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Domingo, 7 de noviembre de 2004

TEATRO: RETRATO DE UN ACTOR DE LUJO

Modestia aparte

Popularizado por el papel de Dominici, el farmacéutico que atendía Leonor Manso en Vulnerables, Carlos Portaluppi brilla en Nunca estuviste tan adorable, la nueva obra de Javier Daulte.

Por Cecilia Sosa
Los hados más caprichosos pueden malograr la trayectoria de un actor secundario, pero hay quienes logran transformar ese riesgo en lujo. Es el caso de Carlos Portaluppi, el inefable Dominici de Vulnerables, en cuyo haber se acumulan 25 obras de teatro, 16 papeles de reparto en televisión y 9 intervenciones en cine. Lo dirigieron Lito Cruz, Augusto Fernandes y Norma Aleandro. Compartió escena con Alejandro Urdapilleta, Adrián Suar, Alfredo Alcón, Gerardo Romano, Alfredo Casero y Claudia Albertario (¡uyy!). Pasó de Camus a Shakespeare y de ahí a Fontanarrosa. Pero el papel que lo marcó para siempre fue aquel farmacéutico de barrio con el que Leonor Manso intercambiaba pastillas por favores sexuales.
Consagrado como símbolo vernáculo del sexo oral (a tal punto que todavía hoy sigue encendiendo sonrisas y rubores cada vez que sale a la calle), Portaluppi prepara con su grupo Humoris Dramatis El homosexual de Copi (donde hará de profesora de piano), espera verse como el copiloto de Whisky Romeo Zulú, la película de Enrique Piñeyro, y deslumbra en Nunca estuviste tan adorable, la séptima apuesta del ciclo Biodrama, donde encarna al abuelo del dramaturgo Javier Daulte, un mecánico rechoncho y bonachón abandonado a los vaivenes de un huracán femenino.
A los 37 años, Portaluppi conserva mucho del candor que debía tener dos décadas atrás cuando dejó Mercedes, su pueblo natal, por una inverosímil carrera de arquitectura en La Plata. Aguantó cuatro años. Hasta que en el sopor de una clase de “cálculos estructurales” oyó a unas compañeras de curso hablar de teatro y volvió a sentir el hormigueo que sólo lo había asaltado en Mercedes, cuando una profesora de francés lo animó a actuar en Nuestros hijos, una obra de Florencio Sánchez. Obra no hubo, pero sí una pasión nueva, que nunca más abandonaría.
Por alguna razón, a Portaluppi siempre le tocó (y/o eligió) interpretar personajes masculinos en las antípodas del héroe clásico, que lindan con lo decadente o lo perverso y respiran cierto aire de derrota. Nunca estuviste tan adorable no es la excepción. Allí le da peso a Salvador, un marido capturado en un matriarcado tan etéreo y hollywoodense como sólo un dramaturgo y director como Javier Daulte podía concebir a la hora de poner en escena su propia genealogía.
En medio de esa familia que parece nadar y respirar al ritmo de una comedia musical de Vincent Minelli, Portaluppi compone un marido que es puro contraste: un ser escandalosamente tímido, siempre de más con su mameluco de taller mecánico, presa oscura (aunque también proveedor material) de una familia que juega a vivir del ensueño. Y, siempre en falta en relación con el deber ser glamoroso, Salvador sólo logra salir del mutismo para abrir la billetera o bien –horror– ofrecer chocolatitos. Así, en medio de ese fuego cruzado de mujeres, Portaluppi contempla el mundo hundido en su sillón (del que, por otro lado, a duras penas puede salir) y logra provocar, a fuerza de pura carencia, una piedad casi aterradora.

Nunca estuviste tan adorable, de Javier Daulte, de jueves a domingos a las 21 en el Teatro Sarmiento (junto al Zoo), Av. Sarmiento 2715.

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