libros

Martes, 2 de abril de 2002

EDITORIALES

Somos mucho más que dos

Hace diez años Guido Indij fundaba editorial La Marca, una editorial, cada vez más, especializada en libros de arte y fotografía. Un proyecto independiente que sobrevive por prepotencia de trabajo en medio de la marea que, en estos días, parece llevarse todo por delante.

por Natalia Fernández Matienzo
¿Cuáles fueron los orígenes de la editorial?
–La Marca es, ante todo, una editorial vocacional. La fundamos en 1992 casi por capricho. Desde el principio pensamos que lo más organizado era dividirla en colecciones, que no estaban directamente relacionadas con el arte sino con cuestiones universitarias. Lo que sucedió fue que habíamos publicado apenas tres libros, y casi no tenía sentido recorrer las librerías con tan poco material bajo el brazo. Fue entonces que empezamos a importar obras y a dar más forma a la librería, Asunto Impreso. A partir de ahí, y a pesar de que son dos entidades separadas, los dos proyectos se ligaron mucho más, por necesidad, y nuclearon sobre todo el arte y la fotografía, mis dos pasiones. Siempre digo que los libros no son pasión sino enfermedad. Como no soy escritor sino fotógrafo y editor, concibo al catálogo de la editorial como mi obra. Por eso siempre intento que sea chiquito pero inmaculado: nunca publiqué un libro del que no estuviera perfectamente convencido. Básicamente, publico lo que tengo ganas.
¿Cuál es el perfil de la editorial?
–Intento ofrecer una gran variedad de posibilidades, aunque me dedico fundamentalmente al arte y a la fotografía. Tenemos varias colecciones: con Cuadernillos de género trabajamos sobre los géneros discursivos, que pueden oscilar desde la novela policial hasta el erotismo y la pornografía. También tenemos la Biblioteca del erizo, que se dedica a la poesía, y que a su vez está dividida en diversas series: autores jóvenes, autores consagrados en ediciones bilingües y poesía del rock argentino, uno de nuestros emprendimientos más recientes. La Biblioteca de la mirada es una colección miscelánea cuyo objetivo es, dicho mal y pronto, entrenar el ojo a partir del ocio, la imagen, la fotografía o cualquier otro tópico. No tiene una línea determinada y puede decirse que es la colección más caprichosa que he creado. En cuanto a la fotografía en sí, tenemos una colección llamada La vista gorda, que se dedica por completo a ella. Son libros bastante caros, difíciles de publicar para una editorial tan pequeña, pero que nos gusta sacar porque el resultado final es de una calidad impecable.
¿En qué se diferencia La Marca de las demás editoriales independientes?
–Básicamente, en que es una editorial de la imagen. Sin embargo, creo que no es el detalle más importante, porque mi objetivo principal es ofrecer propuestas originales que acerquen el arte al consumidor de manera más directa. Tenemos algunas colecciones que proyectamos ampliar. Por ejemplo, con Poesía y forma publicamos textos poéticos en diferentes formatos. El primero fue Haikúgrafo, un haiku de Arturo Carrera impreso sobre un barrilete. Después publicamos Telegrafías, de Silvana Frazetti y Mariana Bustelo: telegramas con poesías que pueden ser reenviados a quien corresponda. En materia de fotografía también tratamos de innovar. Hace poco publicamos Cartele, de Gastón Silverman, Esteban Seimandi y Machi Mendieta: una colección de fotos sacadas con cámaras baratas que retratan las barbaridades que aparecen en los letreros de la vía pública. Otra colección que todavía está en desarrollo es Cine de dedo: son pequeños libros que mediante imágenes recorridas con cierta velocidad logran una suerte de animación rudimentaria. La colección en crecimiento más seria hasta ahora es Múltiples, porque intenta rescatar el concepto pop de los años cincuenta: la obra de arte original pero multiplicada. Trabajamos principalmente con grabados. Cada uno de los ejemplares es un libro de artista que en sí es un original. Dentro de esta colección, publicamos Máximas mínimas, de Alfredo Benavídez Bedoya: una obra con tapas de piedra que contiene diez grabados originales. Cuesta $ 120, pero hay que tener en cuenta que bien mirado es una forma de acercar arte de calidad al público, porque cada grabado de Bedoya cuesta unos $ 1000.
¿Cuáles son los proyectos de la editorial?
–Por ahora, teniendo en cuenta la situación del país, el proyecto más sólido que tengo en mente es llevar adelante un consorcio de editorialesindependientes. Con otras cinco editoriales pensamos que lo más sensato es asociarnos, en principio para exportar nuestros libros. No es lo mismo ofrecer veinte opciones que doscientas. Por ahora tenemos un catálogo conjunto con todas nuestras publicaciones. Después se verá qué más podemos hacer, en qué otros proyectos podemos confluir. Al fin y al cabo, una editorial es sólo un simple escritorio y un editor con ganas de hacer cosas.

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