Lunes, 6 de junio de 2016 | Hoy
BOXEO › EL RECUERDO DE LAS VISITAS DE MUHAMMAD ALí AL PAíS EN 1971 Y 1979
Ocho meses después de su pelea frente a Bonavena en Nueva York, hizo una exhibición en Atlanta que terminó en escándalo. Volvió para el 60 aniversario de la revista El Gráfico, en una coprodrucción con Canal 13, en plena dictadura. Guanteó en el Luna Park y fue ovacionado.
Por Daniel Guiñazú
Es posible que pocos lo recuerden, sobre todo los más jóvenes. Pero Muhammad Alí, el más grande boxeador de la historia fallecido el sábado a la medianoche en Phoenix (Arizona), visitó dos veces Buenos Aires. En noviembre de 1971, once meses después de su triunfo ante Ringo Bonavena en el Madison de Nueva York, el promotor Héctor Méndez lo contrató para grabar un programa especial en Canal 9 y hacer una exhibición en la cancha de Atlanta que terminó escandalosamente. Apenas estuvo 42 horas en el país. En mayo de 1979, una coproducción entre El Gráfico y Canal 13, lo trajo por poco más de tres días para celebrar los 60 años de la revista deportiva y en paralelo, participar de dos programas especiales en la emisora que por entonces, administraba la dictadura militar.
La primera visita tuvo un ritmo vertiginoso. Había que explotar el tiempo a fondo. Por eso, en menos de dos días, Alí fue el invitado central de “Los Doce del Signo”, el espacio zodiacal que conducía Horangel en el canal de Alejandro Romay, se reencontró con Bonavena, compró ropa y cuadros, almorzó comida típica musulmana en un centro islámico y cenó un asado en un quincho de Lanús al lado de José Rucci y Lorenzo Miguel (foto). El secretario general de la CGT y el poderoso jefe máximo de los metalúrgicos no quisieron perderse la foto con tamaña celebridad deportiva mundial.
En medio de toda esa movida, hubo una exhibición en Villa Crespo. Y las cosas salieron mal. Hubo menos público que el que se esperaba en la cancha de Atlanta porque se intuía una parodia. Y exactamente eso fue lo que pasó. Los cinco rounds que Alí hizo ante el campeón argentino de los pesados, Miguel Angel Páez, y los otros tantos que realizó ante un obeso sparring llamado James Summerville, resultaron escasamente serios. Mas próximos al circo que al boxeo.
Por eso, la gente reaccionó. Los más exaltados, inclusive, rompieron los alambrados de la cancha, invadieron el ring side y quisieron subir al cuadrilátero para increparlo a Alí, quien a duras penas pudo llegar al vestuario. Hubo sillas destrozadas y varios heridos. Un bochorno que Canal 9 televisó a todo el país. El periodista de El Gráfico, Carlos Marcelo Thiery le preguntó a Alí cuánto había ganado por hacer lo que hizo. Alí respondió: “No sé exactamente cuanto gano con estas giras. Me figuro que en la opinión de un hombre común debe ser bastante, pero comparado con todo el dinero que perdí en los tres años y medio que pasé obligatoriamente sin boxear es poco, demasiado poco”.
La visita de 1979 fue mucho menos caótica. Alí, por entonces de 37 años, dio una conferencia de prensa de una hora en el aeropuerto de Ezeiza y de allí se trasladó al Aeroparque de Buenos Aires y luego al Hotel Sheraton, donde tuvo el tiempo justo para cenar, cambiar su ropa y dirigirse al Luna Park. En Corrientes y Bouchard fue aclamado por la multitud que había concurrido ese sábado a ver la pelea entre Juan Domingo Malvares e Hipólito Nuñez por el título argentino de los plumas.
Aquella noche fue brillante y lujosa. Sobre el ring esperaba una guardia de glorias: Nicolino Locche, Víctor Galíndez, Horacio Accavallo, Miguel Angel Castellini, Miguel Angel Cuello y Hugo Pastor Corro. Alí finteó con el gran Nicolino. Le tiró un par de manos y Locche las esquivó a su estilo mientras el Luna se venía abajo. No era para menos. Estaban frente a frente nada más y nada menos que el más grande todos los tiempos del boxeo mundial y el ídolo más querido de la historia del pugilismo argentino. Inigualable.
Alí recibió el trofeo por los 60 años de El Gráfico y se bajó del ring. Y sucedió algo curioso. Porque ahí terminó una transmisión de TV y empezó otra. Canal 13 transmitió la ceremonia previa con Alí y los campeones. Y cortó justo cuando empezaban Malvares-Nuñez, cuyos derechos de emisión había comprado Canal 11.
El domingo, con mucho cansancio encima, Alí grabó un programa y luego participó de otro en vivo con Mónica Cahen D’Ánvers. El lunes, dio una entrevista exclusiva a toda la redacción de El Gráfico y luego, regresó a los Estados Unidos, cerrando tres días irrepetibles. A pura velocidad. En los que dejó la estela de asombro que sólo dejan los verdaderamente grandes. Como lo fue Alí.
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