contó con rendimientos subterráneos. Y desde lo anímico, jamás mostró ni una pizca de rebeldía. Por eso completó una labor olvidable, en lo que lo mejor fue sólo haber recibido dos goles. Y por lo tanto, para determinar si Boca es el de ayer o el de Olimpo, habrá que esperar un adversario con otra prestación.
Estadio: Boca.
Arbitro: Sergio Pezzotta.
Goles: 17m Sánchez Miño (B); 68m Gigliotti (B).
Cambios: 29m Zárate (7) por Insúa (B); 41m Battaglia (4) por Villar (R); Viola (4) por Hauche (R); 48m Caruzzo (6) por D. Díaz (B); 76m Regueiro por De Paul (R); 86m Riaño por J.M. Martínez (B).
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