Domingo, 22 de septiembre de 2013 | Hoy
VALE DECIR
Harto conocida en el mundo por su cultura de imitación y su abundancia de productos falsos, la ya tradicional etiquetita “Made in China” parece haber redoblado la apuesta. Ocurre que en la ciudad Shenyang del país oriental, una calle entera se engalana con tiendas boutique de estilo europeo que un transeúnte distraído tomaría por Chanel, Prada, Hermès o Cartier. Pero no; el vistazo certero devela que, en verdad, se trata de locales copycat de las marcas de lujo número uno, sagazmente bautizadas Cnanel, Herwès, PRËDË, Cairter... Las réplicas exactas, que elevan el arte de la falsificación a grados insólitos, se completan con un Starbocks Coffee (hermano bobo de Starbucks), un Häagen-Dezs, que viene a parafrasear a la clásica heladería abc1 Häagen-Dazs y una joyería Tifeany (en vez de Tiffany).
Pero hete aquí el salvataje: los negocios son, en realidad, puro bling bling; están vacíos. Según explica el medio local Offbeat China, se trata de una estrategia de marketing del grupo asiático Wanda para atraer inversores y volver a la zona, un barrio premium. Habrá que ver si la intentona surte efecto y las compañías originales, cautivadas por el ensayo, desembarcan en la calle o si, por el contrario, la campaña sólo interesa a otros imitadores con sus productos falsos. El tiempo, como siempre, dirá, pero algo es seguro: habrá resultado.
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