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Lunes, 26 de febrero de 2007

FúTBOL › LA OTRA CARA DE UNA VICTORIA INOBJETABLE

Apuntes a los que Passarella tiene que prestar atención

 Por Daniel Guiñazú

¿Hasta cuándo podrá aguantar River su envión ganador? Algo aparece claro luego de la vibrante goleada a Racing: más allá de algunas dudas que surgieron en la defensa cuando el partido se puso 3 a 2, la de ayer fue su mejor actuación en el campeonato. Y un nuevo paso al frente después de su victoria de la semana ante Colo Colo en Santiago de Chile y por la Copa. Todo le viene saliendo de película a Passarella: le ganó a Boca los dos superclásicos del verano y enhebra cuatro triunfos seguidos entre el Clausura y la Libertadores. Mejor imposible este arranque.

Lo mejor (o lo peor según se mire) es que los resultados se consiguieron antes de que empiece la tan anunciada rotación para repartir esfuerzos entre los dos campeonatos. Podría suponerse que el día en que Passarella empiece a mover las piezas habrá de debilitarse esta estructura por ahora inconmovible. Pero teniendo en cuenta que River tiene el plantel más rico del fútbol argentino, no deberían esperarse novedades por este lado. Con aquellos que no son por ahora titulares, el equipo está en condiciones de obtener resultados igualmente satisfactorios. Y encima de todo, en cualquier momento llega Mauro Rosales.

Es en el ataque, precisamente, donde se vio el mayor repunte de River. Ante Lanús y Newell’s, ni el colombiano Falçao García ni Farías estuvieron bien abastecidos. Belluschi generó juego con intermitencias, Galván tuvo altibajos y Sambueza, más altos que bajos. Por eso, los goles que le dieron la victoria en ambos partidos llegaron como consecuencia de jugadas con pelota quieta y no como fruto de acciones colectivas.

Contra Racing, en cambio, tres de los cuatro tantos (la excepción fue el gol de tiro libre de Zapata) fueron como a Passarella más le gusta: se gestaron por abajo y por los costados y se definieron por el medio. Y en esa misión, la de preparar y resolver, Falçao y Farías estuvieron afiladísimos. Contra lo que podría suponerse, Farías se tiró a la derecha más que el colombiano. Y por allí, sus corridas fueron imparables para Celso Esquivel y Diego Crosa y sembró peligro en cada pique. De Falçao pueden decirse dos cosas: aportó dos goles y fue la figura del partido.

Pero nada es perfecto. Y más allá de la satisfacción que provocó la goleada y la mejora futbolística, Pa-ssarella debe corregir algunos desajustes defensivos. La manera en la que Franco Sosa ganó en lo alto cuando Racing igualó 1 a 1 y cierto nerviosismo que se apoderó del equipo luego del gol de Moralez deberían hacer reflexionar al técnico. Es cierto que River ganó, goleó y de a ratos, gustó. Pero no menos lo es que Racing le pudo haber empatado en ese momento en el que tanta seguridad pareció temblar.

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Galván festeja su gol, el tercero de River, luego de una falla de toda la defensa de Racing.
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