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Sábado, 13 de julio de 2002

EDITORIALES

Derechos abstractos y políticas concretas

por Daniel Link

En la Argentina de hoy, cuando los últimos avatares de la industria editorial han demostrado que los argentinos hemos perdido (o vendido a precio de saldo) el primer derecho abstracto, el derecho a decidir qué vamos a leer, toda relación con la cultura industrial se ha vuelto mucho más dramática y convoca, efectivamente, una seriedad trágica que aparentemente todavía no estamos dispuestos a asumir.
Martin Bauman, la última novela de David Leavitt, cuya traducción Anagrama lanzó en octubre pasado, no será distribuida en la Argentina. Ediciones B no va a traer a nuestro país Muerte en el seminario, la última novela de P. D. James. ¡La obra de Raymond Chandler no se consigue en librerías! Creo que las últimas novelas de Aira y Fogwill, tampoco. Me abstengo de citar ejemplos más dramáticos (o de referirme al precio de los libros importados o a la calidad de las traducciones que estamos obligados a leer).
Todavía es prematuro decidir si al perder o malvender la propiedad intelectual los argentinos hemos vendido el primer derecho abstracto de una larga lista por venir o si ese proceso puede revertirse. La actual crisis económica ha demostrado sobradamente el peligro que entraña contar con editoriales que no sean sino sucursales de empresas multinacionales. Es por eso que cualquier política que se proponga recuperar la industria editorial argentina escapa a la mera retórica patriótica y debe ser observada con la preocupación y el interés que el caso merece.
El pasado jueves 4 de julio se firmó un convenio de cooperación entre el Fondo de Cultura Económica y la Universidad de Buenos Aires, con el objeto de que la casa mexicana brinde su colaboración en el diseño de un “Plan Maestro para el relanzamiento de la Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba)”.
El acuerdo fue firmado, en el marco de la visita a nuestro país del presidente de México, Vicente Fox, por el rector de la Universidad de Buenos Aires, doctor Guillermo Jaim Etcheverry, y la directora general del Fondo de Cultura Económica, Sra. Consuelo Sáizar.
Las relaciones entre el Fondo de Cultura Económica y Eudeba se remontan a los orígenes de la alguna vez líder editorial universitaria argentina, pues en el año 1958, siendo rector de la Universidad de Buenos Aires Risieri Frondizi, el Consejo Superior de la UBA solicitó la colaboración del Fondo de Cultura para diseñar una editorial universitaria. En esa ocasión, la junta directiva del Fondo de Cultura Económica concedió una licencia de tres meses a su entonces director, Arnaldo Orfila Reynal, quien trabajó en Buenos Aires realizando el diseño de Eudeba.

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