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Domingo, 11 de septiembre de 2016

> CINCO EJEMPLOS DE CóMO TRATó EL CINE ARGENTINO LAS HISTORIAS DE LOS CANTANTES POPULARES

FILMANDO LEYENDAS

YO NO SE QUE ME HAN HECHO TUS OJOS

(2003, Lorena Muñoz y Sergio Wolf).

El debut de la directora de Gilda, codirigido junto a Sergio Wolf, parte de una búsqueda y un encuentro: el de legendaria Ada Falcón en un geriátrico del pueblo Salsipuedes, en Córdoba. La ex cantante, que tuvo su pico de popularidad en los años 30 –antes de abandonar su carrera y refugiarse en un convento–, fue entrevistada por los directores en dos ocasiones. A partir de esas charlas, decidieron construir un documental con aspecto de investigación detectivesca que acumula datos, pistas e intuiciones antes de poner al espectador frente a la nonagenaria mujer, un poco sorda y un poco olvidadiza, pero todavía lúcida. El resultado es absolutamente fascinante y una demostración de que el cine documental es capaz de provocar emociones tan fuertes como su par ficcional. Wolf está a punto de estrenar una coda a este film: Viviré con tu recuerdo.

TANGO FEROZ: LA LEYENDA DE TANGUITO

(1993, Marcelo Piñeyro).

Más allá de sus espesos lugares comunes o precisamente gracias a ellos, el súper éxito del cine nacional en medio del páramo de los 90 hizo click con algunas sensibilidades jóvenes de aquellos años, lanzando la carrera del realizador Marcelo Piñeyro y transformando en figuras cinematográficas a Fernán Mirás y Cecilia Dopazo. La vida y obra real de José Alberto Iglesias, alias “Tanguito”, es casi una excusa para este relato de rebeliones personales que configura en su personaje central una suerte de idealista incorruptible, ejemplo acabado de biopic que construye el mito a partir de la imaginación y las necesidades dramáticas. Cuestiones de derechos hicieron que “La balsa” brillara por su ausencia, pero “El amor es más fuerte” sonó hasta el hartazgo en las radios de todo el país.

LA VIDA DE CARLOS GARDEL

(1939, Alberto de Zavalía)

Ni lerdos ni perezosos, apenas cuatro años después de la trágica muerte del Zorzal Criollo en el aeródromo de Medellín, los estudios Argentina Sono Film y el realizador y guionista Alberto de Zavalía produjeron esta biopic protagonizada (lógicamente, podría pensarse) por Hugo del Carril. Una jovencísima Delia Garcés es el interés romántico del famoso cantante y compositor en una película que toma varios elementos de la vida real del homenajeado e inventa otros desde cero. La escena final es una verdadera cumbre del romanticismo fantasmal: con Gardel y su amada muertos y enterrados, el destino vuelve a reunirlos en el otro mundo. Pasarían muchos años hasta que el cine argentino se animaría nuevamente a recrear la vida de un músico famoso dentro de una estructura de ficción.

RAMON AYALA

(2013, Marcos López)

Aunque nunca disfrutó de la popularidad de un Atahualpa Yupanqui, Ramón Ayala es, indudablemente, uno de los gigantes de la música folclórica en general y de la litoraleña en particular. Además de crear el ritmo conocido como gualambao, sus temas han atravesado las décadas y una infinidad de músicos e intérpretes los han honrado con sus instrumentos y voces. Con una sensibilidad pop y un estilo que cruza el registro real con la reconstrucción de un mito no demasiado conocido, Marcos López –fotógrafo y artista plástico devenido documentalista– creó hace unos años este particular y sentido film centrado en la vida del autor de “El mensú” y “El cosechero”. Ramón Ayala es un ejemplo perfecto de cómo el cine puede escaparle tanto a la biopic tradicional como al documental de entrevistas con cabezas parlantes.

GITANO

(1970, Emilio Vieyra)

Durante sus años mozos, Roberto Sánchez supo encarnar, en un puñado de largometrajes inspirados en el estilo instaurado por Elvis Prestley, a un pianista, un joven huérfano, un ex automovilista, un estudiante de medicina, un deportista y, por supuesto, a una buena cantidad de cantantes de éxito, alter egos de su propia figura. Gitano, dirigida por el inefable Emilio Vieyra, se trasformó en uno de sus más grandes éxitos en la pantalla. Montado a caballo y con el pecho al aire, Sandro de América interpreta a un joven empleado de un parque de diversiones que, ante una acusación por un crimen que no cometió, se ve obligado a escapar y esconderse. Solita Silveyra es la novia de ocasión, otra excusa para promover la banda de sonido, que incluye “La causa de este amor” y “La vida sigue igual”.

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