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Lunes, 2 de septiembre de 2002

OPINION

De canallas y leprosos

Por Diego Bonadeo

No es la primera vez que Newell’s y Rosario Central pelean arriba un campeonato. Todavía perdura en la memoria de muchos aquella tarde de diciembre de 1971, la de la palomita de Aldo Poy poetizada por el recordado y entrañable Lalo de los Santos en su “Vuela, Aldo, vuela” y que celebran ritualmente los integrantes de la OCAL, Organización Canalla Anti Leprosa al principio, Organización Canalla de América Latina, después. Son esos mismos hinchas de Rosario los que llegaron al Museo de la Revolución en La Habana para entregarle, a la memoria de El Che, la camiseta azul y amarilla; esos mismos colores que llevan los guardias suizos del Vaticano, razón por la cual los adherentes a la OCAL coligen que todos los papas de la historia han sido, son y serán hinchas del equipo de Arroyito...
Aunque muchos leprosos bien podrían sugerir que aquel gol de la cancha de River, que definió el Nacional de aquel año, bien pudo haber sido gol en contra del defensor de Newell’s Di Rienzo y recordar –sin mentira– que hubo muchos otros torneos en los que a ellos les fue mejor que a los otros.
Más de treinta años después, las chicanas persisten y los clásicos también. Incluso el de ayer, en un torneo cuyas mayores expectativas parecen pasar por la incertidumbre de cada partido y no por la ilusión de buen fútbol, con los altibajos de casi todos como denominador.
Es que Olmedo, Fito Páez, Adrián Abonizio, Lito Vitale, Baglietto y tantos más de la Trova rosarina, y para qué hablar del Negro Fontanarrosa, el Flaco Menotti, el recuerdo de Rubén Bravo, una amiga mía que se llama Sonia Martín y miles y miles más son Rosario Central. Es que el enorme saxofonista Leandro “Gato” Barbieri, su hermano y trompetista Rubén, el recuerdo de René Pontoni, Jorge Valdano, el “Mono” Alfredo Obberti, Marcelo y Rafael Bielsa, el Tata Martino, un amigo mío que se llama Carlos Montrasi y miles y miles más son Newell’s Old Boys. Y habrá tantísimos más que ambos –vos que leés y yo que escribo– conocemos, que se querrán más o se querrán menos, pero que cuando de esto se trata tendrán la chicana siempre a mano...
Por que antes del detalle, más allá de la llegada del “Pájaro” Domizi al minuto, los pelotazos del fondo de Central mientras era mejor Newell’s, los tiros en el travesaño de los dos Quinteros a los 27 y 28 del primer tiempo, el 1-0 de Figueroa a los 40 y la expulsión de Liendo a los 47 -todo en el primer tiempo–, la chilena de Sacripanti a los 11 del segundo, algún toqueteo de Central, los mano a mano de Mandra y de Delgado frente a Passet y el gol de Arriola a los 41 para el 2-0 final; más allá de todo ese detalle, digo, quedarán las otras cosas, las que tienen que ver con las ancestrales vivencias futboleras rosarinas de entre semana.
Aunque Central ayer haya sido más que Newell’s, mientras el Flaco Menotti, que en su vida se fumó todos los Parisiennes de los maxikioscos, se mentía el faso con los mismos chupetines con palito que Marcelo Bielsa –que quizá no haya fumado nunca– hizo famosos diez años atrás.

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