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Lunes, 14 de abril de 2003

OPINION

Los afiches de la resignación

 Por Diego Fischerman

Los afiches de la resignación
Crueles en los carteles, los afiches convocaban a la resignación. La sponsorización del mañanero Racing-Boca por las fórmulas Kirchner-Scioli y Menem-Romero parecía presagiar inexorables resignaciones electorales y también futbolísticas. Y así fue. Como si las cosas del país y las del fútbol pudieran ser de tan diferentes maneras, aunque fuesen y sean la misma cosa. Kirchner, Menem, en fin casi todos, como alternativas –¿alternativas?– cuando por otra parte lo “nuevo”, lo auténticamente revolucionario y propositivo sean, por ejemplo, las cientos de empresas recuperadas por los trabajadores en cooperativas. Y en el fútbol, este Racing que puede de a ratos o de a partidos deslumbrar con su fútbol y Boca con sus resultados, a esta pantomima de ayer por la mañana en Avellaneda. Se juega como se vive, podrá decirse una vez más.
Desde el principio y hasta el final, con algunos pocos minutos como excepción para confirmar la regla, dirían y escribirían los conceptualmente correctos, a eso del primer cuarto de hora del segundo tiempo, el partido era más de pelota vasca que de fútbol. El frontón eran los jugadores. Propios y ajenos. No importaban las camisetas. Solamente sacarse la pelota de encima. Los pases eran compromisos. También para propios y ajenos. De contra y a los diez minutos, un pase de revés de Tevez al medio hizo que Donnet convirtiera el único gol para un partido que ni eso merecía.
En medio de los forcejeos, Boca llegaba más o menos... Racing, casi nunca. Es que para poder llegar, hay que saber salir, se diría por allí.
Como Torres se equivocaba seguido las pocas veces que tuvo contacto con la pelota, a los veinticinco entró Arano y Racing se limitaba a un poquito de Rueda –en soledad– porque no aparecían ni Milito ni Mariano González ni Vitali. Ni más ni menos que Battaglia y Cascini en Boca. Todo era de una absurda y patética rusticidad.
Con la expulsión de Cascini a los veinticinco del segundo tiempo, el tacticismo y la mezquindad, de parabienes. Villarreal entra por el Pipa Estévez y enseguida, en Racing, Maxi Estévez reemplaza a Orozco. Y Donnet pasa a jugar de cuatro o algo por el estilo, cosa que quede sólo Tevez adelantado. Se lastima Cagna sobre la media hora y el tacticismo llega al orgasmo. Lo reemplaza Schiavi y Boca forma con una línea de ocho, pese a las declamadas dos líneas de cuatro, con Clemente Rodríguez como lo más parecido a un atacante junto a Tevez. Al rato, penal de Rodríguez a Maxi Estévez no cobrado, y enseguida, uno supone, de mal pensado que uno es nomás, que más que para el contraataque es para ganar tiempo que el Chelo Delgado reemplaza a Tevez. Esta vez, una vez más, crueles en los carteles, los afiches sponsorizaron la resignación. También el fútbol.

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