libros

Domingo, 7 de septiembre de 2003

RESEñA

La chica de Astroboy

Goa
Andi Nachon

Tsé-Tsé
Buenos Aires, 2003
70 págs.

por Juan Fernando García

Nacida en 1970, Andi Nachon publicó Siam en 1990, al que le siguen tres libros de poemas, un ensayo sobre el tatuaje (con Diego Sasturain) y las colecciones y muestras preparadas junto al colectivo interdisciplinario Suscripción, desde su creación en 2000. Además de las antologías, los libros inéditos, sus colaboraciones en diarios y revistas.
Goa, su último libro, recién editado, viene a confirmarla como una de las voces más exquisitas de su generación. De herencias poco visibles, su obra ha venido sosteniendo una poética propia, una voz modulada desde su juvenil primer libro pero que se establecía como un bloque en Taiga (2000), su libro anterior. No trabaja con restos de una lengua, no participa del coloquialismo “de las chicas”. Su voz está en otra parte. Es auténtica, no se dobla ante la tradición y es en esa extraña arquitectura donde se planta para hacer, de la novedad, estilo.
Los poemas de Goa, tensos en su lirismo y sus cortes (sus abruptos encabalgamientos podrían pensarse como “restos” de un drumm & bass poético) preguntan siempre a un oyente virtual (a un amigo escucha o lector, podríamos aventurar) o es el yo lírico que no establece certezas. Y si las hay, las desbarata rápidamente: “A los veintinueve/ me concilié con el mundo.../ suena algo pretencioso y encima/ presupone cierto/ sitio ordenado, limpito y/ definitivamente/ no conocido”. Y serán esas preguntas las ordenadoras del mundo propio, de una geografía extraña y, a la vez, cercana. Como leemos en el poema “Chinoisserie”: “Verdad/ parecen las mesas al sol, el río”.
Podríamos hablar de un libro maduro, de una poética afianzada, pero nunca cerrada (lo percibimos: es joven quien escribe). La busca ahora será estética, el modo de decir que la hace ir de los poemas extensos y barrocos de su producción anterior a estos más breves, más contenidos. Y esa madurez le permite acercarse a sus mundos anteriores, cuando declara: “a veces/ ese verano en siam aparece y ya no la niña, sino una chica de astroboy que con sus botines mira el mundo”.
Goa, escrito sobre las ruinas del fin de siglo, habla de la felicidad (“Así/ la belleza un abrigo/ que proteja y recuerde/ la verdad del frío”), de sus múltiples formas que nos alejen del dolor (“Que tus deseos/ se hagan realidad”) y el placer de compartir con amigos esta vida (“Los cuatro del ritmo”). Tan así es que la escritura de Goa se vuelve política: política de la Amistad, política de la Realidad (“cuando la nena/ canta y dice en el subte/ ‘no me aplaudís’”).
Y es por esos sitios “amistosos” que la poesía de Andi Nachon avanza hasta hacernos cerrar el libro con una sonrisa en los labios.

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