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Domingo, 19 de marzo de 2006

Kacero en el espejo

Por M. G. y F. K.

¿Me podrías contar en qué consiste La muestra del año?

–Es una muestra que dura un año.

¿Cómo es eso?

–Presento una obra por mes durante un año.

¿Es una misma obra que va cambiando?

–No, una obra diferente cada vez.

¿Y eso por qué?

–Bueno, yo difícilmente pienso en muestras. Pienso, más bien, en obras. Generalmente, a posteriori, aparece la cuestión de cómo reunir en un lugar las cosas que uno hizo durante un tiempo. Recién ahí uno piensa en las afinidades posibles, en cómo se verán unas cosas junto a otras. Yo venía pensando en hacer algunas obritas y éstas se me aparecían con bastante claridad, pero siempre separadas, sueltas, sin nada que me indicara un incremento de potencia por contigüidad. Entonces, en algún momento me dije: ¿acaso es necesario que estén juntas? Si finalmente la curación o el montaje tratan de disimular –o de pensar– aquello que raramente es pensado: ¿cómo juntar un par de obras y que el resultado de eso no sea una simple adición? Rondándole al asunto, llegué a que podía, o debía, separarlas.

Bien, pero ¿cómo?

–A veces uno llega al punto en que descubre que lo que pensaba que era necesario, en realidad, no lo era. Cuando uno da vueltas sobre un asunto es probable que ya le haya encontrado una solución, nada más que esa solución, de tan obvia, se ha vuelto invisible. Entonces, lo primero que se me ocurrió fue disociar las obras en el espacio, compartimentar la galería y sólo permitir la vista de una obra por vez. Pero después me pregunté: ¿y qué tal si al proceder a quebrar la contigüidad obrara no con el espacio sino con el tiempo? ¿Cómo podría ser? Tal vez una muestra de un mes con una obra cada cinco días, pero, ¿por qué un mes? Y así llegué hasta acá.

Pero si vos mostrás todo el año, ¿qué pasa con las muestras de otros artistas?

–Es que no voy a mostrar ni en la sala principal ni en la de abajo.

¿Entonces dónde? ¿En el baño?

–No, tampoco. En principio en la salita donde almuerza la gente de la galería.

¿Y esto de no tomar un espacio, digamos, habitual, es también parte del argumento?

–Para ser franco, no es lo que más me interesa. Diría que es una consecuencia. No es mi intención interferir con las salas, ni con las muestras. Tampoco significa que La muestra del año se plantee ampulosamente como un intento de delatar un modelo, porque ya cuando uno dice “mostrar” está diciendo “muestra” y eso ya enuncia un formato, un patrón que supone desde la duración, a la altura de un cuadro, a las paredes, bueno, para no abundar en ejemplos, dejémoslos confluir en: unidad de espacio, unidad de tiempo, unidad de acción, ¡Aristóteles!

Supone hasta el audio de una inauguración, el tono de voz con que la gente habla.

–También, pero ¿por qué lo decís? Veo una cara risueña.

No, por nada, sólo que últimamente te vi, mejor dicho, te escuché, pegando un grito pelado en alguna que otra inauguración. Un grito a todo pulmón, así de la nada. Un tanto llamativo. ¿Tiene que ver con esto?

–De alguna manera puede estar conectado. ¿Viste que después del grito se produce como un brevísimo silencio, o más bien, como una amortiguación, y luego todo vuelve a ese murmullo? Bueno, reconozco que el revelado de los zurcidos invisibles de las cosas –por obvios– me llama la atención. Pero no me desvela.

Pero el modelo de La muestra del año no digo que necesariamente sea crítico, pero algún tipo de comentario arrastra.

–Tal vez, pero sólo de rebote, la intención viene de algo un poco más primario, de esto que te decía de aislar una obra y de haberle encontrado la vuelta por la vía del tiempo: la disposición, no en la simultaneidad sino en la sucesión.

¿Y las obras que vas a presentar?

–Bueno, eso es un poco una sorpresa, en principio dejemos que este concepto de muestra quede en el foco.

Pero es gracioso, dijiste que no pensabas en muestras y ahora decís que el concepto de muestra está antes que las obras.

–Ssssííí, eeehh, yo...

Bueno, dejá, otro tema. ¿Qué es esto reproducido en el catálogo? ¿Una escritura, un manuscrito? ¿Lo escribiste vos?

–Sí, es un cuento que escribí yo. Se llama “Pierre Menard, autor del Quijote”.

Pero ese cuento es de Borges.

–Bueno, sí, también, pero no te olvides de que todo sucede por primera vez, de manera que...

¿De manera que qué?

–Bueno, no sé, digamos que es una obra. Te digo el título y nada más: “Fabio Kacero, autor del Jorge Luis Borges, autor del Pierre Menard, autor del Quijote”.

¿Algún otro anticipo?

–No, bueno... sorpresa. Ya podés apagar el grabador si querés.

¿Qué grabador? Si todo esto lo escribiste vos simulando una entrevista. Yo ni siquiera te hice las preguntas.

–¡Pero!

¿Pero qué? Si fuiste vos quien simuló esta charla y después me pidió autorización para poner mis iniciales al final. Ahora no te hagas el sorprendido.

–¿Pero qué va a pensar la gente?

No sé, que piense lo que quiera.

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